Capítulo 3

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Llegamos, ya estoy en casa. Subo a mi habitación rápidamente y en un intento de distraerme la observo detalladamente: la pared izquierda es un gran ventanal, en frente hay un sofá, a su lado un escritorio con una silla donde suelo dibujar o escribir, en la pared derecha tengo una biblioteca llena de libros y un parlante debajo de una estantería con CDs comprados o grabados por Edward y yo. Suspiro, esto no me distrae.
Si hay algo que realmente extraño de ser humana es poder dormir. Simplemente unas horas en las que no piensas en nada, te despejas; a veces pienso que es el castigo por ser un monstruo, pero sigo anhelando esa sensación. Sin embargo hay un lugar donde voy todas las noches, donde no puedo ser molestada y hasta a veces me llego a convencer de que estoy dormida. Sonrío y me dirijo hacia allí.
El lugar es el límite entre nuestro territorio y el de los quileutes; todas las noches me acuesto en una gran roca plana que hay allí y me calmo al escuchar el río que pasa debajo, ajeno a todo. Al lugar también lo hace ideal que puedo dejar de estar tensa al pendiente de controlar mi poder, allí no lastimo a nadie así que puedo relajarme y dejarme levitar tranquila.
Llego al lugar y me acuesto, por un rato miro la luna y las estrellas, pero luego cierro los ojos. Me tenso al ver que la única imagen que puede ver mi mente es la del lobo color arena, y me siento perseguida. Miro a todos lados detrás mio pero no veo nada, así que sigo con mi ensoñación, qué más da! Si veo al estúpido licántropo lo veo y ya, no preciso ponerme nerviosa. Pero mis sentidos me alertan. Siento un asqueroso olor a perro mojado, pero aún así lo olfateo con más detalle. Huele a mar, arena, tierra húmeda, bosque, animales... huele a naturaleza. Sonrío, al final no era tan malo, me agrada. Pero al investigar más me doy cuenta que viene del otro lado del límite. Abro los ojos y me paro en una milésima de segundo, creo que batí un nuevo récord. Me pongo en posición de defensa y achico los ojos para ver mejor. Y lo logro ver, un par de ojos me observa desde la espesura del bosque... desde la oscuridad. Me relajo y le digo:
-No precisas esconderte, ya te vi- me dirijo al hombre lobo. Éste sale, y me sorprendo al ver que era Seth ¿Qué tenía conmigo ese chico? ¿Por qué siempre me observaba? Ya me irritaba. Gruño sin querer.
-¿Estabas vigilándome?- pregunto ya histérica, pero me doy cuenta que no puede responderme, está en su forma de lobo.-Olvídalo- sentí cómo ladeó la cabeza, y yo ignorándolo volví a mi posición inicial.-Si te quedas no hagas ruido, por favor- Le advierto cuando cierro los ojos. Siento como se acuesta, y tiene la vista clavada en mí, ya se le hizo costumbre.
Lo sigo ignorando y me adentro en mi "sueño", ya no lo veo, supongo que es porque está conmigo, por lo que me logro relajar.
Pasan los minutos y sigo concentrándome en mi intento de dormir, aunque sepa que jamás lo conseguiré. De pronto siento que empiezo a levitar y me relajo, la sensación que me provoca ésto es fenomenal. Poco a poco parte del agua sube hasta que me rodea en una esfera de agua.
-¿Cómo haces eso?- pregunta una voz atrás mío haciendo que el agua se caiga y parte de ella me empape. Giro la cabeza hasta donde está quien me asustó.-Lo siento- dice encogiéndose de hombros, y entonces lo veo: parado desde el otro lado del límite un chico de mi edad (o la que aparento) me observaba. Su pelo azabache está alborotado, y logro ver su cuerpo musculoso ya que solo tiene puesta una bermuda. Es alto y sus ojos son de un color café oscuro. Para un humano corriente se podría decir que era lindo.
-¿No tienen camisas?- Pregunto, recordando que las pocas veces que vi a Jacob Black no la llevaba puesta. Él se sonroja y agacha la cabeza... creo que fui un poco fría.-Eres Seth, el lobo que estaba allí hace unos minutos y que me observaba ¿cierto?- le pregunto para cambiar de tema.
-Emm... si, lamento si te incomodé... yo...- empieza a tratar de explicarse.
-Está bien- lo interrumpo.-Era mi don- respondo a su pregunta previa.
-¿Eh?¿Qué cosa?- Pregunta confundido. Bufo, estoy acostumbrada a hablar con gente que puede seguir el hilo de la conversación sin perderse. Sin embargo, me lleno de paciencia y le explico.
-Antes me preguntaste cómo hacía eso, y yo te respondí que es mi don.- él me mira con el ceño fruncido. Ruedo los ojos.-Algunos vampiros tenemos dones, como sabrás que, por ejemplo, Edward lee los pensamientos y Alice ve el futuro.-Hago una pausa y el asiente para que siga explicando.-Yo tengo el don para mover objetos y personas con la mente, y con personas me refiero a... ya sabes... humanos, vampiros y licántropos, creo.- termino dubitativa.
-Ahhhh!- comienza él. Su expresión me da gracia y suelto una risilla, por lo que él sonríe. Sus dientes blancos resaltan debajo de su piel cobriza.-Eso debe ser genial, no?- pregunta. No estoy acostumbrada a hablar con gente de ésta época, menos de mi edad, por lo que su forma de hablar me resulta interesante. Es espontáneo, eso me agrada... tal vez no sea tan malo como me lo imaginaba.
-Ummm... bueno...-medito mis palabras antes de hablar- supongo que si, cuando puedo relajarme.- le digo.
-¿A qué te refieres con "cuando puedo relajarme"?- pregunta curioso, lo que me da más confianza, aunque mi postura siempre se mantiene distante, soy una "persona" reservada.
-Verás, cuando estoy aquí, por ejemplo, puedo relajarme y dejar que mi don se desarrolle libremente porque sé que no dañaré a nadie. Pero normalmente debo estar tensa y atenta a que no se me escape de las manos, a controlarlo, puesto que si estoy con humanos y me dejo llevar por los sentimientos puedo terminar lastimando a alguien.-se estremece, por lo que agacho la cabeza volviendo a la roca plana en donde me encontraba al principio. Su actitud me hace volver a sentirme un monstruo, pensamiento que normalmente tenía en mi cabeza.-Además, no es muy normal estar en medio de una clase y que las cosas se empiezan a mover y levitar por sí solas, y ni hablar de las personas.-una sonrisa amarga se dibuja en mi cara y él me mira con ¿pena?, eso me hace sentir aún peor... debería cambiar de tema.-Pero bueno,- suspiro- umm... debería volver a mi casa, deben estar preocupados.-miento, pues bien mi familia sabe que cuando no me encontraban era porque estaba por allí.
-Oh! Está bien! Nos vemos... digo, en el entrenamiento.-dice él encogiéndose de hombros. La situación se había tornado un tanto tensa desde hacía unos minutos.
-Claro, adiós.- lo saludo seca, tal vez más de lo que pretendía y me sentí mal por ello.
-Adiós, que descanses.- me dice él, e inmediatamente me dejo de sentir así. No respondo nada, pero me enojo... ¡como si pudiera descansar! pienso, pero me limito a correr a una velocidad sobrehumana a mi casa, hasta llegar a mi habitación y ver por el ventanal la luna llena que alumbraba la noche.

No Eres un Monstruo - Seth Clearwater✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora