Epílogo

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27 de septiembre de 2015, Islandia (siete años después).

Los primeros rayos de sol del día entraban por la ventana e iluminaban el escritorio en el que me encontraba escribiendo la historia que me negaba a mostrarle a nadie. Unos metros detrás de mi todavía podía oír la profunda y tranquila respiración de Seth, que dormía en la gran cama matrimonial que había en la cabaña que él mismo había alquilado.

Después de años de trabajar, había cumplido su promesa de llevarme a Islandia, por lo que nos estábamos quedando en un pequeño pueblito con un nombre demasiado difícil de recordar, desde hacía poco menos de una semana.

Me había llevado de sorpresa, y sólo Edward, Alice y Renesmee sabían lo que estaba planificando. Los dos primeros se había enterado por obvias razones, y mi hermano lo ayudaba ocultando sus pensamientos de mí siempre que estuviera presente en la misma habitación, pues yo había desarrollado mi poder al punto en que la sola presencia de mi hermano me permitía leer el flujo de pensamiento que iban desde las demás personas hasta su propia mente. Por otro lado, Renesmee, quien había crecido hasta convertirse en una encantadora mujer de apariencia mayor que incluso sus padres, lo había ayudado a planificar el viaje, algo que al parecer le entusiasmaba de sobremanera. Alice, por supuesto, se encargó de empacar mis cosas.

No fue hasta que llegamos que Seth confesó la razón por la que estaba empecinado en viajar en aquella fecha: la madrugada del 28 de septiembre habría un eclipse lunar.

Sonreí al sentir cómo se removía entre las sábanas detrás mío, despertándose, y volteé para verlo mejor. Él también había crecido, y ahora aparentaba tener unos años más que yo, pero aún tenía aquel brillo en sus ojos, aquella inocencia en su rostro y aquella jovialidad en su sonrisa que a veces lo hacían lucir como un niño otra vez.

- Buen día, hoy sí batiste un nuevo récord. Con lo de anoche, no creí que te despertaras hasta poco antes del mediodía- sonreí sugestivamente.

- Bueno, ya le voy tomando el ritmo, así que creo que tendremos que gastar más energías hoy- comentó sonriendo mientras se desperezaba.

- ¿Ah, sí? Creo que te tomaré la palabra- dije mientras me dirigía lentamente hacia él, gateando sobre la cama hasta llegar a su posición y dejarle un casto beso en los labios.

Una sonrisa boba se formó inmediatamente en sus labios, y yo sonreí también.

- ¿Estabas escribiendo?- preguntó, mirando hacia el escritorio, donde tenía mi cuaderno y una de las plumas que me había regalado hacía ya siete años.

Yo asentí en respuesta.

- ¿Cuándo me dejarás ver lo que escribes?- inquirió, esta vez mirándome a mi.

Yo me mantuve unos segundos en silencios, pensando, y él al ver que no le daba una inmediata respuesta negativa como todas las demás veces que me había hecho aquella pregunta, me miró esperanzado.

- Esta noche- respondí finalmente.

- ¿De verdad?- preguntó incrédulo, intentando inútilmente contener una sonrisa.

- No- dije, y comencé a reír al ver la decepción en su rostro-. Claro que sí, tonto. Esta noche.

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- ¿Qué hora es?- preguntó Seth por enésima vez.

- Las tres y cuarenta, Seth, y si preguntas una vez más, te golpeo- bromeé.

Ambos nos encontrábamos acostados sobre la cima de una montaña, mirando el cielo. Realmente aquello parecía sacado de un sueño: la suave brisa, el olor a hierba, el sonido de una pequeña cascada cercana a nosotros, y la vista. Por supuesto que aquello era lo mejor. El cielo completamente estrellado se abría paso frente a nosotros, con algunas estrellas fugaces surcando el cielo cada algunos minutos; el azul oscuro se entremezclaba con tonos celestes y violetas donde se podía observar la extensión de la mismísima Vía Láctea, y unas luces verdes y celestes aparecían sobre nosotros como una ilusión extraordinaria. Auroras boreales. Y por si fuera poco, la luna había comenzado a adquirir un tono rojo sangre, anunciando el eclipse que llegaría a su punto máximo unos minutos más tarde.

No Eres un Monstruo - Seth Clearwater✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora