Capítulo 3: Enloqueciendo un poco.

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En multimedia: Other Side - Gaits

~*~

Siento que me desvanezco, que se abre un orificio bajo mis pies y caigo sin poder detenerlo. Necesito salir de aquí, ahora y casi me grito yo misma que corra, que llegue hasta ese hombre. No estoy ebria, tampoco loca para imaginarlo de esta forma tan real. Puede que el dolor a veces me ciegue, no a este nivel, no a esta clase de demencia.

Mientras me obligo a moverme de una maldita vez, el tipo deja de verme, niega con su cabeza y mira hacia el piso. Aún sin respirar consigo que mis pies se despeguen del suelo y salgo despavorida hacia el cuarto, el pasillo, el elevador y finalmente llego a la calle. Miro hacia todos lados, pero él ya no está, se ha espumado y cuando trato de correr en la única dirección en la que pudo ir o más bien en la única dirección en la que te permite el aparcamiento, dos de los hombres que venían en las motos detrás de nosotros me toma de los brazos e impiden que siga. Intento soltarme pero es imposible.

—¡Suéltenme! —les exijo—. Había un hombre ahí —digo señalando el lugar exacto—. ¿Lo miraron? ¿Lo han visto? —repito, ellos deben conocer a Ethan perfectamente.

—Señorita cálmese, su hermano ya viene.

—No quiero a mi hermano, ese era Ethan. ¡Ethan! —grito descontrolada y ambos tipos intercambian miradas.

—¿Qué está pasando? —escucho la voz de mi hermano—. Suéltenla, maldita sea, no llamen la atención.

—Ethan estuvo aquí —le hago saber a Nathan, totalmente consciente de que sueno como una loca.

—Blair...

—Sé que suena a locura pero te juro que estaba ahí —vuelvo a señalar—, era él Nathan, yo jamás confundiría su rostro ni sus ojos. Era él, hay que buscarlo, no debe estar lejos.

—Blair, vamos adentro.

—¡No! Era él, está vivo —alzo la voz y todos me miran como si hubiera perdido la razón.

—¿Por qué no entramos y me cuentas mejor?

—Te estoy diciendo que lo he visto ahí, traía una capucha, le cubría el rostro, me observó bastante tiempo y cuando empecé a sentir miedo le miré el rostro, eran sus ojos grises. Nathan...

—Enana, sé que aún es pronto pero tienes que aceptar que está muerto. ¿En qué mundo Johnson te vería de lejos sin acercarse a ti? Dime, ¿en qué mundo?

¿En qué mundo me dejaría sabiendo que sufriría tanto? ¿En qué mundo le importaría un carajo volverme loca de esta manera? ¿En qué mundo se alejaría de mí? En ninguno. Sé que en ninguno.

—No estoy loca —susurro y tiro de mi cabello.

—No, no lo estás. Vamos, hace frío —insiste.

No pude imaginármelo, no puedo estar tan mal, tan empeñada y encaprichada con la idea de que está vivo, pensé que ya lo había aceptado, que retomaría mi vida, que lo dejaría atrás, no puede ser posible que lo haya visto una vez más. ¡Es absurdo! En sueños es comprensible, en lugares aglomerados, de acuerdo, puedo confundirlo con alguien que se le parezca pero totalmente despierta, no puede ser. ¡No!

Sin embargo no me queda más que aceptar que tal vez y solo tal vez estoy enloqueciendo un poco. ¿Hasta cuándo esto va a ocurrirme? ¿Hasta cuándo tendré que imaginarlo de todas estas formas? Ya no está, Blair, ya no más. Decepcionada y hasta avergonzada por mi numerito sigo a mi hermano hasta el hotel. No digo nada mientras llegamos al cuarto. No tengo ánimos siquiera de discutir lo que ha pasado.

Peligrosa Atracción II (Almas Perdidas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora