Después de mucho esfuerzo, consigo terminar de montar la trona de Norah, y la dejo a un lado de la barra que separa la cocina del salón. Pensaba que volver a montarla, aunque no tuviese las instrucciones, sería bastante sencillo, pero no fue así y he tardado bastante más de lo que me esperaba en asegurarme que todo está en su sitio y que no se desmontaría en cuanto dejase a la pequeña sobre ella. Una vez la coloco, agarro la caja donde he metido las piezas de la cuna y la llevo parara dejarla en el único hueco que quedaba libre en la pequeña habitación de lo que va a ser nuestro hogar durante las próxima semanas.
Después de lo que he tardado sólo con la trona no me quiero ni imaginar lo que tardaré en colocar las piezas de la cuna así que decido salir de la habitación, que solamente se separa del salón por una puerta corredera de estilo rústico, y voy hasta el parque donde está Norah jugando con los pocos juguetes que he podido traer en el coche, puesto que entre su cuna, su trona y el coche de paseo, no me ha dejado espacio para mucho más. De hecho he tenido que meter mis cosas en una maleta de cabina, por lo que seguramente a lo largo de esta semana tendré que volver al piso para traer lo que me falta.
Ella al verme empieza a reír mientras mueve con entusiasmo uno de sus juguetes, me quedo unos minutos con ella hablándole y jugando, hasta que suena mi teléfono. Voy a por él a la mesa de café que hay frente a un sofá de tres plazas color negro, sobre el que me siento mientras observo la pantalla, para ver que quien me llama es Luke.
- Hola.- Respondo con una sonrisa mientras me acomodo sin perder de vista a Norah.- Que alegría volver a saber de ti.- Comento en un tono gracioso, ya que hace unos tres o cuatro días que no hemos hablado más que un par de mensajes.
- Perdón, he estado hasta arriba.- Se disculpa de inmediato.
- No te preocupes, ¿cómo estás?- Pregunto siendo consciente de que es normal que haya estado ligeramente desaparecido.
- Bien, hoy aunque es viernes tengo el día libre, igual que el resto del fin de semana, así que si algún día te apetece hacer algo juntos, estaré encantado.- Y aunque no puedo verle, sé que está sonriendo.
- Podrías pasarte por casa si quieres.- Comento mientras juego con un mechón de mi pelo entre mis dedos.
- No lo sé.- Responde tras un momento.- No quiero volver a pasar por ese momento de incomodidad con Calum. Me encantaría estar contigo, pero estoy demasiado agotado como para soportar otra vez tanta hostilidad en el ambiente.- Yo le escucho con atención hasta que termina, para entonces poder hablar yo.
- Es que Calum no va a estar.- Respondo y él de nuevo vuelve a tomarse unos segundos para responder.
- Bueno, tampoco iba a estar las veces anteriores, y al final estuvo.- Escucho finalmente su voz al otro lado de la línea.
- Ya, pero es que ya no estoy en ese piso.- El silencio se adueña una vez más de la conversación.
- ¿Cómo?- Pregunta y yo suelto una pequeña carcajada.
- Sé que a lo mejor te lo tenía que haber dicho, pero he decidido alejarme durante, como mínimo, un mes, he alquilado un estudio pequeño, casi en la misma calle que estaba el anterior, porque hemos llegado al acuerdo de que Calum seguirá cuidando a Norah los días que me toque trabajar, y estando cerca es mucho más cómodo para los dos.- Explico mientras me quito los zapatos para poder subir los pies al sofá.
- Podías haber aceptado el vivir en mi casa.- Yo sonrío al escucharle, porque sabía a la perfección que en algún momento lo diría.
- Lo sé, pero quería un lugar que fuera nuestro y no depender de nadie, además de que tampoco me parece justo que tengas que volver a casa de tus padres por mí.- Aclaro mientras me levanto al escuchar que Norah empieza a llorar.
- Ya, te entiendo, ¿entonces cuándo quieres que me pase para que me enseñes tu nueva casa?- Pregunta en un tono divertido.
- Pues todavía tengo que montar la cuna de Norah, y después de lo que he tardado sólo con su trona, igual me vendría bien un poco de ayuda.- Sugiero mientras me vuelvo a sentar con mi hija en brazos.
- Mándame la dirección y estaré ahí tan pronto como pueda.- Tras esa frase ambos cortamos la llamada después de despedirnos y después le mando la ubicación y el número de piso por whatsapp.
Luke tarda aproximadamente media hora en llegar y en esta ocasión va vestido con unos jeans ajustados y una sudadera. Le enseño el estudio prácticamente sin movernos del salón, porque tampoco hay mucho más que mostrar y él lo observa unos minutos en silencio, mientras yo le explico que prácticamente firmé el contrato este mismo martes y lo caótico que fue hacer esta pequeña mudanza temporal, por el trabajo que me ha dado sobre todo el tener que desmontar las pertenencias de Norah para poder trasladarlas.
- Entonces, ¿en un mes vuelves con Calum?- Pregunta tras el tiempo que se ha pasado simplemente escuchándome.
- No lo sé, el contrato puedo extenderlo un poco más si quiero, supongo que antes de volver definitivamente, iré probando como va la cosa.- Respondo mientras llevo a Norah hasta mi cama para poder tumbarla ahí, puesto que se ha quedado dormida.
- ¿Y si sigue sin funcionar?- Cuestiona, apoyándose sobre el marco de la puerta que separa las únicas dos estancias diferenciadas de la casa.
- Pues en ese caso supongo que no me quedará más remedio que mudarme de verdad.- Contesto antes de soltar un largo suspiro.- Pero espero que eso no tenga que pasar.
- ¿Todavía no has dormido aquí?- Él me mira ladeando la cabeza con curiosidad.
- No, hoy será el primer día, quería esperar a que llegase el fin de semana para poder acostumbrarme a ella y hoy he pedido uno de mis días de asuntos propios en el trabajo para así dejar todo listo y poder hacerme a la casa el resto del fin de semana.- Explico mientras me siento con cuidado a lado de Norah.
- ¿Estás nerviosa por ello?- Continúa hablando mientras mantiene la distancia sin moverse de la zona de la puerta.
- Prefiero no pensarlo, la verdad.- Sonrío intentando mostrar como si en realidad no me importara demasiado, cuando no es así.- ¿Empezamos con la cuna?- Pregunto para dejar de lado todas sus preguntas, a lo que él asiente con la cabeza y finalmente entra en la habitación mientras se arremanga la sudadera.