Me paré en el primer peldaño de las escaleras cuando me llamaron y suspiré girándome un poco para verlos a ambos venir hacia mí con unas bolsas de supermercado.
Miré en el reloj de pared que faltaban diez minutos para las dos del mediodía. No sabía porqué el tiempo se pasaba tan rápido cuando estaba con Ian, pero pensé que tendría que empezar a hacer la comida, así que me giré y me acerqué para quitarles las bolsas.
No me dejaron.
Dieron unos pasos hacia atrás quitando la bolsa de mi alcance para que no pudiera agarrarlas, lo que me hizo fruncir el ceño pero cuando iba a preguntar y hablar, Matt se adelantó.
—¿Cocinarás conmigo? —Preguntó sonriendo.
—¿Qué? —Me extrañó eso.
—Todos los días cocinamos uno diferente menos los domingos, días especiales o días en los que no podemos que pedimos a domicilio. —Me explicó quitándole la bolsa a su amigo y entrando en la cocina.
Miré a Néstor que se encogió de hombros con las manos en los bolsillos del vaquero y sacó una para ponerla sobre mi cabeza, despeinándome más de lo que ya estaba de dar vueltas por el césped.
—¿Por qué tienes tierra en la ropa y hierba en el pelo? —Dijo extrañado pero riendo por lo bajo, tomando una pequeña hierba seca de entre los mechones y sacudiendo mis hombros.
—Oh... Eh... —No sabía qué decir porque me daba vergüenza admitir lo que había pasado, además de la última situación con Ian, así que solo tartamudeé.
—¿Y qué te pasó en la mejilla? La tienes un poco roja... —Pinchó con el dedo índice y me quejé porque aún me seguía picando.
—Culpa mía, hermano, creo. —Ellos dos rieron.
—¿Qué le has hecho? —Néstor se cruzó de brazos con una mirada de diversión.
—Solo rodábamos por el jardín. —Ian me sonrió y yo me ruboricé apartando la mirada.
—¿Y eso? —Néstor volvió a señalar mi mejilla, pero Ian solo se acarició la cara, haciendo que nuestro amigo entendiera todo.
—¡Voy, Matt! —Exclamé como si me hubiera llamado para huir del momento y entrar a la cocina.
Podría ser una perfecta fugitiva de momentos que me avergonzaban. ¿Tal vez podría poner eso en mi expediente académico? No creía que fuera a funcionar para nada, pero por probar que no quedara...
—Sabes que la sala y la cocina están separadas solo por una barra y te seguimos viendo, ¿verdad? —Dijo Néstor riendo a mis espaldas y me di la vuelta.
En efecto, ellos dos estaban en el salón aún mirándome hasta que se acercaron y se apoyaron la barra, sentándose del lado en el que se encontraban, haciéndome imposible no sonrojarme más y volver a girarme.
—¿Qué quieres hacer? —Me preguntó Matt, miré hacia arriba y me encogí de hombros. —Dios mío, eres tan bajita que eres adorable y me dan ganas de achucharte. —Se rió poniendo una mano en mi cabeza y los otros dos hombres rieron también.
—¿Qué hay de comer? —Preguntó Josh entrando en escena y sentándose al lado de Ian.
—Aún nada. —Se excusó Matt. —¿Qué sabes hacer tú, enanita? —Me preguntó con cariño. Se sentía tan fraternal.
—De todo. Sé cocinar muchos tipos de pollo, de pescado, de carne, de pasta... Oh, y tambien sé hacer postres de todas las clases. —Dije enumerando.
—¡Yo quiero pasta! —Exclamó Josh.
—¡Yo también! —Ian levantó la mano como en el colegio, así que miré a Néstor que se encogió de hombros con una sonrisa inocente ocultando que también quería.
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Katie.
ChickLitKatie tiene veinte años, una vida de abusos demasiado difícil que cambia drásticamente de un día para el otro, eso sin contar el horrible temor a los hombres que padece por culpa del desgraciado novio de su madre. Dicen que el destino es caprichoso...