Capítulo 45

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- Entonces... aquí estamos.

- Aquí estamos- afirmé, mirando al frente.

Había pasado todo el viaje a Elgin callada, por lo que Seth se había tomado el trabajo de ser quien evitara los silencios incómodos. En el fondo agradecía lo que hacía, siempre intentando levantarme el ánimo, pero no tenía muchas fuerzas para responder. Sin embargo, en aquel momento, con mis ojos puestos en el cartel de "se vende", me dije que ya no podía seguir guardando silencio.

- ¿Dónde estamos... exactamente?

- En mi casa- respondí, observando el terreno vacío frente a ambos-. Bueno, al menos en el lugar donde estaba.

- ¿Segura que era aquí?

Yo lo observé por primera vez desde que habíamos llegado al pueblo donde había nacido.

- No sé si alguna vez te lo he dicho, pero los vampiros no suelen recordar muy bien su vida como humanos. Hay algo en la fragilidad de sus recuerdos... o la debilidad de sus sentidos... que suele hacernos olvidar aquella parte de nuestra existencia. Pero yo... yo recuerdo todo perfectamente, ¿sabes?- solté una risa amarga- A veces desearía no poder hacerlo. Porque fue cuando todo empezó, Seth. Por eso quería que vinieras; quiero mostrarte todo esto, y por qué necesito dejarlo ir.

Él asintió, y nos quedamos unos minutos en silencio, lado a lado, simplemente contemplando el lugar donde alguna vez hubo una casa. No un hogar, al menos no luego de que yo naciera. Simplemente cuatro paredes y un techo separándonos del mundo.

- ¿Ahora adónde vamos?- preguntó Seth al ver que yo comenzaba a caminar.

- A la fábrica de mi padre- respondí con simpleza.

- ¿Fábrica de qué?

- De ladrillos. Mi padre era británico. Se mudó a Estados Unidos con la esperanza de "conquistar el nuevo mundo", y vino a Texas. Unos años después se encontró en este pequeño pueblo, donde conoció a quien sería su socio, Thomas O'Conner. En 1884 abrieron juntos la fábrica de ladrillos "Lewis & O'Conner", que fue tan exitosa que convirtió a Elgin en "La Capital del Ladrillo del Suroeste", e hizo que bastante gente viniera a vivir aquí.

- Así que cumplió su sueño- comentó Seth, dirigiéndome una sonrisa.

- Sí, eso creo- suspiré.

¿Había sido en algún momento feliz? Sólo conocía el lado iracundo y depresivo de mi padre, y me costaba imaginarlo con una sonrisa en su rostro, pensando que finalmente había conseguido todo con lo que había soñado.

- ¿Es aquí?- preguntó Seth cuando me detuve.

Yo sólo asentí.

- Está en ruinas.

- Bueno, ha pasado más de un siglo, no debí haber creído que encontraría todo en perfecto estado.

- Sí... supongo...

Nuevamente nos quedamos unos minutos en silencio observando el edificio (o lo que quedaba de él) frente a nosotros. Con imaginación, podías reconstruir lo que alguna vez fue una gran fábrica de ladrillo visto, con grandes chimeneas y varios trabajadores entrando y saliendo constantemente de las pesadas puertas de madera.

- Su socio era el hermano de mi madre. Murió tiempo después de que ella falleciera, así que no sé demasiado sobre esa parte de mi familia. De hecho, nada de lo que te estoy contando salió de la boca de mi padre. Me enteré de todo a través de terceros, o investigando tiempo después de... todo lo que pasó. Sin embargo, nunca volví. Me fui de Elgin a los seis y nunca conseguí volver... hasta hoy- lo miré y le dirigí una pequeña sonrisa, a lo que él tomó mi mano y le dio un apretón.

No Eres un Monstruo - Seth Clearwater✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora