Capítulo 32

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La velocidad a la que llegaban más y más vampiros era impresionante. Venían de cada rincón del mundo; Carlisle incluso había convencido a sus amigos irlandeses de hacer el viaje hasta Forks. Todos estábamos agradecidos por su ayuda, y cada nueva llegada representaba un granito más de esperanza, pero su sed por sangre humana comenzaba a complicar la situación.

Los nómadas que enviaron Rosalie y Emmett eran aún más impredecibles; en especial Peter, quien había peleado junto a Jasper cuando eran neófitos. Si a mi hermano aún le costaba controlarse, mi instinto me llevaba a no fiarme mucho de aquel vampiro.

- Hay muchos ojos rojos aquí- comentó Jacob.

- Ni que lo digas...- susurró incómodo Seth.

- Aceptaron no cazar en el área- replicó Bella.

- En algún lado lo harán- objetó el chico Black.

- Si te hace sentir mejor, convencí a Benjamin de cazar sólo animales, al menos por el tiempo que se quede aquí- hablé yo.

El vampiro era el que mejor me había caído de los recién llegados, y su curiosidad por el vínculo que tenía con Seth y mi don habían hecho que nos veamos envueltos en varias conversaciones. No podía decir que era mi amigo, al menos no aún, pero aquel podía ser el comienzo de una amistad. Incluso su callada novia me había dirigido una que otra palabra.

- No, no lo hace- respondió él.

- Leah está como loca- comentó mi novio.

- Lo sé- hablé yo.

Con la casa repleta, instintivamente buscaba pasar mucho más tiempo en La Push con Seth y su familia. Sue ya me trataba como una de ellos, Charlie comenzaba a actuar más cómodamente en mi presencia, y Leah... bueno, Leah lo intentaba. Al principio no me dirigía la palabra y mi sola presencia parecía irritarla de sobremanera, pero poco a poco, de a momentos, parecía tolerarme un poco más, e incluso en una oportunidad pronunció más de dos palabras seguidas en mi dirección. Pero no la culpaba. Entendía lo que sentía, y sabía que hacía todo lo posible para que le cayera bien, porque su hermano estaba feliz junto a mi. Yo, por mi parte, intentaba evitar a toda costa actitudes que pudieran molestarla, porque en el fondo anhelaba su aprobación; pues, además de ser la hermana de Seth, Leah me parecía una gran chica, alguien con la que, con mucho tiempo y esfuerzo, podría compartir muchas cosas.

La presencia de tantos vampiros en el territorio, sin embargo, no me afectaba únicamente a mí y a mis hábitos. Más Quileutes comenzaron a cambiar, su naturaleza urgiéndoles unirse a la manada, y los demás licántropos los ayudaban a hacer de aquella situación una experiencia lo menos desagradable posible.

Los últimos en llegar fueron Carlisle y Esme, quienes también llevaban otro testigo.

- ¿Cuántos vinieron?- preguntó mi padre.

- Dieciocho- respondió Edward, pues yo ya había perdido la cuenta.

- Tienes muy buenos amigos- mencioné sonriendo, colocándome a un lado de mi hermano.

- ¿Y Alice?- preguntó Esme, preocupada.

- No hay noticias- suspiré mientras Bella negaba la cabeza, y mi madre nos envolvió a ambas en un abrazo reconfortante.

- Estaremos todos en la lista de Aro.- habló el acompañante de mis padres- Siglos escapando. Para eso me has traído. Vaya amigo, Carlisle.

- Alistair, ven a conocer a todos- le dijo mi padre, entretenido.

- Ya te dije que si hay una pelea, no me enfrentaré a los Vulturi.

- No habrá ninguna pelea- replicó él.

Pero yo no estaba tan segura. Después de todo, en el fondo todos en mi familia sabíamos que los Vulturi estaban esperando la oportunidad perfecta para acabar con nosotros, un clan de vampiros que se estaba haciendo peligrosamente poderoso. Y habían encontrado la oportunidad perfecta.

- Estaré en el ático- comentó Alistair antes de saltar hacia el techo y desaparecer después de dirigirnos una mirada.

- ¿Es malo que me haya caído bien?- pregunté, provocando la risa de mi familia.

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Habíamos abierto nuestras puertas a dieciocho vampiros, muchos de los cuales tenían talentos sorprendentes. Zafrina, por ejemplo, tenía poder sobre la mente, pues podía hacer que cualquiera viera exactamente lo que ella quisiera. La había conocido en otra oportunidad, pero nunca había experimentado su don de una forma tan directa como aquella tarde, cuando centró toda su atención en mi, y todo a mi alrededor comenzó a cambiar.

De repente, ya no me encontraba en el bosque que conocía tan bien. En cuestión de segundos estaba en la cima de una montaña. El suelo estaba cubierto por una capa de nieve, el viento volaba mi cabello y me permití respirar para sentir aquel aire de una pureza que sólo un lugar tan natural como aquel podía conseguir. Sentía el frío chocar contra mi piel, e incluso veía algunos copos de nieve caer sin formar un patrón concreto, pero aquello no era suficiente para congelar el enorme lago que se expandía bajo aquella montaña. Sin embargo, aquello no era lo más impresionante. Una sonrisa se formó en mi rostro, y sentí como mis ojos se iluminaban al ver en aquel cielo azul las auroras boreales más bonitas que jamás había visto; o en todo caso, las primeras que veía en lo que llevaba de existencia. Nada perturbaba aquel lugar; ningún asentamiento humano, ni vampiros, ni lobos, ni bondadosas criaturas que crecían a una velocidad alarmante, ni los Vulturi intentando deshacerse de nosotros, con sus capas negras resaltando sus oscuras intenciones.

- Quiero quedarme aquí para siempre. Juraría que es real- murmuré anonadada, mirando al cielo.

- ¿Qué ves?- preguntó Seth, que se encontraba a mi lado.

Él, Edward, Bella, Senna y Zafrina eran los únicos a los que podía ver en aquel lugar de las maravillas.

- El lugar más hermoso que he visto en mi vida.

- Islandia- respondió Edward, entrando a mi mente.

- ¿Estuviste allí y no me llevaste?- le pregunté ofendida.

- Uno de esos años en que había paz- se burló él.

Yo rodé los ojos, demasiado concentrada admirando el paisaje como para responder su comentario.

Y en aquel lugar, en el que el único sonido que se oía era el del viento, las palabras de Seth, aunque en un susurro, parecieron resonar mucho más fuerte.

- Algún día te llevaré allí- dijo con la inocencia que lo caracterizaba.

Quise decirle que tal vez yo lo llevaría allí primero, pero al dirigir mi mirada hacia él me quedé petrificada. Porque con el reflejo de las auroras boreales en sus ojos, supe que no podría tener una vista más perfecta.

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AAAAAAA LLEGAMOS A LOS 50K❣ Ni en mis mejores sueños hubiera podido imaginar esto, y no tengo palabras suficientes para agradecerles, así que sólo voy a decirles que acá está el segundo capítulo de la maratón "Especial 50k" (aaaaa qué lindo suena🤩😂). Nos vemos antes de que termine el día con la última parte❤

-Ayria💫

No Eres un Monstruo - Seth Clearwater✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora