XXIX

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No pude dormir en la noche completa, me sentía demasiado ansiosa como para poder conciliar el sueño. Volví a fijar la mirada en la pantalla del celular, las 5:33 de la mañana. Me senté y pude sentir como un leve mareo se apoderó de mi cuerpo, seguro debe ser el insomnio. Tomé mi celular, la ropa que estaba encima de mi escritorio y fui directo hacia el baño. Me di una ducha rápida, me lavé los dientes, me puse la ropa que consistía en unos jeans oscuros, una camiseta gris, un abrigo negro y unas zapatillas deportivas azules, mi cabello en una cola alta y mis clásicos lentes azules. Salí del baño, dejé mi toalla mojada encima de un gancho y fui hacia el primer piso. Tomé las llaves de una cajita en donde papá las guarda y fui hacia el exterior de la casa. Cuando estuve afuera, el viento frío golpeó mi rostro. Joder... ya me estaba empezando a congelar y ni siquiera tenía cinco minutos ahí.

-¿Nos vamos?- escuché que hablaban detrás de mí.

-¿No es muy temprano?- le pregunté a Alejandro.

-Niña, son las 6:20 de la mañana- dijo mientras me mostraba su celular. Espera... ¿el tiempo pasó muy rápido o qué pedo?

-Ya tengo las llaves- dije.

-Aquí está tu mochila- dijo dándomela en la mano, sí que estaba pesada- Lo demás está en el auto-

-Gracias- le dije- Ahora, vámonos-

-Pensé que nunca lo dirías- se burló Alejandro.

Ambos fuimos hacia la parte trasera se la casa, localizamos mi auto y subimos a este. Coloqué mi mochila en los asientos traseros, junto con otras tres maletas pequeñas que Alejandro había guardado allí con anterioridad. Me estaba poniendo el cinturón de seguridad mientras que Alejandro arreglaba los espejos.

-Felicidades- dijo él de repente.

-¿Qué?-

-Feliz cumpleaños- dijo ahora apoyándose en el asiento.

-Cállate- me crucé de brazos en mi asiento, pero con una pequeña sonrisa.

-Estás sonriendo- comentó él riendo un poco.

-No lo estoy haciendo- le contesté colocando una mirada seria.

-Sí, claro- dijo Alejandro.

-Ya vámonos- dije mirando por la ventanilla. No quiero verlo y reírme.

Alejandro encendió el motor del vehículo y salimos de la propiedad en pocos segundos. Recuerdo haberle dejado una nota a Steicy diciendo que tenía que hacer unas cuantas cosas y que regresaría un poco más tarde, pero me va a querer asesinar al final del día. Lo sé...

-Pareces cansada. ¿Quieres dormir un poco?- preguntó Alejandro sin dejar de ver el camino.

-No, no tengo sueño- solté un bostezo- Maldita sea...-

-Mira, en unos treinta minutos haremos una parada para comprar las últimas cosas que necesitas. Duerme en ese tiempo- recomendó él alejando la mirada del camino por unos segundos para después ponerla a su sitio anterior.

-Está bien...- dije acurrucándome en mi asiento, para poco después cerrar lentamente los ojos.

En poco tiempo quedé en profundo sueño.

...

Estaba despierta, pero con los ojos cerrados. En serio que tengo un terrible insomnio. Aun con los ojos cerrados, me arreglé en mi lugar y halé la sábana hasta cubrirme del cuello hacia los pies. Esperen... ¿una sábana? Abrí los ojos con lentitud, la luz me estaba molestando. Cuando los tuve completamente abiertos, noté que el auto estaba estacionado, mi asiento reclinado hacia atrás y también tenía una de las sábanas que se supone que debía de estar en la maleta.

Viviendo Con Mi HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora