XXIII

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La fiesta de bienvenida tardó al rededor de unas ocho horas. Cada oportunidad que tenía la utilizaba para tratar de escapar, pero siempre era descubierta o por mi hermana, o por papá. Parecen águilas o qué sé yo.
Justo ahora son las 9:37 de la noche, hace un par de horas que los chicos se fueron y nos dejaron a los mangrinos bien borrachos. Estoy cuidando a papá en su habitación, mientras que Steicy cuidaba a Alejandro y a Nathaniel en la habitación de huéspedes y Mery y Nelly están preparando algo de cenar. Me levanté de la silla que había colocado anteriormente al lado de la cama de papá y busqué mi celular.

-Nely~ el caballo gringo de la deidad azteca no deja de burlarse de mí~- se quejó papá tratando de levantarse de la cama, cosa que evité al instante.

-Papá, ese caballo se fue volando hace rato- le seguí el juego.

-¡Pero si está ahí!- gritó apuntando hacia una esquina vacía en la habitación.

Me golpeé mentalmente por lo que iba a hacer.

-Shu, largo- dije mientras "ahuyentaba" al caballo con mis manos- Vete, caballo gringo de la deidad rusa-

-¡Azteca!- me corrigió papá.

-Perdón, azteca- dije y volteé rápidamente para que no me viera reír.

-Ya está la sopa- me avisó Nelly desde la puerta.

-Gracias, Nelly- le dije y papá se nos quedó mirando por unos segundos.

-Ustedes se llaman exactamente igual- comentó él y luego se echó a reír.

-Bueno, técnicamente sí- dije y Nelly hizo una cara de "estamos jodidas".

-¿Por qué se llaman igual?- preguntó él y esta vez sí que me di en la frente de verdad.

-Porque sí y ya- contesté y miré a Nelly- Busca la sopa, por favor-

-No tienes que repetirlo dos veces- dijo ella y se fue corriendo hacia el pasillo.

...

¿Por qué no fui yo a buscar la sopa?

-¿Ellie?- preguntó papá y yo me giré hacia él para poder verlo. ¿Por qué habrá dicho el nombre de mi difunta madre?- Ellie... ¿eres tú?- volvió a preguntar y se le llenaron los ojos de lágrimas.

-Eh... no... verás-

-Ellie, te creí muerta- dijo él mientras me abrazaba. Cada poco soltaba pequeño sollozo, no puedo romperle esta ilusión.

-Estoy aquí, mi amor- dije y papá me abrazó con más fuerza.

-No sabes cuánto te extrañé... ¿Sabes? Me volví a casar- comentó y yo sonreí.

-¿Oh, sí? Que bueno- dije y él asintió con euforia.

-Aunque tú y yo seguiremos siendo los mejores amigos, ¿verdad?- preguntó con aire soñador.

-Claro- dije y él sonrió con lágrimas en los ojos. De verdad que no puedo creer que me esté confundiendo con mamá, ni siquiera nos parecemos para saber si es posible o no. Bueno, ella era la gemela de tía Laura y ella y yo no nos parecemos.

-Oye, ¿sigues guardando aquella caja?- preguntó a modo confidente. Me abaniqué con mi mano por el repugnante olor a alcohol que salía de su boca.

-¿Caja?- pregunté y él asintió.

-La caja que siempre mantenías escondida en el ático de nuestra casa- dijo él.

-Eh... ¿Qué hay en esa caja? Ya sabes, se me olvidó luego de tanto tiempo- dije tratando de sacarle la mayor información posible.

Viviendo Con Mi HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora