Capítulo 31: Los mismos errores.

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En multimedia: M83 - I Need You

~*~

—Te amo —dice tan bajito en mi oído que toda mi piel se eriza. Me mira con deseo, ese que te prende de pies a cabeza sin necesidad de un solo toque—. Necesito estar dentro de ti. —No importa cuántas veces lo hacemos, él siempre me mira y me desea con la misma intensidad—. Eres mía. —Pasa su lengua por el contorno de mis pechos—. Dilo —me exige.

—Soy tuya.

—¿Ya estás mejor? Digo, físicamente hablando.

—Estoy perfecta —contesto desesperada por sentirlo dentro de mí.

—Perfecta —repite y deja ir con toda su fuerza su miembro en mi sexo. La embestida ha sido poderosa, tanto que me ha movido varios centímetros hacia atrás.

Trato de no gemir muy alto porque las cabañas están muy cerca una de la otra, pero cuando cambia de posición, poniéndome de lado, acariciando mi parte más sensible al mismo tiempo que sigue invadiéndome, no logro mantener la boca cerrada.

Sus movimientos feroces y sus manos aferradas como garras a mis caderas hacen que su miembro entre por completo y su boca insensata no deja tranquila mi piel a su alcance. Gruñe con cada estocada, tiemblo con cada invasión. Mi piel se eriza con el aumento de velocidad y la tensión en mi vientre aumenta cada vez más. 

Sus manos recorren mi cuerpo, palpan mi piel que bien podría estar en llamas. Masajea mi trasero, hace lo mismo con mi vientre, sube despacio hacia mis pechos y termina apartando todo mi cabello para darme pequeños besos en el hombro y la espalda cuando vuelve a tumbarme en la cama, pero esta vez quedo de espalda a él, presiona con fuerza mi cintura con cada intromisión, me siento tan húmeda y desbordada. Enrosca la longitud de mi cabello en su muñeca y da pequeños tirones que en vez de molestarme, me llevan al siguiente nivel.

En un momento me suelta por completo y sale de mi interior solo para perder su rostro en mi intimidad y saborear mi esencia en todo su esplendor, un lametazo lento y su lengua tomando hasta la última gota visitando un poco mi interior es lo que siento y luego se deja ir con todo sobre mí. Estoy tan concentrada en el placer de su cuerpo desnudo junto al mío, en su miembro entrando y saliendo sin parar un segundo, que soy poco consciente del momento en el que ambos terminamos al mismo tiempo y caemos rendidos uno al lado del otro.

Me arden un poco mis heridas que aún están vendadas por precaución. Respiro agitada, él también, y lo miro mientras pienso en lo raro que es que nuestras ganas y nuestra necesidad nunca mueran aún en estas condiciones.

—Creo que no está bien que tengamos estas sesiones de sexo cuando nuestro mundo se cae a pedazos —susurro graciosa.

—Si piensas quitarme el sexo, entonces coge mi pistola y mátame.

—Eres un exagerado, ¿sabes?

—No, no exagero. ¿Te has detenido a pensar en la cantidad de veces que hemos estado juntos íntimamente desde que volvimos a vernos? Pocas, muy pocas, a veces quisiera raptarte, llevarte a una playa o una isla privada, solo tú y yo sin toda esta mierda, sin tener que compartirte, ni sentirme inseguro, ni joderte la vida. Hacerte tantas veces el amor que se me termine cayendo.

—Pues que bueno que eso no ha pasado porque entonces ¿qué haría yo sin tu mayor atributo?

—¿Mi mayor atributo? ¿Qué hay de mis ojos? —bromea y se ríe mientras me abraza y besa mi cuello—. Sé que es mi mayor atributo.

—Vaya, lo tienes claro.

—Pues sí, la veo diario, mi amor. —Se ríe escandalosamente.

—¿Sabes? Ahora bromeas más, te ríes más, sonríes más que antes, cuando estábamos en la fraternidad a pesar de que todo es más complicado.

Peligrosa Atracción II (Almas Perdidas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora