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La lluvia caia en fuertes gotas, golpeando con violencia los cristales de las enormes ventanas. El ruido que se producia con cada gota, formaba una orquesta natural que me recordaba que estaba ahi, que todo era real, a pesar de su sonido angelical que me hacia creer por una fraccion de segundo que todo era un sueño.

-Llueve demasiado, no me acostrumbro del todo.

Me volvi a el. Aun estaba medio escondido entre las sombras, con un cigarrillo que casi se terminaba prendido entre los dedos.

-No es cuestion que nos acostumbremos.

Camino un poco hacia mi y yo no me movi, mis codos estaban pegados a la fria pared, recargandome un poco. Dio una bocanada del cigarrillo y estuve a punto de pedirle uno, pero por el momento estaba resistiendome de fumar, al menos por un rato.

-Si, ya se. No importa. ¿Querias hablar conmigo?

Dio otra bocanada y se quedo mirandome, estudiandome como yo lo estaba haciendo desde hace tiempo. Tiro la colilla, la aplasto con el pie y del bolsillo de sus jens saco una cajetilla roja, uno de los cigarrillos salio de ahi y fue directamente a su boca. Lo miraba en silencio, estudiando sus movimientos.

Mientras prendia el cigarrillo que estaba en sus labios, me cruze de brazos, negando levemente.

-Joe, Joe. ¿Cuantos años tienes? ¿15? ¿Y ya eres un fumador activo? -pregunte.

Me miro con cara de pocos amigos, solto humo y despues hablo con la pizca de enojo que queria lograr en su voz.

-Tengo 18 y lo sabes bien. Ademas, ¿A ti que te importa si soy un fumador activo o no, Villalpando? ¿Para que me querias?

Sonrei satisfactoriamente y deje caer mis brazos a cada lado. Recuerda porque estas aqui, Alonso.

-El numero de Alejandro es otro. Tu debes tenerlo. Necesito hablar con el.

Ladeo levemente la cabeza y se acerco mas, haciendo que la luz de la noche ilumine mejor su rostro. Se formaban alargadas sombras, producto de la ventana y las gotas que seguian cayendo en ella. Su cabello castaño medio rizado, sus oscuros ojos, su piel asoleada salpicada de pecas y lunares, los hoyuelos en sus mejillas y los braquets en sus dientes.

El era un chico bastante guapo. Nada que me impresionara, habia visto demasiado en todo esto.

-¿Solo buscas su numero? -pregunto, antes de volver a darle otra bocanada a su cigarrillo.

-Si... es importante, Luque.

Niega levemente, mete la mano en su bolsillo de los jens y saca un pequeñisimo telefono negro de tapa. Quien va a creer que eso tiene informacion tan valiosa.

-Apuntalo.

Me lanza el pequeño celular y yo lo atrapo en el aire. Saco el mio, uno un poco mas grande pero modesto y desechable, por si fuera poco. Paso el numero y le devuelvo el aparato a Joe, dandole las gracias.

-Creo que eso era todo -murmuro.

Miro a nuestro alrededor. La bodega que ha sido de nuestra propiedad por años esta un poco vencida por el tiempo, pero sigue pareciendose a un salon enorme, del tipo que hay en un baile del siglo XIX.

Cuando era niño, amaba venir a este lugar. Si miro entre las sombras, puedo distinguir el enorme guardaropas principal, de madera tallada que llega a la mitad de las enormes paredes. Con un poco de imaginacion, podria ver como era antes, con sus grandes candelabros de vidrio colgando de los techos adornados, las pesadas cortinas de seda tejida, el piso de marmol y las mesas alrededor. Pero no tengo tiempo de imaginar.

Secretos Letales //Jalonso Villalnela//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora