Kaytlin
¿Sabes ese momento en el que ves a una persona totalmente destrozada cuando se termina una relación y no eres capaz de comprender a qué viene esa actitud? Quiero decir, joder, es sólo una persona, ya vendrán más, deja de llorar por alguien que se ha ido.
Pero no, cuando te toca vivirlo a ti no lo ves para nada con esa perspectiva, es como si todo tu corazón se fuese con ella, piensa en cada puto segundo que vives como si fuese una pérdida de tiempo, pensando en lo que podrías estar haciendo en ese mismo momento con él.
Y sí, lloras, lloras mucho y te arrepientes de todas y cada una de las acciones que crees que te han llevado a ese momento, joder, si supieras la cantidad de veces que he estado a punto de salir corriendo y montarme en el primer avión que pudiera para reencontrarme con él.
Pero no lo he hecho, el poco amor propio que quedaba en mí me lo ha impedido.
Hemos mantenido el contacto durante algún tiempo, llamadas de madrugada, risas, algún momento de llanto compartido, sueños que se han quedado sólo en eso, mensajes un poco subidos de tono, incluso alguna pequeña discusión, que creo que en realidad se formaban sólo para seguir hablando aunque fuese durante cinco minutos más.
Seguimos así hasta que me di cuenta de que no podía más, de que el seguir atada a él no me dejaba avanzar en absolutamente nada más en mi día a día, no me enteraba de nada en el trabajo, en la universidad me pasaba el día pegada al móvil, no dormía sólo para poder hablar con él, tampoco era capaz de comer por esos nervios de no saber si me contestaría o no, o si le habría mandado algo demasiado comprometido o demasiado fuera de mi estilo.
El momento en el que me dí cuenta de ello fue el más difícil de mi vida, o al menos lo fue en ese momento, su último mensaje fue un "buenas noches" al que nunca contesté, incluso tras varios días borré su número para evitar caer en ello de nuevo.
Y a pesar de que los recuerdos a su lado me seguían torturando, cada día lo hacían un poco menos.
Luke
Si hablo de una forma totalmente sincera, creo que el hecho de haberme mudado y el tener tantas cosas que hacer me ha ayudado en gran medida a poder llevar la separación de una forma más sencilla, a pesar de que he lamentado cada segundo que no podía compartir con ella, creo que lo he podido llevar mucho mejor de lo que pensaba.
Disfrutaba mucho de cada conversación que tenía con ella, me hacía feliz en esos cinco segundos que podía tardar en leer uno de sus mensajes, es como si escuchase su voz a la perfección dentro de mi cabeza con cada uno de ellos. Para mí es como si todavía siguiésemos juntos. Y creo que para mí el verdadero tormento empezó en cuanto ella dejó de responderme.
Ese momento en el que pasaron los días y no obtenía ninguna respuesta de ella, ahí fue cuando realmente me dí cuenta de que se había acabado, de que no disfrutaría de nuevo de su risa, o de la forma tan ingeniosa en la que me contestaba muchas veces, o incluso de la voz de enfado que escuchaba a la perfección cada vez que la llamaba.
En ese instante fue en el que empezaron los días oscuros para mí, no tenía ningún tipo de motivación para hacer nada, quería volverme a casa, quería tener el apoyo de las personas que me importan para poder seguir adelante, necesitaba a alguien a quien no tenía en mi nuevo "hogar".
He leído sus mensajes antiguos tantas veces que me los sé de memoria, he recordado nuestras conversaciones tantas veces que puedo reproducir en mi mente su tono de voz con total exactitud, he sufrido tanto que pensaba que todo lo que había hecho había sido un completo error, que mi sitio está en Australia y no aquí.
Pero al final siempre llega ese día en el que te levantas y después de tanto llorar, y tanto castigarte, descubres que puede haber luz en el camino, que las cosas pueden ir bien, que igual que ella ha podido seguir adelante, también yo lo puedo hacer.
