Capítulo 25: Una bomba de tiempo.

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En multimedia: Alan Walker - Sing me to sleep

~*~

No hemos dormido nada, nos hemos quedado desnudos en la terraza y tirados en el suelo sobre una manta que Ethan trajo más tarde y con la que también nos hemos cubierto cuando sentimos frío. Esperamos pacientes a que el sol se asome y desde este lugar la vista parece valer millones, la forma en la que pareciera que el sol sale del mar y poco a poco toda su luz nos alumbra es más allá de hermoso.

Me acurruco con Ethan y le doy un beso en el cuello, mientras él me envuelve con sus brazos fuertes y me aprieta un poco. Ambos suspiramos, internamente pido que tengamos más amaneceres como este; juntos, tranquilos, llenos de esperanza. Él me devuelve el beso y sube poco a poco hasta llegar a mi boca.

—¿Me amas?

—Ya sabes que sí —respondo.

—Es que me gusta escucharlo.

—Te amo, te amo, te amo. ¡Amo a Ethan Johnson! —grito poniéndome de pie, Ethan me toma de la cintura y me tumba, gruñe furioso. ¡Ja! Apuesto que va a soltarme algún discurso sobre que ya es de día y estoy enseñando las tetas.

—¡Estás desnuda!

—¿Y?

—Y que no quiero que nadie vea mis tetas, por Dios, mujer, por qué me retas así todo el tiempo.

—¿Tus tetas? ¿A poco tienes? —me burlo y pone el rostro aún más serio.

—No eres graciosa.

—¿Qué talla eres, bonita? —bromeo y me gano una nalgada.

—¡Estas son mis tetas, mujercita! —bufa, toma mis pechos con ambas manos y los aprieta, me quejo por la fuerza ejercida, pasa su lengua por los pezones resaltados y los muerde.

—¡Ah! —chillo.

—Entonces, ¿por qué no debes andar por ahí con las tetas al aire? —me pregunta ahora riéndose.

—Porque tengo un macho por novio que se cree que porque él me lo dice no voy a mostrarlas. —Abre la boca fingiendo ofenderse y en un santiamén lo tengo en medio de mis piernas y me invade con mucha fuerza.

—Respuesta incorrecta, cariño —habla entre dientes y se hunde una vez más mientras mordisquea mis pechos—, y ni novio ni macho, que te recuerdo que ayer aceptaste casarte conmigo.

—¿Qué? —me río.

Mi castigo llega enseguida, otra embestida poderosa, y otra y otra y otra hasta que recuerdo que, no me bebí la pastilla ayer, y que hemos tenido más sexo sin protección y estamos haciendo lo mismo, los nervios me invaden tanto que siento ganas de vomitar de la impresión que me da imaginarme embarazada. Empujo a Ethan y corro al baño apresurada. No vomito gran cosa, porque es más miedo que el estómago revuelto.

—¿Estás bien? ¿Qué pasa? ¡Blair!

—Estoy bien.

—Voy a entrar...

—No, no.

—Sí, lo haré.

La puerta se abre y yo bebo un poco de agua del lavado.

—¿Has vomitado? —abre mucho los ojos al preguntar.

—No es lo que piensas.

—¿No?

—No.

—¿Te bebiste la pastilla?

—Tú también podrías ponerte un condón, ¿no crees? —le grito sin querer.

Peligrosa Atracción II (Almas Perdidas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora