maraton 2/10
“El último beso”
Lo primero que visualizó al abrir sus ojos fue la luz tenue del día escurrirse por alguna parte del cuarto. El abanico de techo, giraba y giraba con la misma lentitud de siempre y se sentía desconcertada ¿En qué momento había amanecido?
Se sentó en la cama, sintiendo el cuerpo de como el de una anciana de 60 años en pleno estado de coma: Pesado y un poco acalambrado. Tuvo que poner una mano en el colchón para estabilizarse y permitirse seguir en esa posición ya que por poco se le hizo imposible permanecer sentada. Era como si su peso se hubiera doblado en una sola noche y ahora no pesara 53 kilos sino 106. Una locura. Un pedazo de tela blanco y medio húmedo fue a parar a sus piernas, ocultas debajo de las sabanas, cuando agachó su mirada. Era una banda. Ella estaba segura. Pero ¿Por qué una banda estaría en su cabeza? Jane la tomó entre sus manos y la puso a la altura de sus ojos observándola minuciosamente, arrugando al frente mientras intentaba entender que era lo que había pasado con ella exactamente.
Entonces lo vio a él. Estaba Justo a su lado, del otro lado de la cama.
Era Justin, Dormido ahí.
La primera cosa que su cabeza le exigió hacer fue mandarlo al suelo de una patada, pero casi al mismo tiempo en que lo pensó, los acontecimientos de que habían pasado por la noche, los que parecía haber olvidado, llegaron a ella de improviso y eso la detuvo.
El dolor de cabeza, el mareo, la vista borrosa, los brazos de Justin acercándose a ella y luego… todo era oscuridad. Las imágenes estaban tan vividas en su cabeza como el hecho de tenerlo a él, allí, a su lado.
Se veía tan normal mientras dormía. Es decir, no demostraba ser el insensible chico encantador. Era él, incluso ella podía verlo como él. Como un hombre sin tantos cambios de ánimo y sincero. Con sus ojos acaramelados cerrados y su cabello despeinado, con sus facciones tan imponentes y firmes y sus labios finos rodeados de un tono medio rosado, incluso, aunque estuviera de mañana. Solo Justin Bieber podía verse así al despertar. Solo ella podía verlo así después de todo lo que había sucedido entre los dos.
Todo depende de quién es la persona que lo mire.
Ahora que ya había recuperado la consciencia, la que había perdido por la noche, tenía ciertas dudas. Y estaban relacionadas con él de algún modo ¿Por qué estaba dormido en su habitación y en su cama? y ¿Qué había pasado con ella? lo más probable es que se hubiera enfermado, pero Justin ¿él que tenía que ver? Él no tenía la obligación de permanecer allí.
Jane volteó a verlo una vez y frunció los labios. Estaba loca, ya que a pesar de todo no podía evitar que su corazón se sintiera altivo por el solo hecho de tenerlo cerca.
Se tocó la frente para comprobar si seguía enferma y notó que estaba bien y que tampoco le dolía nada.
Bueno, no le dolía nada físicamente, porque en su interior, la situación era totalmente distinta.
Dejó escapar un suspiró al aire al mismo tiempo en que él, dormido aún, se removió en la cama y casi la dejó inmóvil de la sorpresa.
¡No!
Jane se tiró a la cama reaccionando instantáneamente al movimiento de chico junto a ella y cerró los ojos fingiendo estar dormida.
Los cerró justo a tiempo. Justin abrió los suyos al mismo instante y cuidando de no moverse demasiado se sentó en la cama junto a ella, recayendo ahora en él, el papel de observador. Sonrió al darse cuenta de que el gesto perturbado e impasible que se hacía lugar en cada poro del rostro de la castaña en la noche se había ido y ahora solo quedaba ese rostro sereno y pasivo. Dormida. Hermosa.