XXXIII

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Desperté bien temprano, el sol me estaba dando directamente en la cara. Me senté en la cama y me estiré con pereza mientras bostezaba. Me volví a acostar, pero escuché como las demás se empezaban a despertar. No quería levantarme, nos acostamos tarde gracias a la caza de luciérnagas de anoche y simplemente no estaba de humor como para volver a la cabaña a esta hora.

-¿Qué quieren para desayunar?- preguntó Michel justo antes de bostezar.

-Huevos- dijo Clarisa.

-Tocino- esta vez fue Rosa que lo dijo.

-¿Alguien más?- preguntó Michel levantándose de la cama.

-Yo quiero seguir durmiendo...- dijo Amanda arropándose de pies a cabeza en su lado de la cama.

Luego de ella decir eso, sentí como algo frío cubría mi cuerpo y como Amanda gritaba de sorpresa. Nos arrojaron una cubeta de agua... si serán...

-¿Por qué yo llevé también?- pregunté mientras me sentaba con tranquilidad en la cama que ahora se encontraba húmeda.

-Porque se notaba que también te querías quedar durmiendo- contestó Michel y vi que Rosa salió corriendo hacia el exterior de la habitación.

Todas bajamos hacia la cocina, ya los chicos se encontraban ahí. Todos nos saludamos y empezamos a preparar el desayuno, pero... hicimos un enorme desastre gracias a una pelea de comida. ¿La razón? Tomás estaba molestando a Magdalena y ella simplemente le arrojó una bolsa de harina a la cabeza y ahí siguió el problema, hasta que Don Julio entró al rescate, bueno... lo golpearon con un huevo, pero terminó con todo.

-Nely comenzó... - dijeron esto junto a una leve risilla.

-Steicy, no me metas en problemas- me burlé y escuché como todo se quedó callado. ¿Qué? ¿Qué hice?

-Sabes que mi nombre es Clarisa... ¿verdad?- dijo esta, confundida y a la vez divertida por mi equivocación.

-Oh, lo siento- me disculpé y luego me senté en una de las sillas del comedor- Steicy y yo estamos tan acostumbradas a hacer desastres en la cocina que hasta eso terminó siendo una frase-

-Y dinos...- empezó a hablar Michel- ¿Por qué ella no te acompañó?-

-Porque esto es como una costumbre para mí... no puedo romperla- dije. Seguro que me escuché demasiado egoísta.

-Está bien- dijo ella con una sonrisa- Los hermanos pueden tener sus secretos o algo-

-Eso lo sé perfectamente- contesté y coloqué la mano en mi bolsillo. Un momento... ¡Dejé el celular en la cabaña! Ya veo que Steicy me va a matar- Chicas, tengo que irme- me levanté con rapidez y fui caminando hacia la puerta.

-¿Qué pasa?- preguntó Joseph entrando a la cocina.

-Tengo que irme... es algo urgente, pero no hay que preocuparse- dije con una sonrisa.

Él llamó a los demás integrantes de la familia y me despedí de cada uno de ellos. Salí de la casa y acaricié a uno de los caballos y luego me dirigí a paso lento hacia aquella cabaña alejada de la civilización. Seguí caminando por un rato hasta que al fin pude llegar a la cabaña. Había charcos de lodo por todos lados y la hierba estaba brillante. ¿Será que llovió en algún momento de la madrugada? No sé ni me importa, lo que sí sé es que cerré todo antes de irme. Tomé la llave de mi bolsillo y la introduje en la cerradura de la puerta, abrí y entré. Me saqué las botas y las arrojé a un lado de la habitación, tomé mi celular de la cama y me senté en la orilla de esta. Respire profundamente y dejé caer mi cabeza contra el colchón.

-Ay... me va a matar si enciendo esto...- murmuré mientras levantaba perezosamente el brazo y colocaba el celular encima de mi cara.

Desde hace rato estaba sintiendo una enorme pereza, me gustaría quedarme por dos días más, pero... ya hasta Alejandro me mataría. Estaba en un dilema de si volver la fecha acordada o si estar por un poco más de tiempo, solo para seguir viendo las cosas de mamá a solas. Tarde o temprano le tendré que mostrar la caja a papá, puede que me regañe o simplemente la observe conmigo, pero al menos sé que todavía tendré algo de parte de ella.

Me levanté del suelo y busqué la caja de colores en el lugar. Ya cuando los encontré, los dejé encima de la cama y saqué una libreta para dibujar de la mochila, nunca salgo sin una, me acosté boca abajo y empecé a hacer trazos con un lápiz normal de carbón y, cuando terminé, le di color. Algo suave, en mi opinión. Esto de volver estar lejos de mi hermana me estaba haciendo daño, pero mucho. Me levanté de la cama, fui al baño y me di una ducha, luego de eso salí con la toalla envuelta en el cuerpo y volví a acostarme boca abajo en la cama, no estaba de humor para nada. Crucé los brazos en frente de mí y coloqué mi cabeza ahí. Mi vista viajó vagamente hacia la dirección en la que se encontraba mi rostro. No tenía sueño, solo... no me sentía bien. Esta soledad a la que estaba acostumbrada, se me estaba haciendo incómoda por primera vez. No me lo creo, ¿tan rápido me había acostumbrado a estar con los chicos?

-Ojalá estuvieran aquí...- murmuré con voz apagada.

Apreté el celular, menos el dedo que estaba encima del botón de encendido. Hice una mueca, me senté de golpe en la cama y me quedé observando el aparato en mi mano por un momento.

-¿Debería llamar?...- me pregunté en voz alta.

Levanté la mano en la que se encontraba el celular, con la otra levanté la mochila y lo coloqué ahí. Dejé la mochila a un lado y mi vista viajó más allá de la ventana de la habitación.

Negué con la cabeza mientras me perdía en mis pensamientos...

No, no lo haría... simplemente no.

Viviendo Con Mi HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora