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Ambos escuchamos un auto estacionarse. El pánico se apoderó de nosotros, provocando que no pensáramos bien en una idea para salir de ahí. ¡El auto! El auto estaba estacionado dentro de la propiedad. Vale, el premio a los tontos más grandes de la vida es para nosotros. Limpié los restos de lágrimas de mis ojos y me separé de Alejandro. Él sacó la cinta de video, la escondió en su abrigo y salimos corriendo de la biblioteca. Corrí en frente de él para que me siguiera hasta mi habitación, ahí cerramos la puerta con delicadeza para que no se escuchara y nos colocamos detrás del armario.

-La cagamos- dijo Alejandro en un susurro. Traté de no reír, ya que podíamos ser descubiertos o algo.

Mi celular empezó a sonar, luego dejó de hacerlo y sonó el de Alejandro. No jodas. ¿Es Steicy o quién? Escuchamos unos pasos cruzando por el pasillo, hasta detenerse en frente de mi habitación. Alejandro apagó el celular y yo hice lo mismo. Estamos muridos...

-Nely, sé que estás ahí. Sal, por favor- caí de espaldas al escuchar la voz de Marcos dentro de la habitación. Su risa provocó que lo mirara con cierta ternura.

-Hola, Marcos- lo saludé mientras él me sujetaba de la mano para que me pudiera levantar- Ah, Alejandro, te presento a mi mejor amigo y chofer, Marcos. Marcos, te presento a mi cuñado-

-Un gusto- dijo Marcos saludando al moreno de manera formal.

-Igual- contestó Alejandro junto a una sonrisa.

-Ahora... ¡Ven aquí, pequeña!- gritó Marcos soltando el saludo que tenía con mi amigo e iba hacia mí y me levantaba en un fuerte abrazo- Sé que no te gusta, pero... ¡Felicidades!-

-¡Marcos!- dije algo avergonzada. Debería de estar acostumbrada a esta clase de afecto de parte de él en este día, pero jamás lo había hecho en frente de otra persona y justamente estaba ahí el chico con quien más he discutido en lo que llevo de vida.

-Esto se lo mostraré a Steicy- escuché que comentó Alejandro detrás de mí. Me giré un poco y pude ver que apuntaba la cámara de su celular hacia nosotros. Joder- ¡Estás rojita!- ¡Joder x2!

-¡No lo estoy!- le grité llevándome las manos hacia la cara para poder cubrirla. Esto es demasiado vergonzoso.

-Sí lo estás- Marcos le dio la razón a Alejandro mientras restregaba su mejilla contra mi cabello. ¡Me la van a pagar, putos!

-Bájame- le pedí aun con las manos sobre mi rostro. Él obedeció y me dejó lentamente en el suelo.

-¿Te irás?- esa pregunta me hizo levantar la mirada. Marcos ya lo sabía, estaba acostumbrado, pero jamás le agradó lo que hago.

-Sabes que sí- dije con una sonrisa culpable. Estaba tratando de pedir disculpas con la mirada, como lo hacía año tras año.

-Y tú sabes... que no me gusta...- murmuró él con los brazos cruzados y con la mirada perdida hacia una esquina de la habitación.

-A mí tampoco me gusta esa idea- habló Alejandro después de un breve momento.

-Bueno, ya- dije algo incómoda- Chicos, ya es tiempo de que me vaya-

-Sí, lo sé- contestó Marcos con el ceño levemente fruncido.

-Te prometo que te llamaré desde que vuelva- le dije tratando de que cambie esa mala cara que tenía.

-Sé que me llamarás, como cada año...- dijo cruzando los brazos, pero con una mirada más tranquila- Tienes suerte, sabrás al menos cómo llegar allá. Siempre se va por su cuenta- habló refiriéndose al moreno.

-Eso fue lo que ella me contó- comentó Alejandro y luego me miró- Deberías dejar esta clase de costumbres-

-No puedo- dije y con una sonrisa giré hacia Marcos- ¿Sabes que te adoro?-

-Sí, lo sé... ayante...- dijo y me abrazó con fuerza- Cuídate...- susurró contra mi cuello.

-Eso haré...- dije y sentí que él colocaba su mano en mi bolsillo y algo caía dentro de este. Ambos nos separamos y vi que su sonrisa era más amplia.

-Vamos, antes de que tu hermana nos mate... o mejor dicho, a mí- dijo Alejandro y yo asentí y lo seguí, no sin antes enviarle una mirada de segyridad a Marcos.

-Adiós- le dije y salimos corriendo hacia el pasillo, pero me detuve, subí hacia el ático y de ahí me llevé la caja con los recuerdos de mamá, también fuimos hacia la biblioteca y me llevé un par de libros que seguramente me serán muy útiles en estos días.

-En serio que me tienes nervioso- escuché que dijo mi amigo ya cuando estuvimos dentro del auto.

-¿Por qué?- pregunté mientras me abrochaba el cinturón de seguridad.

-Sé que ya has estado este tiempo sola... pero... ¿No tienes miedo de que pase algo estando ahí sin alguien que te ayude?-

-No ha pasado algo por lo que tenga que temer de estar sola ahí...- respondí con una leve sonrisa- Al ser un lugar muy apartado, nadie sabe llegar-

-Nadie además de ti... ¿Cómo llegaste a descubrir ese sitio?- preguntó para luego encender el vehículo.

-Eh...- me tensé en mi asiento, es algo incómodo de contar- ¿Quieres escuchar la razón?...- escuché que hizo un sonido afirmativo con la boca- Fue hace más de cinco o seis años, tía Laura, la cual pensaba que era mi madre, literalmente me dijo un día que quería que desapareciera de la faz de la tierra. Ese mismo día me golpeó tantas veces que sentí tanto odio hacia la humanidad, escapé por la ventana y caminé durante tanto tiempo que me perdí. Encontré un hermoso lugar, algo así como un campo y una cabaña totalmente abandonada se encontraba allí. Me quedé ahí por unas cuantas horas, hasta que salí y entre Marcos y un policía me llevaron a casa... me encontraron en la carretera, pero jamás supieron de dónde salí ni nada de eso-

-Wow...- murmuró Alejandro sin dejar de mirar la carretera.

-Dobla por ahí- le indiqué y luego me giré hacia la ventana- ¿Sabes?... para mí es un lugar de paz... nadie sabe dónde está, es callado y puedo pensar con tranquilidad... ¿Me entiendes?- le dije y cuando me giré hacia él vi que asintió.

Ambos seguimos en silencio, el cual se rompía cuando le indicaba qué calles tomar para llegar al destino. Cuando vi un letrero de la salida de la ciudad, le pedí a Alejandro que se detuviera. Tomé mis cosas, bajé y me coloqué al lado de la ventana del conductor.

-Gracias- le dije con una simple sonrisa.

-Te diré algo... Nathaniel quería hacerte algo para tu cumpleaños- dijo Alejandro y vi que una sonrisa maliciosa se formaba en su rostro.

-Con razón le dijiste eso de que se le arruinó el plan...- comenté algo pensativa.

-Así es- dijo y dejó que sus ojos inspeccionaran el lugar- Cuídate- dijo luego de unos segundos.

-Adiós, Alejandro- dije y me enderecé.

-Adiós- dijo y puso en marcha el auto.

Pude observar cómo se alejaba cada vez más de donde me encontraba, alcé la mano a modo de despedida y caminé hacia la diminuta acera que separaba la carretera con las extensiones de campo que se encontraban ahí. Tomé mi celular, revisé que tenía unas cuantas llamadas perdidas de mi hermana y de las demás chicas y unos cuantos mensajes. Apagué el aparato y seguí mi camino hacia aquella cabaña que me estaba esperando.

Viviendo Con Mi HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora