34. -Preguntas.

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En un momento dado, sentí algo de presión sobre mis manos, así que miré ahí para ver que sus dedos estaban entrelazados con los míos, y Néstor seguía sin dejar de mirarme por lo que le miré a los ojos también.

—Si Michael se entera de esto me va a matar, pero ¿qué quieres saber? —Me tomó por sorpresa, pero sonreí afianzando el agarre de nuestras manos.

—No lo sé. Tengo veinte años. Debería saber esas cosas y no lo sé. No quiero seguir siendo una tonta e inocente en ese sentido... —Suspiré. —Aunque de inocente, ya no me queda casi nada... —Susurré para mí misma.

—Pregunta y te respondo. No quiero decir algo que pueda hacerte sentir incómoda, pequeña. —Asentí.

—Bien. ¿'Fantasías sexuales'? —Me ruboricé.

—Bueno, pues como bien dice la palabra es una fantasía, algo que tengas en la cabeza o que te imagines, que te gustaría cumplir a la hora de tener relaciones sexuales. —Dijo casual.

—¿Tú tienes fantasías sexuales? —Me di cuenta que no debía preguntar eso y me mordí el labio con arrepentimiento. —Perdona... No debñi... —Intenté rectificar cuando hablé demasiado.

—No me incomoda que me preguntes. —Suspiró pensándose la respuesta y habló como si le costara decirlo. —Sí, sí tengo fantasías sexuales. —Me miró profundamente a los ojos y procedió a seguir hablando, como si rectificara. —Todo el mundo tiene, creo. —Fruncí el ceño.

—Yo no sé si... —Se encogió de hombros.

—No tengas prisa y no te preocupes que ya encontrarás algo que te llame la atención de esa forma. —Creía que ya había encontrado ese 'algo' y era él, pero no se lo iba a decir. —¿Siguiente pregunta? —Con un gesto de cabeza me dio permiso para seguir, pues parecía incómodo con ese tema.

—Vale... ¿Qué es una 'orgía'? —Pregunté lentamente.

—Es tener... Eh... —No sabía que palabra usar y se rió nervioso.

—¿Sexo? —Asintió.

—Sí, tener sexo con cuatro o más personas. —Me sorprendí.

—¿Se puede hacer eso? —Mi ingenuidad se vería hasta desde la Luna.

—Sí, se puede. —Asintió.

—¿Has hecho alguna? —Me ruboricé y cuando fui a retractarme de nuevo, habló.

—No, no he hecho ninguna y no me interesa hacer algo así. —Negó aún riendo. Sabía que reía de nervios por hablar sobre esto conmigo.

—Vale, esta me da bastante curiosidad. ¿Qué quiere decir 'mamársela a alguien'? —Dije pero, esta vez, tenía más confianza y estaba menos nerviosa para hablar de esto.

—Joder, no hables así... —Murmuró y apartó la mirada un momento para luego volver a mirarme pero cuando estuve a punto de preguntarle porqué, siguió hablando. —El sexo oral a un hombre. —Fruncí el ceño.

—¿Sexo oral? —Asintió. —¿Y qué se tiene que decir en eso? —Rió negando.

—No, pequeña, en el sexo oral no se habla. —Esperé a que dejara de reír para seguir hablando. —Se usa la boca, pero para hacer otras cosas en las partes íntimas de la otra persona. Se puede con la lengua incluso con los dientes, a quien le guste. —Me ruboricé hasta que me tapé la cara con las manos.

—Oh, Dios mío, joder... —Dije para mí y lo miré por un hueco entre mis dedos. —¿A ti te gusta? —Murmuré.

—Bueno, el sexo oral sí, ¿a quién no? Si te refieres a lo de morder, depende de si la mujer con la que estoy sabe hacerlo, si no duele mucho. —Me levanté escandalizada aún tapando mi cara con rubor y él solo reía intentando ser silencioso, aunque su risa era grave de por sí, como su voz.

Katie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora