Capítulo 13

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- ¿Por qué anoche no viniste?- preguntó Seth.

Yo pegué un salto del susto, y las aguas del río se agitaron debajo de nosotros. Me incorporé de la roca en la que estaba acostada, como cada noche, y miré al licántropo en su forma humana del otro lado del límite.

- Tenía unos asuntos pendientes- respondí, sin saber muy bien que decir para no delatarme.

La realidad es que hacía demasiado tiempo desde la última vez que debía mentirle a alguien por una causa que no fuera revelar la verdadera identidad de mi y mi familia.

- ¿Todo en orden?- interrogó en un tono preocupado.

- Sí, todo bien- le sonreí, haciéndolo sonreír a él también.

Era extraño; cada vez que yo sonreía, una fuerza desconocida lo hacía sonreír a él también. Y a veces me encontraba pensando en cuán maravillosa era aquella conexión.

- De cualquier modo, ¿por qué siempre estás tú aquí? La guerra con los neófitos ya acabó, ninguno de nosotros piensa comenzar a chuparle la sangre a humanos, y no hay ninguna amenaza que hallamos detectado. Además, siempre eres tú el que viene. Estoy pensando seriamente en denunciar a Sam Uley por explotación infantil- bromeé riendo, y aquella fuerza invisible lo hizo reír a él también.

- No, yo... no estoy de guardia- comenzó, rascándose el cuello en un gesto nervioso.

Incluso podía escuchar su corazón latiendo más rápido, y aunque la oscuridad no me permitiera verlo perfectamente, sabía que se estaba sonrojando. Y eso, por alguna razón, me hacía feliz.

- ¿Entonces...?- presioné un poco más, internamente entretenida con sus acciones.

- Me gusta venir aquí, me gusta pasar tiempo contigo.

Y, aunque sabía que había empujado un poco los límites que me había impuesto a mi misma alguna vez, y que controlaban mi interacción con aquellos fuera de mi familia, su respuesta me dejó nuevamente sin palabras.

- A mi también- respondí, preguntándome por qué había dicho eso.

Porque sinceramente, ni yo sabía si había respondido eso para no hacerlo sentir mal, o porque realmente era lo que sentía. Sin embargo, mis sentimientos se aclararon al sentir una ola de inusual calor barrer mi alma después de ver su sonrisa.

Un silencio nos invadió unos segundos, ambos probablemente meditando qué decir a continuación. Finalmente, Seth habló.

- ¿Vendrás mañana?- preguntó esperanzado.

Aunque ya tenía su regalo, hasta aquel momento no lo sabía. La idea de estar de repente en un territorio que desde hacía años se suponía que no podía cruzar, con adolescentes humanos a los que no sabría muy bien de qué hablarles y neófitos que probablemente fantasearan a la noche con matarme, no me resultaba para nada atractiva. Sin embargo, por una razón que no entendía, se notaba en el tono de voz del chico que para él significaría mucho que yo estuviera allí al día siguiente; por lo que, suspirando, asentí con la cabeza, mirándolo directamente a los ojos.

- Claro, no me lo perdería por nada.- afirmé, y allí estaba su sonrisa de nuevo, esta vez haciéndome sonreír a mi también- Además, no pienso desperdiciar la oportunidad de hacer esto.

Y sin nada más que decir, me lancé al río, sintiendo el agua envolverme a mi alrededor.

En los últimos días había llovido, por lo que el río estaba alto y las corrientes eran muy fuertes. Aún así, yo era un vampiro, y los de mi especie éramos hábiles en el agua por naturaleza. Sin embargo, pasaron sólo unos segundos antes de escuchar los gritos de Seth repitiendo mi nombre, y el ruido de un cuerpo zambulléndose cerca mío.

Cuando volví a la superficie, vi al chico nadando a mi lado, sin su camiseta y con una expresión de preocupación.

- ¿Seth, qué...?- comencé, riendo, pero él me interrumpió.

- ¡Diablos, Matilda! ¡Por favor no vuelvas a hacer eso!

Al escuchar su voz quebrándose mi sonrisa desapareció y una oleada de culpa me invadió. Yo no lo había hecho a propósito, ni siquiera me había dado cuenta del tiempo que había pasado sumergida, pero para él no había sido nada divertido. Se había preocupado por mi como sólo mi familia lo había hecho hasta ese momento.

Se había preocupado por mí.

Se había preocupado por mí.

Le importaba.

Las palabras, solía decirme Esme, tienen un poder mucho más grande de lo que la gente cree. Nunca le había dado mucha importancia a esa afirmación en la que creía tan fuertemente lo más cercano a una madre que tenía, pero en aquel momento lo sentí. Sentí cómo sus palabras me transmitían aquel calor que había sentido unos minutos antes, y me hacían anhelar la simple sensación de tener su cálida piel contra la mía. Entonces una corriente aún más fuerte que las que producía naturalmente el río atrajo el chico hacia mi. Y sentí su respiración, agitada y cálida, chocando contra mi rostro, y por un momento todo lo que deseaba era experimentar esa sensación por el resto de mi vida. Seth tuvo que sostenerse de mis hombros para no hundirse, pues los hombres lobos no eran tan buenos en el agua como nosotros.

Y en aquel momento caí en la cuenta de lo que estaba sucediendo. Y recordé que él era un licántropo, y yo un vampiro. Y que nada de aquello tendría sentido jamás.

Cerrando los ojos, calmé el río para permitirle al chico nadar hasta la orilla. Yo lo acompañé y quité las pequeñas gotas de agua de nuestra ropa, secándonos en un instante. Cuando volteé a verlo, él observaba mis acciones hipnotizado, y yo forcé una sonrisa mientras me levantaba.

- Es mejor que vayas a casa. Debes descansar, mañana no es cualquier día- intenté aliviar la tensión, pues tenía la sensación de que él sabía que mi sonrisa no era real.

- Pero todavía es temprano...

Yo suspiré, frotándome el pecho como si eso pudiera aliviar el dolor.

- Debo irme. Que descanses, Seth. Nos vemos mañana.

Pero no llegué a oír su respuesta, pues tomando un rápido impulso salté a mi lado del límite, y desaparecí entre los árboles a toda velocidad.

No Eres un Monstruo - Seth Clearwater✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora