maraton 10/10
“Fiesta” <<Parte Final>>
¿Divorcio?
La palabra volvió a la mente de Jane como relámpago en medio de la tormenta mientras cruzaba la puerta de salida con rumbo al exterior, a los jardines de la casa en donde, muy fogosamente, la fiesta continuaba, anteriormente jamás se había tomado aquella palabra con tanta determinación, incluso temía el hecho de hacerlo puesto que muy en su interior, el deseo inconsciente que se había alojado era el de estar con Justin. Un bonito sueño, que para mal, cambiaba con las situaciones, y de un modo extremadamente irrevocable. Como si en un mundo paralelo el agua y el aceite pudieran juntarse. Todo a su alrededor entraba en lógica, en la lógica que la realidad le ponía en la mesa día a día << la de ella y Alan y él con Alice>> y era esa misma realidad la que le decía que el tiempo para ellos había acabado. ¿Acaso era posible acabar con algo que ni siquiera había empezado? Dos puntos razonables. Además estaba demasiado dolida como para no pensar siquiera en la posibilidad.
Divorcio.
Jane sintió el aire fresco de la noche acariciarle las mejillas y soltó el aire que tenía atrapado en los pulmones.
Al final ¿Todo iba a acabar así de mal? Se cruzó los brazos en el pecho acurrucándose del escalofrío que le recorrió el cuerpo debido al frio o a él. Jamás se habría imaginado tal cosa aquel día de locura, cuando después de una larga noche de deliberación, acepto el casarse por contrato. Se suponía que no fuera así, pero ¿Cómo esperas vivir tanto tiempo con una persona y pretender no tener algún tipo de sentimientos? Quizás si lo hubiera pensado con esta lógica en aquel entonces la situación sería diferente.
Pero…
Aquel entonces también era bastante diferente, y Justin era exactamente todo lo que ella nunca miraría en un hombre ¿Por qué iba a temer miedo de resultar enamorada cuándo ella podía jurarse a sí misma que nunca pasaría? La vida era tan inesperada y patética en algunas ocasiones.
Buscó con la mirada una parte del exterior de la casa que no estuviera tan atiborrada de gente para poder pasar el rato un momento pero se le hizo imposible hallar uno. Los invitados aparecían de todos lados. Izquierda, derecha, de frente ¿Cómo podría a la gente si quiera gustarle todas esas reuniones sociales en donde el único objetivo de algunos era buscar chismes de la vida privada de los demás? Se mordió el labio.
Estaba a punto de lanzar una ofensa al viento cuando, retirado de las decoraciones y las mesas e incluso de las personas, vio aquel columpio de madera que le había construido su padre cuando apenas era una niña. Estaba muy al exterior del primer Jardín y bastante lejano del barullo de las personas.
De repente, sintió que eso era lo único que necesitaba. Allí estaba su calma.
Siguió el camino cubierto de gramilla verde hasta llegar al balancín y una vez hubo llegado al lugar, dejó que su cuerpo de recargara sobre él. Se meció suavemente dejando que la brisa fría de la noche tropezara con su piel y las partes descubiertas de su cuerpo que el vestido no alcanzaba a tapar.
Sonrió para sí misma falsamente y frunció los labios, pensativa. Como si de un momento a otro se hubiera dado acceso a su propia burbuja personal y nada a su alrededor importara. Al final, realmente así acabaría todo con Justin. Dos extraños que se hicieron cercanos volverían a ser los mismos extraños del comienzo. Se zarandeó con quedo en el columpio una vez mientras la respuesta, clara como el inicio de un manantial, llegaba a su cabeza.
-¿Y esa mirada es por…?
-¿Qué? – Jane detuvo el columpio al ser pillada de improviso por esa voz y giró su cabeza hacía atrás para verlo allí. Alan se acercó a ella con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones y le brindó una corta sonrisa silenciosa. Una sonrisa que ocultaba la gran curiosidad de que lo carcomía por dentro como espinita. La había estado observando hacía varios minutos desde las sombras, observando su rostro pálido, sus profundos ojos cafés y su expresión que la hacía notar como pérdida en alguna parte de si misma. Se preguntaba ¿Por qué? ¿Qué era lo que esa chica que lo traía vuelto loco, sin ninguna razón aparente, estaba pensando exactamente? ¿Qué era lo que sentía?
La silueta de Alan dio otro paso para acercarse, pero ella cambió la expresión de sorpresa de antes, a una de calma. Aunque no tenía una razón para no estar extrañada de su presencia allí, cuando ella creyó que estaba completamente sola, tampoco tenía una para mostrarse tan relajada. Supuso que una explicación lógica podría ser la sola esencia de lo que él era. Era Alan y Él siempre estaba allí para ella.
Alan se posicionó en su espalda y la meció con un suave empujoncito que la elevo unos cuantos centímetros del suelo.
– Lamento lo de hace rato, Jane – le dijo. La noche se estaba tiñendo de un color azul oscuro en el inmenso cielo a su alrededor y este apaciguaba la tensión que habían sentido hace rato con Justin, Alice y Zayn. El sonido de la música de la fiesta no era tan penetrante a esa distancia tampoco, y aunque no estaban del todo retirados tampoco estaban tan cerca por lo que se podía sentir la tranquilidad de la intimidad. De ellos dos solos. – Fui un tonto, sabes, normalmente soy muy pasivo en este tipo de situaciones
-No tienes que disculparte, Alan – pidió Jane. – Al final Justin se lo tenía merecido. No debió actuar de ese modo.
Alan volvió a empujar el columpió y frunció el ceño.
-No sabes cómo me jode que tengas que estar fingiendo esta estupidez con él, como me jode que te toque o te abrace como si de verdad tuviera algún derecho sobre ti. Como si… pretendiera… - se quedó callado.
Jane se mordió labio incomoda y se le hizo difícil dejarlo libre antes de sacarse sangre. Podía sentir el enojo palpable en las palabras del pelinegro y tenía la suficiente paciencia como para entenderlo. Pero aun así… Justin, derecho sobre ella. Era una estupidez.
-Pensar en eso ahora es perder el tiempo ¿no? – Jane fingió una sonrisa y luchó con mantenerla en su rostro, agradeciendo al cielo que en ese momento Alan estuviera detrás de ella empujando el columpio y no pudiera verla. En realidad, lo menos que quería era seguir hablando de tema. Quería evitarlo más que pudiera. Su cabeza no soportaría mucho si volvían a mencionar su nombre. Justin. Tenía que sacarlo de una vez por todas de su presente – Mejor dime como supiste que estaba aquí.
-Te vi salir de la casa hace un rato – respondió él – Te seguí. Y aquí estoy.
-Ya veo…
-Te ves hermosa esta noche - Le dijo de improvisto. Detuvo el columpio drásticamente y acercó su rostro al oído de la castaña por detrás – Muy, Muy linda.
Ella se sonrojó. Mierda. Sus mejillas estaban ardiendo.
-Alan… - el soltó una risita haciéndole sentir en su cuello el aire cálido de su respiración.
-Es en serio, Jane – Jane se quedó inmóvil como una roca y no pudo hacer nada para disimular que se había puesto nerviosa. Sentía el rostro de Alan tan cerca de su cuello. – Quiero decirte algo – Agregó él – Pero prométeme que antes de darme una respuesta, incluso si piensas que es una locura, lo pensarás ¿Vale? – Jane giró su rostro confundida y se encontró con la sonrisa de Alan peligrosamente cerca a sus labios. Volvió a voltear y tragó gordo.
-Lo prometo ¿Qué es?
-Vayámonos a los Ángeles
-¿¡Qué!?
Alan dejó escapar una sonrisa silenciosa.
-Sabías que ibas a poner esa cara.
Jane se mordió el labio y rio también, pero… solo pensar en la idea era… Una locura, tal y como él lo había dicho. ¿Cómo podía irse a Los Ángeles con él y dejar todo tirado? Giró su rostro directamente hacía el de Alan y lo miró fijamente intentado adivinar en esos ojos negros si era broma o de verdad le estaba proponiendo semejante cosa. Él no tenía cara de estar jugando lo que definitivamente convertía aquella propuesta en una real.
-Pero…
-Se supone que mañana tengo que salir de la ciudad – le explicó – Me gustaría que me acompañaras, el viaje es con relación a la película de Zayn. Así a medida que tú escribes el guión y lo avanzas, Nosotros podremos buscar de acuerdo a tus escritos, las mejores locaciones para el rodaje. Zayn está empeñado en que se Grave en la ciudad de los Ángeles.
-¿Nosotros? - murmuró - ¿No se supone que ese es el trabajo del director, en este caso, de Zayn?
El pelinegro sonrió de mentiras.
-Se supone, Pero es su primer trabajo, y Necesita un poco de Ayuda.
-Mmmm…
Silencio.
Jane quiso considerar la idea calmadamente dentro en su cabeza, como buscando una buena lógica para aceptar, pero el solo hecho de pensarlo la hacía entrar en pánico. Era una cobarde, debía admitirlo, la idea de irse tan lejos de su hogar no figuraba como un proyecto atractivo. Menos después de su mala primera experiencia cuando viajo a Rusia y resultó robada. Aunque sabía que esta vez era diferente, no… No estaba para nada convencida. Además, ella y él, solos en los Ángeles…. Era raro.
-No lo sé, Alan.
-Piénsatelo un poco Jane. - le pidió. Él ojos negros dio unos pasos para ubicarse frente a Jane. Jane frunció los labios hasta volverlos una línea delgada y le sonrió a ese rostro cálido que la observaba. Él se puso de cuclillas frente a ella, quien estaba sentada en el columpio, y su cabeza quedó a la altura de los hombros de Jane. Apoyó las manos en las piernas de la castaña para mantenerse estabilizado y le volvió a sonreír – Me voy mañana por la tarde – Continuó – Si de aquí a mañana no te has decido, no hay problema, pero eso sí, te llamaré todos los días hasta que regrese.
Jane rió un poco por el sarcasmo en su voz y olvidó por un momento la peligrosa cercanía que disimuladamente él había impuesto entre ellos dos. Era probable que estuviera acostumbrándose a la presión de tenerlo tan cerca, lo que era bueno, pero sabía aún no sabría de qué modo iba actuar cuando el pidiera más… porque estaba segura de que lo haría.
Después de todo ¿Era un hombre, no? Y era novios.
¿Un beso?
¿Sería capaz de hacerlo ahora si él llegaba a pedírselo? La última vez creyó estar tan lista y todo terminó siendo… nada. Respiró y alejó eso de su mente. Lo que importaba era que él estaba allí, con ella, mirándola con esos ojos negros, tan negros como esa noche.
-¿Lo pensarás? – pidió otra vez. - ¿Si? - Ella asintió con la cabeza, segura de que realmente le daría vueltas al asunto. No prometía una respuesta positiva, pero sí que se lo iba a tomar en cuenta.
Ella levantó su mano derecha y la puso a la altura de su cara.
-Definitivamente lo pensaré – le dijo y soltó una sonrisa divertida. Alan sonrió satisfecho al verla, y sin pensarlo si quiera solo actuó. Se levantó un poco de su agache y se le acercó lo suficiente para la que sis labios quedaran a menos de cinco centímetros de distancia. La hizo sentir su respiración en el rostro otra vez. y antes de que ella se lo esperara se levantó de su agache y se acercó aún más a ella. La agarró completamente desprevenida - Ahora que estamos aquí – Le dijo y el corazón de Jane se paralizó. Su Aliento esa noche era de canela. Un olor dulce, incitador - Alan llevó su dedo índice al rostro de Jane y lo puso en su labio inferior recorriéndolo con delicadeza- - ¿Te puedo dar un beso? – Jane tragó gordo, sin saber que responder. ¿Un beso? Otra vez… finalmente cerró los ojos dejándose llevar por el momento y lo decidió. Lo haría, estuviera bien o mal. Esa era su decisión. Sintió a Alan cerca y sonrió. Sabía que besar a un hombre como él no podía ser malo.
-No puedes. - ¿Qué? - Lo siento Alan pero no puedes besarla.
Jane reaccionó de golpe al escuchar la voz que escuchó. Mierda. Su mandíbula casi se desprende de su cara cuando al abrir los ojos, distinguió su silueta justo frente a ellos dos. Tenía los brazos cruzados en el pecho y parecía demasiado serio.
-Mierda – Dijo Alan, molesto y se levantó para mirarlo fastidiado. Era una mierda. Una jodida mierda. Otra vez él. Otra vez interrumpido ¿Por qué tenía que llegar justo cuando… la iba a besar? Justin caminó hacía ellos la expresión tensa y apretó el puño en el camino demostrándole que sin duda estaba a punto de partirle la cara ¿Qué mierda era lo que había visto? ¡Demonios! ¿Cómo era capaz de acercársele tanto a su mujer? - ¿Qué jodidos haces aquí? – espetó Alan, ocultando con su indiferencia, su rabia.
-Se supone que es mi casa ¿Por qué no estaría aquí?
-Justin… - Intervino Jane levantándose del columpio, pero él no la escuchó, solo la miró con cara de “¿Que carajos ibas hacer?” y volvió su vista a Alan, ignorándola por completo. Era un idiota ¿Qué demonios se supone que hacía? y encima ¿Mirarla de ese modo? Que le pasaba?
-¿No sabes que eso de pedirle besos a mujeres Ajenas, simplemente no te queda? - Justin sonrió con sarcasmo y el hielo de sus palabras le pegó directamente a Alan quien lo miró, con la misma actitud. Molesto.
-¡Mierda, Justin! – Volvió a decir ella - ¿Qué estás diciendo? – él la miró fríamente otra vez sin decirle nada y volvió su vista a Alan.
-¿Mujer? – Espetó el pelinegro con sonrisa irónica. Se acercó a Justin con una actitud provocativa y fingió serenidad al hablar – ¿No te lo había dicho antes? No es tu mujer.
Justin rio irónico también.
-¿No me case con ella?
-Eso no dice nada.
-¡Ya basta! – Gritó Jane de nuevo y los miró a ambos molesta. Ellos solo se miraron entre sí. Y aquí era cuando aplicaba el dicho de <<Las miradas son el lenguaje de los mudos>> A ellos no les hacía falta hablar para decirse que era lo que pensaban el uno del otro. Ambos estaban furiosos y sus ojos los delataban.
-Puede que nuestro acuerdo haya sido contrato – agregó Justin, fingiendo serenidad - pero Alan, el matrimonio es real. El padre nos casó y – miró a Jane - Ella es mi mujer.
Mierda. Jane volteó a verlo con cara de asesina.
-¡Párala ya, Justin! – Replicó la castaña mirándolo directamente a él - ¿Qué mierda se supone que haces?
-Párala tú – Replicó él a su vez, sin ocultarle un solo momento lo pendejamente molesto que se encontraba – Y eso quiero preguntarte ¿Qué mierda haces? Deja de jugar al novio y la novia cuando ya tienes a quien atender – Jane rechinó sus dientes. Desgraciado. Maldito egocéntrico ¿Se seguía creyendo rey del mundo?
-¿No crees que esas palabras te quedan demasiado grandes?
-Nos vamos – Le dijo, ignorándola.
-¡No se me da la gana!
-Te dije que nos vamos.
-¡Te dije que no! ¿eres sord… - Justin la agarró de la mano antes de que ella terminara de hablar y la abalanzó hacía él haciéndola avanzar unos cuantos pasos en su dirección.
-¿No me has escuchado? – Murmuró en tono firme, casi exigente - He dicho que nos vamos. – Jane lo miró con los ojos bien abiertos. No comprendía su actitud ¿Por qué de repente… creía que tenía derechos sobre ella?
-¿No has escuchado tu que ella no quiere irse? – Alan agarró el brazo de Justin, el mismo que sostenía la mano de Jane y lo miró demandante – Suéltala – le pidió con voz grave – suéltala mientras estoy siendo amable.
Justin se echó a reír y con el otro brazo apartó la mano que Alan tenía sobre él.
-¿Crees que me interesa lo que digas? - aludió calmado, como si de verdad lo estuviera. Era tan buen actor. - Esas palabras no me asustan y No me sorprende que estés tan molesto como lo estoy yo, pero esté no es ni el lugar, ni el momento para echarnos a los golpes y recuerda que ella sigue siendo mi esposa, ahora, si nos permites, Adiós.
Justin apretó la mano de Jane que tenía atrapada entre la suya y la haló con él, alejándola cada vez más rápido del pelinegro, al que sin duda alguna, hubiera golpeado si se hubiera atrevido a besarla.
***
(Minutos antes del encuentro entre Justin, Alan y Jane)
La noche se estaba poniendo fría. Igual que sus sentimientos y su desesperación. Tenía dentro sí una ira reprimida y estaba molesto. Pero ahora, no con Alan, ni con Jane, solo con él. Molesto con él mismo porque no tenía idea de que se le iba hacer tan inllevable la situación. <<Alan . Jane – Juntos >> No podía soportar si quiera esas tres palabras en una sola oración. Y tampoco podía contenerse. Estaba tan descontrolado que incluso, estando Alice en frente no pudo reprimirse y dejó salir todos sus…. ¿Celos?
Celos….
Antes ya lo había pensado, ahora esta completamente seguro de eso.
No solo estaba celoso, estaba muerto de ellos. Muerto hasta el punto de no dejar de mirar de un lado a otro a su alrededor buscándola. No dejaba de mirar entre las chicas de esa noche aquella silueta delgada que llevaba puesta una blusa blanca y una falda negra. Aquella chica que en menos de 4 meses lo había vuelto un completo idiota y era capaz de reconocerlo ahora.
Él nunca había sido así, pero por ella muchas cosas habían cambiado. Su humor, su genio e incluso…. Sus sentimientos.
¿Podía una chica que conoces apenas unos meses hacerte olvidar a la persona que has amado desde los nueve? Antes, se había asegurado de creer que la respuesta a esa pregunta era un “NO” rotundo, pero ahora… estaba seguro de que nada era lo que parecía. Y, para su suerte, existían respuestas alternativas.
Un “Si” en su cabeza estaba carcomiéndole el corazón.
Estaba perdido.
Perdido en él y en que probablemente había cometido un error.
Era una sensación parecida a la que se siente cuando tienes ganas de vomitar. Un nudo grueso y espeso subiendo por tu garganta, pero no es solo hasta que la dejas salir que te sientes mejor.
El problema era que él era demasiado idiota para dejarlo escapar.
La única cosa real en la situación era que estaba descontrolado. Como una tracción de tira y afloja hacía aquel sentimiento por Jane, entre más lejos sabía que debía correr de ella, más cerca estaba del objetivo. De sus hermosos ojos cafés, Y su mente no era muy fuerte como para hacerlo tener determinación y mantenerse al margen, contrario a eso su corazón estaba débil. Por lo que, en ese momento no podría mentir si alguien llegase a preguntarle qué era lo que sentía por Jane.
Era simple, Lo tenía claro, él estaba enamora…
-¡Justin! – el rubio regresó a sí mismo al escuchar su nombre. Los delgados brazos de Alice se enredaron en su espalda y pudo sentir su rostro hundirse en ella. Él no tuvo tiempo de reaccionar. Solo se quedó estático. Su verdad y su realidad estaban cruzadas. A pesar de que era a Alice a quien tenía allí, no podía sacarse a la castaña de la cabeza.
¡Mierda!
No era posible ahora. Siempre pensó que sería del tipo de hombres que, como en las películas que había hecho, podía al menos corresponder un sentimiento aunque no estuviera seguro, pero en ese momento la terrible verdad de que no podía hacerlo, le pegó en la cara como experta.
No podía hacerlo. Punto.
En ese momento solo quería abrazar a Jane. Solo a su castaña.
¡Que mierda! ¿Qué rayos pasaba con su sub consciente y su “Puedo olvidarme de ella porque no la quiero”?
¿Dónde estaban aquellos pensamientos ahora? ¿Por qué no venían a su rescate? ¿O era que simplemente se habían esfumado de su cabeza porque al final, la verdad era que la quería más de lo que podía admitir?
Tragó gordo mientras se ponía de frente hacía Alice y ahora el rostro de la rubia se hundía en su pecho.
-Te he estado buscando desde hace un rato – Aludió ella con voz baja y aguada, como si hubiera estado llorando por un tiempo. Lo miró.
-¿Ha pasado algo?
Justin notó sus ojos rojos y estos le dieron afirmación a su pensamiento. Había estado llorando. se sintió una basura.
-Nada… Solo quería sentirte cerca, Justin.
-Alice… Estoy aquí. -
Apretó sus labios mientras ella lo volvía abrazar y entró en colapso mental. Su cabeza, sus ideas, todo era un embrollo sin arreglo. Un embrollo que, a pesar de todo, le dejaban clara una parte de la situación.
No amaba a Alice.
Había razones para darse cuenta ahora.
Primero: No podía sentir su corazón latiendo desbocado por su cercanía.
Segundo: Notó que en los último días no había pensado en ella.
Tercero: No soportaba la idea de que así como Alice lo estaba abrazando a él, Alan estuviera haciendo lo mismo con Jane.
En el amor, se supone que tienes que emocionarte por estar cerca a tu pareja, sentir tu corazón temblar por ella y sentir el deseo de compartir con esa persona todo en tu vida. El deseo, la pasión, los sentimientos…
Incluso las peleas, que conllevaban a las reconciliaciones.
¿Cómo podía llamar amor a lo que sentía por Alice si no estaba sintiendo nada de eso con ella? ¿Qué carajos era lo que había hecho con su vida?
Miró a Alice y quiso decir para contradecir sus pensamientos, pero fue inútil. Él tenía la razón.
De una manera que ni siquiera notó, la había dejado de querer.
Jane…
Apartó su mirada. Buscando un punto de luz y entonces este punto llegó, llevándose sus pensamientos y dándole todo el control a sus hormonas masculinas.
Los había visto. Esa era la razón.
A una distancia no muy grande, cerca del primer jardín estaba ellos, Alan y Jane, Juntos. Muy cerca.
Mierda. Fue como si una fuerte corriente eléctrica le hubiera pegado de frente en las pelotas y su sangre definitivamente habría terminado de estallar dentro de su cabeza. No pudo ocultar la tensión que hizo presencia en su cuerpo. Ni el acelere desbocado de su corazón debido a ello. Sus músculos se tensionaron y su vista se quedó clavada en aquella dirección, pasando por los invitados y fijándose solo en ellos dos. Como si él fuera un imán y Jane y Alan la fuerza electromagnética que atraía. Sus ojos se quedaron sostenidos justo allí.
Jodiéndole todo.
Estaba jodido y descontrolado y como punto inicial de todos sus sentimientos se sentía desesperado.
¿Qué pasaría si…. Ellos realmente llegaban a enamorarse? Observaba como el pelinegro columpiaba a Jane.
Mierda, mierda ¿Qué carajos podían estar hablando?
En ese momento Alice se separó de él, dejando el pecho de Justin libre y lo miró directamente.
-¿Crees que podamos salir un momento tu y yo y hablar ahora? - le preguntó, pero él no la escuchó, estaba distraído - Jus… – volvió a decir ella más alto, captando entonces su atención - ¿Estás escuchándome? - ¿Lo estaba haciendo? Justin apartó su mirada de Jane a regañadientes y miró a Alice sin tener idea de que era lo que ella le había dicho.
-¿Dijiste algo? – Preguntó pasivo medio avergonzado e inconscientemente su mirada se fue de nuevo hacía el lugar en donde se encontraba la castaña. Estaba mirando desde lejos ¡Era una mierda! Odiaba tener que ver eso.
-¿Podemos salir ahora? – Repitió Alice - Quiero decirte algo – Justin se mordió el labio.
-¿Tiene que ser ahora, Jane? – Dijo - no creo que sea buena idea por la fiesta.
-¿Jane? - Alice se quedó incrédula, con el ceño fruncido y una parte de su corazón desmoronándose. Rio para no sentirse peor ¿Jane? Realmente lo había dicho ¿No? Abrió los ojos y lo miró ahogando un grito - ¿Cómo me dijiste? - preguntó en tono bajo.
-Qué si tiene que ser ahora…
Ella esbozó una sonrisa silenciosa, sintiendo aquellas palabras peor que un golpe en el trasero. Todo se iba abajo y ella lo había visto venir. Justin la había llamado por otro nombre y ni siquiera se había dado cuenta ¿No hacía eso está mierda mucho peor?
-Me llamaste Jane – le dijo.
-¿Qué? – él abrió los ojos - No lo hice
-Lo has hecho, Justin.
-Alice…
-¿Te has enamorado de ella?
Justin se quedó callado unos minutos mirándola fijamente. Observando en aquellos ojos azules a la chica que creyó amaba, un amor ciego, un amor enfermo que solo estaba en su imaginación, un amor que al final no había sido amor. Ahora que lo sabía, todo se aclaraba en su cabeza, finalmente lo podía ver.
-Esto es una mierda, Alice - dijo por fin - Ella esta irritante, molesta y contradictoria, siempre está gritando y sacándome de quicio, le gusta el desorden, es sucia y ¡ni siquiera sabe cocinar! no es para nada mi tipo, nada lo que hubiera buscado en una chica, pero… aunque sé eso, aunque tiene esa extraña personalidad, en estos momentos… No puedo dejar de pensar en ella. Yo solo… No estoy tranquilo… ella, Alan… ¡Me enloquece! ¿Entiendes? - Alice se quedó callada y bajó el rostro, tragándose con dificultad aquella extraña sensación que sintió dentro del pecho. ¿Se suponía eso que Justin la estaba dejando de lado? – Intenté negarme esto, no sabes cuánto, pero… No puedo más. Lo siento Alice – Justin la miró a los ojos. Aunque se sintiera escoria por hacerlo, sabía que mentir era mucho peor que la escoria – Lo siento pero no puedo cumplirte la promesa que te hice… Yo… tengo que ir por Jane.
En ese momento, Justin supo que nunca había estado tan seguro de algo como de sus sentimientos.
***
-¿¡Que mierda te pasa!? - Gritó Jane y se soltó del brazo de Justin con un movimiento brusco. Estaban en el segundo piso de la casa, después de haber pasado la sala infestada de gente agarrados de la mano como si no hubiera nadie allí y no notaran que algo iba mal entre ellos. Justin la había hecho entrar a su habitación (el grande salón con fotos de él por todos lados y paredes blancas) prácticamente a la fuerza y su ego estaba bastante lastimado, Estaba jodidamente molesta. Más que eso, Confundida. El muy desgraciado seguía haciendo cosas para enredar su mente, para hacerle sentir como si realmente le importara cuando no era así. - ¿Quién mierda te crees para tratarme así, Justin? - Gritó otra vez - Dime ¿¡Quién!?
Él se quedó callado reparándola de pie a cabeza intentado controlarse, porque si Jane estaba molesta, posiblemente él lo estaba el doble. Encima la música a alto volumen que estaba abajo le fastidiaba.
-No me creo nadie – le respondió.
-¿Entonces por qué me lo sigues haciendo difícil? ¿Por qué te sigues apareciendo?
Silencio.
-¿Tanto te gusta Alan que me hablas así? – Reprochó él después de un momento - ¿Qué? ¿Tan importante es para ti?
-¡Waooo! – Dijo sarcástica - no sabía que era de tu incumbencia.
-¡Pues lo es! - Afirmó. – ¡Lo es porque eres mi mujer! - La castaña lo miró frívolamente sí pestañear y apretó el puño.
-¿Tu mujer? – Masculló con una falsa indiferencia - ¿Desde cuándo lo soy, eh? ¿Desde cuando dejé de ser la pobre tonta a la que contraste como esposa y solo debe limpiar y cocinar para ti por un sueldo? ¡Dime! ¿¡Desde cuándo!?
-Desde el día en que te entregaste a mí – Le respondió - Desde ese día tengo derechos sobre ti, tú también, sobre mí.
-Eres… - se quedó calada - No puedo creer si quiera tengas la cara para decirlo así cuando ambos sabemos que eso no significo nada para ti. Eres pero que cínico, Justin.
-Eso no es cierto…
-Te fuiste corriendo hacia Alice, Justin. Y eso fue suficiente para mí.
-Jane escucha…
- ¡Quiero el divorcio!. – Le soltó sin detenimiento – Quiero que nos separemos de una buena vez.
Como estar cayendo a un precipicio profundo y sin fondo, una agonía incesante que le recorría todo cuerpo y lo hacía sentir miserable, Eso fue exactamente lo que sintió Justin en ese momento ¿Había escuchado bien?
-¿Qué Dijiste? – preguntó, acercándose a ella pasivamente. Jane bajó la mirada evitando a toda costa verlo a los ojos. No había duda que entre pensarlo y hacerlo la diferencia era notable. Las palabras eran navajas rompiéndole la boca. Dolía el doble de lo que imagino. Sin duda, los finales siempre eran dolorosos.
-¿Acaso vale la pena seguir con esto? – Dijo, ocultándole cuan dolida se encontraba – Tu y yo, esto siempre fue una idiotez ¿No? Una farsa. Yo no soy importante para ti ¿Recuerdas?
-¿Por qué? – Murmuró él ignorando su pregunta, pero su voz no fue un grito y aunque sonó como reproche se mantuvo a un volumen que reflejaba sorpresa y… Dolor - ¿Por qué me estás diciendo esto tan repentinamente? – Jane no lo miró - ¿Acaso es Alan quien te lo ha pedido? ¿Es él quien te quiere lejos de mí? ¡Que mierda!
-Justin…
-¡De ninguna manera me voy a divorciar, Jane! - Justin levantó la voz y la miró fijamente - ¿La tienes?
¿La había dicho no?
-¿Crees que tienes el puto derecho de negarte a lo único que te he pedido desde que comenzamos con esto?
La castaña lo encaró partiéndose el pecho para no derrumbarse frente a él, porque la verdad es que no era fácil. - ¿Por qué te niegas, eh? – Gritó - Te estoy dejando libre.
-No te estoy pidiendo que me dejes libre – Justin caminó hacía ella y la arrasó con aquellos ojos llenos de fuego. Como si de repente fuera otra persona. Ella dio un paso para retroceder el sentirlo tan próximo y se le encogió el corazón.
-¿Por qué hacer esperar a la mujer que amas meses innecesarios para estar con ella? Es ilógico Justin, Anda, persigue tú futuro, ese que visualizaste siempre al lado de ella, y déjame a mi tener el mío, no actúes tan egoísta.
Él se rio de mentiras y se pasó la mano por la cara.
-Y ese futuro lo quieres junto a él ¿Verdad?
- Aun no lo comprendes – Esbozó ella bajando la mirada – En tu mundo solo estás tú, tú y tú no te importa nadie más que tu persona ¿No ves lo que sufren los demás por tu culpa? – Jane levantó los ojos y tragó gordo – Te quiero lejos. Fin. No tengo que explicarte nada más. - Justin acortó la distancia que los separaba de una zancada, pero ella no retrocedió.
-¿Me quieres lejos? – Repitió.
-Al otro lado del continente si es posible. – él no dijo nada. la castaña soltó las palabras como alfileres hirientes y rechinó los dientes consciente de que probablemente Justin iría corriendo hacía Alice después de eso. Sin embargo, Él seguía allí, frente a ella, sin apartarle la mirada. Era un perfecto estúpido. Si tan solo fuera distinto… si pudiera ver a través de ella… tragó gordo. – Adiós. - finalizó y se encaminó hacia la puerta de salida de la habitación de Justin dejándolo atrás y con eso su fugaz y pasajero matrimonio.
Apresuró el paso para salir lo más rápido posible y encerrarse en su habitación, pero todo pasó cuando menos se lo esperó y el destino aún no había terminado con ella.
Justin al alcanzó con dos pasos largos y antes de que ella cruzara el umbral de la puerta la agarró por el brazo haciendo que ella girara en su mismo eje y quedara frente a él. Mirándose las caras sucumbidas por la rabia del momento.
Jane no dijo nada, solo miró pero él le sostuvo el rostro con las dos manos antes de que ella pudiera decir algo y entonces lo hizo.
La beso. Llevó su boca sin detenimiento a la de Jane dejándola fuera de base.
Sus labios se adhirieron uno a otro tan rápido que la necesidad que sentía por Jane lo llenó por completo. Ya lo había comprobado y nada podía hacerlo pensar lo contrario. Él no podía mantenerse alejado de ella. Ella era su necesidad y ahora lo veía tan claro como el agua. La realidad estuvo todo el tiempo frente a él ¿Cómo pudo estar tan ciego? Su corazón gozó del simple hecho que era juntar sus labios por un momento más, hasta que ella lo bajó del cielo cuando empezó a forcejar para apartarse de él. Para alejarlo de sí misma. Lo empujo furiosa y logró apararlo mirándolo fijamente sin entender cual era propósito de actitud, pero él volvió acercarse de improviso y la besó otra vez, dejando a un lado que ella estaba remisa a hacerlo. Odiaba que fuera de esa forma. Pero quería hacerla entender. Que sintiera cuanto la necesitaba.
Jane lo apartó de nuevo con un empujón y lo miró con rabia ¡Cuanto lo odiaba!
-¿Qué mierda haces? – le gritó. Justin la miró fijamente mordiéndose el labio.
-Solo quiero hacerte saber que yo soy tu marido.y hasta aquiii llegoooo NO SE QUEJEN n.n