Sus labios se mueven con extrema suavidad sobre los míos, jugando a atraparlos de una forma tan lenta y delicada, que parece que el acelerar el ritmo puede hacer que cualquiera de los dos nos rompamos de un momento a otro. Luke desliza con sutileza la mano que tenía encima de mi hombro, para subirla hasta el lateral de mi cuello, jugando con las yemas de sus dedos sobre el área que une ambas zonas. Al mismo tiempo, su otra mano empieza a acariciar con ternura una de mis rodillas, sin llegar a subir de ese límite en ningún momento, como si hubiera una barrera invisible que no le dejara ascender por mi pierna. Por mi parte, posiciono una de mis manos sobre la parte de su pecho que queda al descubierto, gracias a la abertura de su camisa propiciada por los cinco botones que ha decidido no abrochar, y la otra la sitúo en un lateral de su cuello, casi imitando los movimientos que realiza él en el mío.
He de reconocer que hacía mucho tiempo que besar a alguien no conseguía removerme tanto por dentro. Ni siquiera con Aaron, ni ninguno de los chicos que han pasado entre medias. Muchas veces me he planteado lo curioso que es la cantidad de sentimientos que te puede aflorar un beso. El rechazo, cuando te lo roban sin que tengas ningún tipo de intención de besar a esa persona; el asco, en ese momento en el que tu boca se inunda de algún sabor desagradable, como por ejemplo, cuando lo haces con alguien que acaba de fumar; la satisfacción producida cuando tras todo el esfuerzo para conseguir que pase, se acaba acortando de una vez esa distancia que te separaba de esos labios que ansiabas besar con todas tus ganas; la excitación, ese instante en el que el simple roce de vuestras bocas te hace desear pasar cuanto antes al siguiente nivel.
Pero sin duda, mi favorito siempre será ese sentimiento a hogar, cuando percibes que estás besando a esa persona que estés donde estés, será tu paraguas si llueve, o tu balsa para rescatarte cuando sientas que te hundes. Cuando sabes que sintiendo esos labios, todo lo demás pasa a un segundo plano, que sólo importáis vosotros dos. Y sobre todo, notar con ese beso, que tú también eres su hogar. Y eso sólo ha sido capaz de transmitírmelo Luke.
No puedo evitar llevar ambas manos a los laterales de su rostro, mientras trato de profundizar más el beso, pero manteniendo ese ritmo sosegado, como si tuviésemos todas las horas del mundo disponibles para nosotros, para seguir deleitándonos con cada pequeño roce. Nuestras lenguas comienzan a acariciarse, en movimientos más que sutiles, tocándose apenas segundos antes de que nuestros labios corten el contacto, en cada movimiento que realizamos para cerrar nuestras bocas, para después abrirlas de nuevo y repetir las acciones anteriores.
Decido quitar la pierna que tenía sobre Luke, y me muevo con cuidado de no romper el beso en ningún momento, sin querer perder ni un segundo de sentir sus labios sobre los míos. Apoyo la rodilla de esa pierna sobre el sofá, pegada a su cuerpo y en un rápido movimiento, paso la otra por encima de su cuerpo, hasta quedar sentada a horcajadas sobre él. Bajo ambas manos a mi vestido, ya que al moverme, la tela ha quedado atrapada bajo mis rodillas, por lo que tiro con suavidad de él hasta que deja de estar tirante. Cuando termino, mis manos vuelven a situarse sobre su cara, acariciando con suma fineza sus mejillas. Luke mueve ambas manos a mis caderas, y las deposita allí, sin hacer prácticamente nada durante unos segundos. Tras atrapar entre sus labios, el mío inferior, tira suavemente de él y lo suelta en el momento en el que su cabeza topa con el respaldo del sofá. En ese instante se limita a mirarme con una sonrisa ladeada, mientras su pecho sube y baja con más velocidad e intensidad que antes de sentarnos.
- Es increíble lo preciosa que estás durante toda la gama de colores.- Susurra sin parar de recorrer con sus ojos cada rincón de mi rostro. Yo sonrío mordiendo la zona de la que él acaba de tirar, siendo consciente de que ahora nos ilumina un tono entre azul y verde.- Y tú pensabas que yo era demasiado bueno como para ser cierto, eso es porque no tienes la suerte de poder mirarte ahora mismo.
- Como te gusta exagerar.- Susurro tratando de resultar graciosa, y él se ríe un par de segundos antes de soltar un suspiro.
- No quiero que se acabe esta tarde.- Musita mientras baja ligeramente su mirada para posteriormente cerrar sus ojos un instante.- Parece todo tan idílico.- Pronuncia tras abrirlos de nuevo.
- Como ambos sabemos que se tiene que acabar, disfrutemos del tiempo que todavía nos queda por delante.- Murmuro mientras con ambas manos hago la presión necesaria en sus mejillas, como para que él eleve de nuevo su vista. Él asiente con la cabeza, al mismo tiempo que se forma una tímida sonrisa en su rostro.- Empieza a costarme respirar.- Informo antes de tomar una respiración profunda, mientras bajo mi atención a mi pecho, para que entienda que es por la presión que ejerce la tela del vestido al estar en esta posición.
- ¿Puedo?- Pregunta antes de empezar a morderse el labio inferior, de esa forma que denota que el nerviosismo empieza a ganar terreno en él. Yo muevo la cabeza de arriba a abajo una única vez, e inmediatamente después ambos sonreímos a la vez.
Luke mueve sus manos tras un par de segundos, hasta el inicio del escote del vestido. Centra su mirada en ese primer botón que empieza a desabrochar, para después seguir con el más próximo, y así sucesivamente. Sus ojos van siguiendo el camino que realizan sus manos, y mi corazón se acelera más a medida que sus manos van bajando por mi torso, de hecho soy consciente de que ahora es mi pecho el que se mueve pesadamente a causa de mi respiración, sintiéndome ligeramente vulnerable ante sus ojos, al mismo tiempo que noto como mi piel se va erizando a medida que avanza el recorrido de sus manos.
Cuando termina de desabrochar todos los botones del vestido, mueve sus manos hasta mis muslos, apoyándolas sobre la tela que está en esa zona, mientras sus ojos recorren de arriba a abajo lo poco que se puede ver de mi cuerpo, por la separación que hay de la tela en el centro, siendo apenas unos diez centímetros. Tras varios segundos, Luke se muerde el labio inferior, y en ese momento mueve de nuevo sus manos, para atrapar con suavidad el borde de cada lateral del vestido, tirando ligeramente de ambos, hasta conseguir que todo el frente de mi cuerpo quede totalmente expuesto ante él. En el momento en el que lo consigue, suelta un largo suspiro, ladeando la cabeza mientras continúa observándome de una forma muy distinta a como lo hacía hace unos minutos. Observo como su respiración adquiere la misma pesadez que la mía, acompasándose con ella, justo antes de elevar su mirada lo suficiente como para encontrarse con mis ojos, manteniendo ese gesto provocador en el que se ha tornado su mirada.
- ¿Vamos a la cama?- Pregunta en un susurro, yo asiento con la cabeza levemente, por lo que me separo lo suficiente de él como para poder levantarme y dejarle a él que lo haga.
Le ofrezco mi mano como apoyo, y tras tomarla y ponerse en pie, sonríe considerablemente, justo antes de agacharse lo suficiente como para rodear mis muslos con ambos brazos, antes de hacer fuerza para elevarme del suelo. Yo suelto un pequeño grito antes de reír y posteriormente dejo caer mi torso, de forma que mi abdomen se posa sobre uno de sus hombros, y mi pecho se apoya sobre la zona de sus omóplatos. Justo en ese instante él comienza a caminar hacia mi dormitorio, pero no sin antes apagar tanto la televisión como las luces que alumbraban el salón, viéndonos envueltos por el silencio y la oscuridad durante apenas un par de segundos.