~Capitulo 17~

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Después de la rápida despedida de Luh. Sara y Exo entraron a la habitación juntos, mientras que Macundra se quedó afuera, sin ganas de ver la escena.

--Joder, odio ver a la gente así-- mencionó Exo.

Los dos pasaban la mirada por las vendas de Gona. Mantenían una mirada de preocupación y tristeza.

--Oh, Gonis...-- Sara bajó la mirada-- nunca pensé que alguno de nosotros podría pasarle este tipo de cosas, es extraño ver a uno de la pandilla en este estado.

--Sí, y es peor sabiendo que tengo la culpa-- Exo se mordía el labio inferior, así tratando de no liberar las lágrimas contenidas en sus ojos.

--Morsa, ya habíamos hablado de esto, es mejor no culpar a nadie.

--Ya... pero...-- se frotó los ojos-- no puedo evitar pensar en eso.

--Bueno, seamos positivos-- Sara sonrió falsamente-- pronto despertará y todo seguirá como antes.

--¿Podrías dejarme un momento solo?.
La pregunta de Exo causó una leve sorpresa en Sara, la cual asintió y salió del lugar.

Exo se acercó más a Gona, mirándolo detalladamente. Pasó su mano por el brazo de su amigo, dándose cuenta de lo frío que éste estaba.

--Perdoname, por favor-- susurró, pasando la mano sobre las vendas-- no sé si me escuchas, pero aún así te diré que...-- suspiró para darse ánimos a si mismo-- aunque no seamos los mejores amigos, te quiero, y odio verte de esta forma.

Después de un rato se apartó, limpió sus ojos y salió apresurado.

(...)

La luz de la luna iluminaba el rostro de Luh, el cual se mantenía acostado en su cama, con la mirada fija en el techo.

Tenía insomnio, pero no de esos que cualquiera tiene, sino de esos que tienen nombre y razones.

No podía dejar de pensar en Gona, estaba preocupado por él y a la vez se sentía culpable de todo.

Una parte de él sabía que nadie era responsable. Exo no tenía forma de saber si era el momento adecuando para hacer esa llamada, y Gona se había ofrecido a llevar a Luh a su casa, por lo que tampoco podía echarse la culpa.

Al final logró convencerse de que lo mejor sería no hablar de las causas del accidente.

En algún punto de esa noche, recordó el beso que le había dado esa tarde.

--¡¿En que pensaba?!-- exclamó cubriendo su cara con una almohada.

Estaba consciente de lo que había hecho, pero no sabía porqué.

--¿En serio lo besé?-- se preguntó para luego dar un largo suspiro-- ¡¿Cómo pude besar a Gona?!

Simplemente no podía creer que haya sido capaz de darle un beso a su mejor amigo. No importaba que éste no se diera cuenta.

Un secreto más que guardar, archivado al lado del recuerdo de esa noche en Francia, cuando Gona estaba ebrio.

Por más que trataba, no encontraba excusa de sus acciones. Hasta pensó que solo fue un simple impulso, nada más que eso.

Pero después de un largo tiempo pensando, llegó a la conclusión más obvia: estaba enamorado de Gona.

--Sí, eso debe ser. Eres un tonto, Luh- se dijo a si mismo-- ¿Como pudiste enamorarte de él?

Y entonces recordó... Había comenzado a sentir algo por él desde el beso que le había dado estando ebrio.

Pero no fue solo desde ahí, Luh siempre puso a Gona sobre los demás miembros de la "pandilla", y viceversa.

Nunca le había puesto mucha atención a esto, puesto que pensó que solo era porque lo conoce más tiempo que a los demás, y porque es con él que mejor se lleva.

Nunca había pensado en las causas del porqué los chistes malos que hacía él, Gona era el único que se reía, aunque fuera una risa un poco falsa.
Y los chistes de Gona, sólo a Luh le daban gracia, por más malos que fueran.

También pensó en como era Gona con él: parecía que sobresalía de los demás, era más cariñoso y amable con él y nunca faltaba cada día esos dulces sobrenombres que le ponía (mi osito, oso de mi corazón, etc) y a veces hasta llegaba a decirle cosas que sobre pasaban los limites de la amistad (eres todo mio osito, entre otras, cosas con las que cualquiera pensaría más de lo que debería)

Gona era el que más mencionaba el "Gonuh", siempre cuando se le presentaba la oportunidad, lo hacía.

Y en eso llegó a preguntarse... ¿Acaso Gona también gustaba de él?

--No, eso es imposible-- dijo sacudiendo su cabeza.

Claro que para él no sería posible tal cosa. Luh era el único lo suficientemente torpe como para enamorarse de su mejor amigo.

Pero, entonces... ¿Como se explicaría el beso que le dio cuando había bebido mucho?

Pues no, no le encontró ninguna explicación más que cuando uno está ebrio, hace cosas sin ningún sentido.

No quería meterse más ideas a la cabeza. Quería pensar que Gona compartía el mismo sentimiento, pero no quería llegar a sufrir cuando descubra que no es así, por lo que decidió que lo mejor sería ignorar los hechos.

Tenía sus razones, Gona había tenido sus novias al igual que él. No tenía ningún jodido sentido que los dos les gustara algún chico, ambos eran heterosexuales. Bueno, al menos eso pensaba hasta que se atrevió a besarlo en el hospital.

Pero no podía simplemente llegar y decirle en la cara que gusta de él, esto tenía sus riesgos, y el que más le asustaba era que el sentimiento no fuera mutuo y que así su amistad se acabara.

--Todos estos años siendo amigos-- susurró muy bajo, mientras desviaba la mirada hacia la ventana a su izquierda-- ¿Por qué tiene que pasar esto?

Y entonces recordó la camisa olvidada de Gona, la cual estaba aún en una esquina de la cama, bajo el montón de almohadas.

Luh buscó la prenda. Al encontrarla la extendió frente a él para verla mejor con la luz de la luna.

La camisa olía aún a Gona, ese perfume suave que tanto le gustaba a Luh. Siempre aprovechaba la oportunidad de olfatear ese dulce olor cuando estaba con él, y ahora le encontraba más sentido a este tipo de acciones.

Agarró con ambas manos la camisa y la apretó entre sus brazos en forma de abrazo, inhalando con fuerza el olor que desprendía ésta.

--¿Qué estoy haciendo?-- se preguntó fijando otra vez la mirada al techo-- ¿Qué me está pasando?

Lo malo de esa noche fue que no pudo dormir casi nada. Lo bueno fue que al fin aceptó que estaba enamorado de Gona.
Pero aún tenía sus dudas...

Todo Puede Cambiar {Gonuh} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora