Capítulo 40

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Lo primero que me di cuenta fue que en la guerra no hay tiempo para pensar. No importaba cuánto te imaginabas que podrías hacer en aquel momento, porque cuando tenías a cuatro vampiros de la Guardia intentando arrancarte la cabeza, actuabas puramente por instinto.

Empujé a uno de los vampiros que me rodeaba con todas mis fuerzas, haciendo que cayera sobre otro a unos metros, dándome tiempo para pegarle una patada a otro para enviarlo al otro lado del campo de batalla. Rápidamente, y concentrándome para no darle la espalda a los dos vampiros que había tumbado primero, inmovilicé al último vampiro con mi poder y arranqué su cabeza de una patada. Sin embargo, para el momento en que cayó al suelo en dos partes separadas, los otros dos vampiros alcanzaron a tomarme uno de cada brazo, y aunque hacía fuerza para soltarme, mis intentos resultaban inútiles. Cerré los ojos para concentrarme y, aunque no los estuviese viendo, sentir el aire alrededor de ellos. El problema fue que, cuando conseguí inmovilizarlos, el vampiro que había enviado al otro lado del claro llegó a nuestra posición, y me había tomado del cuello.

La sorpresa hizo que perdiera el agarre de los otros dos vampiros, y aunque intenté destrozar con mi poder y mis propias manos al vampiro que tenía frente a mi, los otros dos me tomaron de los brazos, y yo sentía mi cuello rompiéndose poco a poco, mi alma (si es que quedaba algo de ella en mi) comenzando a abandonar mi cuerpo. Y fue entonces cuando sucedió.

La grieta que bien había visto ya en la visión de Alice se abrió, Benjamin responsable de la misma, y aquella distracción sirvió para que lograra librarme de un brusco movimiento de mis captores, y al caer al suelo, antes de que ellos pudieran hacer nada, inmovilicé a dos y los convertí en polvo a la vez que Leah se encargaba del tercero. Cuando acabamos con los tres Vulturi, yo solté un breve "gracias" observando a la mujer lobo, y ella asintió antes de correr a ayudar a alguien mas.

Por aquella grieta en el suelo, que poco a poco se abría más y más, comenzaron a caer vampiros del bando enemigo, ninguno de ellos con el don para poder volver nuevamente al improvisado campo de batalla.

Yo me encontraba luchando junto a Edward contra dos vampiros indudablemente experimentados cuando oí una familiar voz emitir débiles quejidos. Mi cabeza se dirigió rápidamente a un costado en busca del origen del sonido, y vi a Esme colgando al borde del precipicio, luchando por liberarse de una vampiro de apariencia joven, pero que sin duda hacía tiempo que había dejado de ser una neófita.

Corrí hacia ella sin dudarlo, convirtiéndome en la principal testigo de otra tragedia. Leah había saltado, logrando ayudar a mi madre, pero cayendo al precipicio en el proceso. Apuré mi paso para llegar a tiempo y utilizar mi don para salvar a la loba, tal como ella lo había hecho conmigo minutos antes, pero junto cuando mis ojos encontraron los de Leah, el vampiro con el que había estado luchando cayó sobre mi, asestando un golpe que me dejó en el suelo mientras oía como la hermana de mi novio terminaba su caída, y con ella su vida.

Y esa fue la quinta muerte, la que se quedaría grabada a fuego en mi memoria.

El vampiro que me había tumbado, dejándome boca abajo, tomó mi cabeza y empezó a tirar de ella, abriendo nuevas grietas en mi cuello. Al sentir mi brazo derecho inmovilizado por la presión de su rodilla, doblé el izquierdo hasta encontrar su cuerpo, y le asesté un golpe que provocó que soltara su agarre, solo para tomar en su lugar mi brazo izquierdo y tirar de él hasta arrancarlo completamente de mi cuerpo.

Solté un desgarrador grito de dolor frente a la acción del vampiro, y aquello pareció atraer la atención de Esme, quien de inmediato se deshizo de mi contrincante lanzándolo al vacío.

- ¡Matilda, Matilda, escúchame! ¡¿Estás bien?!- gritaba mi mamá.

Yo sólo podía gemir horrorizada, observando el lugar en donde antes tenía mi brazo. Todo era demasiado, todo. Y no sabía cuánto tiempo más podría aguantar.

Como una simple y cruel ráfaga de viento, un vampiro de la Guardia tacleó a Esme mientras ésta intentaba consolarme, y lo único que pude hacer fue observar mientras caía.

- ¡Mamá! ¡Mamá, no!- gritaba desesperada, intentando inútilmente controlar mi poder.

Todo se había vuelto demasiado, y el huracán de sentimientos en mi interior no me dejaba siquiera controlar correctamente mi poder.

Aquella fue la sexta muerte, la que me dejó huérfana. La que trajo consigo aquel incipiente sentimiento de desolación.

Volteé mi cabeza en un brusco movimiento en busca del asesino de mi madre, y el huracán en mi interior se detuvo en un instante cuando lo encontré. Ahora no había lugar en mi interior para vientos, catástrofes, ni ruido. De hecho, no había lugar para nada más que un sentimiento: un profundo y oscuro deseo de venganza.

No precisé correr para llegar a él. Se encontraba a tan solo unos pasos de mi posición, y cuando vio que tenía mi mirada fija sobre él, sus ojos reflejaron horror. Una ráfaga de viento impactó sobre mi rostro, y mis cabellos volaron, dejándome una renovada sensación de control. Y sólo precisé alzar el único brazo que me quedaba para conseguir focalizar todo mi poder en él, y destrozarlo en menos de un segundo.

Y cuando quité mi atención de él, vi con satisfacción cómo Sam despedazaba a Jane, y la cara que Aro ponía mientras Caius era aniquilado por Kate, Garrett y Tanya; y Marcus, por Vladimir y Stefan.

Aro comenzó a avanzar, pero tuve que desviar mi atención cuando noté que uno de los vampiros de la Guardia había tirado a Tia por el precipicio, y yo rápidamente me concentré para manipular el aire a su alrededor y salvarla.

Sin embargo, cuando vi que me agradecía con un rápido asentimiento, un golpe a mi lado llamó mi atención, y sentía que me moría por dentro al ver la cabeza de Edward, mi hermano, mi mejor amigo, junto a mis pies.

Aquella, la séptima muerte, terminó con mi juicio, y tuve la inmediata certeza de que aquel hecho había acabado con la poca cordura que me quedaba. Y volvió el huracán.

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¡Hola! ¿Cómo están? Espero que súper bien🤗

Perdón, perdón, perdón, sé que me van a odiar con tantas muertes, pero creo que era necesario empujar a Matilda al límite para el final de la historia. Porque sí, quedísim@s lector@s, "No Eres un Monstruo" está llegando a su final. De hecho, hace unos días técnicamente terminé de escribir la historia, así que estos son los últimos capítulos. Definitivamente voy a extrañar escribir a Matilda, porque como van a ver en la carta que escribí al final de la historia, significó mucho para mi en lo personal. Pero bueno, esto también trae algo bueno, y es que ahora voy a poder subir capítulos más seguido❣❣❣ ¿Cómo quieren que haga? ¿Les gustaría 2 o 3 capítulos a la semana? ¿Qué días? También me gustaría saber si algun@ quiere que le dedique algún capítulo🤗.

Como sea, ¡nos vamos a ver muy pronto! Espero que les haya gustado el capítulo❤. L@s quiero❣

¡Cuídense mucho!

- Ayria💫

No Eres un Monstruo - Seth Clearwater✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora