“La dejaste ir”
Jane levantó la mano sin una pisca de amago en su mirada y la estampó directamente en la mejilla izquierda de Justin sin piedad.
Lo tomó totalmente desprevenido.
-¡Eres un idiota! – Le gritó.
Justin se quedó en silencio llevándose la mano hacía la mejilla roja por el golpe y la miró con los ojos bien abiertos. Incrédulo. Ella lo miraba también, pero no parecía ser ella en realidad, la expresión en sus ojos era completamente distinta, a aquel envuelto de ternura, de inocencia, se había tornado de repente una pared helada que parecía inaccesible. Como si estuvieran muy lejos. Como si ahora ella estuviera muy lejos.
Lejos de él. La recordó entre sus brazos entonces y el corazón le latió con fuerza. Recordó la manera en que la noche de la fiesta en casa de Zayn ella se había entregado a él y como sus besos lo sucumbieron en un profundo lago de emociones. Como la había sentido tan cerca. Tan suya.
Se mordió el labio y le apartó la mirada. El sentimiento que le recorría el cuerpo nunca antes lo había sentido y lo hacía helar. Sus piernas estaban rígidas y su cabeza parecía un pelota de pin pon puesto que solo revoloteaban pensamientos de arriba hacia abajo y viceversa.
Un pensamiento, un temor ¿Y si era demasiado tarde para él?
-Sé que prometí que no volvería besarte – Le dijo. Dejó caer la mano de su cara y aprovechó el momento para atrapar su mirada de un modo arrollador, haciéndola temblar al instante - pero Jane, esta noche estoy rompiendo promesas que no puedo cumplir.
Jane se mordió el labio y sus ojos llenos de fuego lo volvieron atravesar.
-Vete al diablo – Soltó – Hace mucho dejé de ser tu juguete - La castaña dio media vuelta sintiendo arder en su fuero interno y se dirigió a la salida de la habitación. Se había dado cuenta de que en su vida, la poca calma que lograba alcanzar se dispersaba cuando él estaba cerca, que su presencia ponía su mundo de cabeza y estaba cansada de eso. Cansada de que él creyera que podía venir y desbaratarle su paz. Cansada de sentirse usada, como una muñequita que siempre podía sonreír. Y sobre todo cansada de Justin por hacerla sentir de ese modo. La decisión no tardó en atravesar por su cabeza. Ya no podía quedarse más a su lado. Tenía que alejarse de él.
Y ya sabía cómo.
Cruzó el umbral de la puerta dejándolo detrás mientras sentía sus ojos en su espalda. Se había dado cuenta de que últimamente tenía que tomar decisiones nada fáciles y de que además, eran dolorosas. Camino más rápido para perderse de su campo de visión al mismo tiempo en que él, de pie en le mismo lugar, observo la fina figura de su cintura desaparecer como el aire del cálido verano. Apretó el puño y ahogo un grito.
Todo estaba mal. Ahora podía verlo.
La estaba perdiendo.
Ella misma lo había dicho: Divorcio.
***
Sentir tanta desesperación no era para nada parte de su personalidad. El vacío que parecía hacerse en alguna parte de sí mismo tampoco. Estaba envuelto en un mar de inseguridad que lo estaba volviendo loco y no lo dejaba dormir. Las luces en la habitación estaban absurdamente nulas y la oscuridad abarcaba todo a su alrededor. Ni siquiera la luz de la luna entraba por las ventanas. Tanto la noche como su habitación estaban del mismo modo: Frías.
La fiesta había acabado tan bien, como su noche de mal. ¿No era irónico?
Jane no volvió a bajar después de hablar/Discutir con él y él no había podido alejar de su mente la voz de ella diciéndole que se divorciaran. Tampoco su expresión. La dura mirada que le brindó seguía en adherida a sus recuerdos como el agua a los peces. Era como si, de repente, hubiera entrado a la realidad ¿Cómo fue que nunca lo vio antes? ¿Cómo fue que se cegó tanto ante la idea de poder quererla que solo se lo negó a él mismo? ¿Cómo fue que había llegado a esa circunstancia? Solo sabía que deseaba abrazarla y hacerla sentir lo mucho que la quería. Después de todo ¿No fue ella quien lo hizo ver más allá de todo? Estaba tan jodidamente molesto con él mismo que en respuesta a sus preguntas, no tenía ninguna.