Capítulo 1: Sigo respirando.

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En multimedia: Sleeping At Last - Already Gone

~*~

Abro los ojos. Otra vez. Otro día.

Él sigue sin estar.

Duele.

Me he preguntado cientos y miles y millones de veces ¿cómo serían las cosas si él estuviera aquí? Si hubiésemos podido escapar, si esos ojos grises aún llenaran de tanto color mi vida. También me pregunto una y otra vez sin parar: ¿Qué pude haber hecho ese día para evitarlo? Para evitar que lo mataran.

En mi cabeza sigue ocurriendo otra vez como una tortura lenta y dolorosa; los gritos, los disparos, sus manos ocultándome detrás de él, protegiéndome como siempre lo hacía, recibiendo esos balazos por mí... joder, por mí, ¿para qué me salvó? No me hubiera importado morir con él, no me hubiera importado nada.

Sé lo que dirán, que la vida no se ha acabado para mí, que hay un montón de cosas por las cuáles sentirme agradecida, dichosa por aún estar en el mundo de los vivos, por aún tener tiempo de emendar mis errores, de cumplir mis sueños, que tengo a mi hermano, a mi tía, a mis amigos.

Probablemente tienen razón, tengo mucho pero ese no es el problema; el verdadero problema es que nadie llena el vació que ha provocado alguien más. El problema es que en el mundo en el que él vivía y en el que sin querer entré, perderlo significa muchísimas cosas; como huir, esconderme, no poder tener una vida tranquila incluso lejos de donde todo empezó, porque temo todo el tiempo que en cualquier esquina alguien me ataque. El gran Ethan Johnson ya no está para protegerme y no es que yo no pueda hacerlo por mí misma, pero vamos, hay que ser honestos, de ese mundo sé muy poco.

El problema es que aunque aún tenga personas a quien amar y quienes me aman, la herida no sana, la herida no se cura, solo se expande por todo mi cuerpo.

Miro al techo y trago saliva con dificultad, estiro el brazo solo para comprobar una vez más que él no está a mi lado, ¿cómo podría estarlo? ¿Cómo? Giro hacia el lugar vacío y me tomo algunos minutos para observar todo ese espacio solitario. Al menos hoy no lloro y para ser el tercer mes sin él supongo que es un avance.

Salgo de la cama cansada, no duermo bien desde que dejé L.A, tengo la misma pesadilla todas las malditas noches: El viene a verme, lo veo a la orilla de mi cama, es él y luego ya no está. Lo llamo pesadilla porque cuando despierto sé de nuevo que no es así, que no es verdad, que en realidad no ha venido. Me pasa seguido, incluso una que otra vez me ha parecido verlo entre la gente, en lugares aglomerados, pero creo que es solo producto de mi imaginación.

Niego con mi cabeza y me meto a la ducha, no sin antes verme en el espejo y observar ese reflejo apagado de lo que queda de mí, las ojeras más grandes del mundo, la mirada más opaca que alguna vez miré y la angustia. Estoy arruinada porque también supongo que tres meses en realidad no es nada, es como si se fuese ido ayer, como si hace unas cuantas horas hubiera escuchado su voz, diciéndome que me ama, que me comporte, que le haga caso, llamándome pequeña.

Esto está jodiéndome en grande.

Cierro mis ojos y respiro profundamente tratando de controlarme. Me ducho de una buena vez y me visto enseguida. Tomo un yogurt y apenas y lo pruebo, lo dejo en la isleta y tomo mi bolso para salir del pequeño apartamento que recién he rentado. Me detengo en la puerta y doy pasos apresurados hacia mi habitación, abro el armario y entonces la veo. La chaqueta. Jamás me la quito, la llevo conmigo todo el tiempo, me hace sentir cerquita de él.

Meto mis brazos en las mangas y maldigo, es lo mismo todos los malditos días: la desesperación de no tenerlo. ¡Dios! Es espantoso. Me paso las manos por el rostro y me obligo a salir. Cada parte de mí lo añora, lo extraña, lo piensa. Camino por la acera y me paso las manos por los brazos, aún con la chaqueta puesta siento algo de frío. 

Peligrosa Atracción II (Almas Perdidas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora