Peligrosa Atracción II (Almas Perdidas)

Capítulo 20: Una montaña rusa.

En multimedia: Louis Tomlinson ] - We Made It

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Me llevo una mano a la frente y me dejo caer en una silla. Sabía que sería difícil pero no creí que haría un escándalo frente a todos, pensé que al escucharlo tomaría una actitud más tranquila, serena y sobre todo objetiva. Pero así es él, o lo amas o lo odias, solo tienes dos alternativas.

—¡Cuánto drama! —se burla Mateo—, verlos a ustedes dos discutir es como ver una telenovela.

—Mat, no es momento para bromas —dice Mark.

—¿Quién domará a la bestia? —es la respuesta de Mat.

—¿Creen que sea un buen plan? —les pregunto—, sean honestos.

—Es arriesgado, si en algún punto te descubre y estás desprotegida podría arrestarte en un segundo —me hace saber Kim—, pero te apoyo. Siempre resolvemos todo a balazos, con sangre, con muertes, venganzas, pero esta vez no se trata de personas que formen parte.  Hay que jugar sus mismas cartas.

—Es cierto, siempre resolvemos todo de esa forma y quizás si por primera vez hacemos las cosas diferentes, si actuamos con cautela y al mismo ritmo que ellos, podríamos sacar mucho provecho —Tony también está de acuerdo.

—¿Qué hay de ti, Nathan?

—¿De verdad me lo preguntas? Tú siempre haces lo que quieres aunque no esté de acuerdo, el desquiciado que acaba de salir de aquí es la prueba. No, no estoy de acuerdo, pero apoyo lo que decidas.

—Es algo que puede funcionar por un tiempo corto porque en cuanto le digamos a Petroski que tenemos esa información y dejamos que pase demasiado tiempo, los muertos seremos nosotros —nos advierte Zac.

—Yo estoy contigo, Blair —responde Mark.

—Si te escucha Ethan le provocarás otra rabieta —le recuerda Mat.

—Ciertamente solo tú puedes convencerlo, no escuchará a nadie más —me dice Mark ignorando a Mateo.

—Pues yo sí entiendo a Ethan, me volvería loco si Kim se viera con alguien más. —Mateo mira con ternura a Kim y ella toma su mano.

—Pero solo fingirá, Mat.

—¿Y? De igual forma me volvería loco. En todo caso creo que podemos intentarlo, si en unos días no consigues nada, esto se acaba, haremos las cosas a nuestra manera. ¿Bien?

—Bien —acepto.

—Ahora ve a tranquilizarlo, que me romperá toda la casa y tendré que denunciarlo por daños a propiedad privada. —Todos nos reímos, no por lo que ha dicho, sino porque justo cuando termina se escucha un estruendo en la parte de arriba.

Mi loco está suelto.

Me pongo de pie, tienen razón, he de calmarlo. Al pasar por mi hermano le doy un apretón en el hombro.

—¿Podemos hablar mañana antes de irme al trabajo?

—Claro. Yo te llevo.

—¿Estás bien?

—Sí, enana, no te preocupes por mí. ¿Tú lo estás?

—Calmar a Ethan no es fácil —asumo.

—¡Follen! —grita Mateo y todos se ríen, menos mi hermano.

—Más respeto idiota —lo riñe Nathan.

—¿Respeto? ¿Pregúntale a ella y a Ethan si han tenido respeto por las almas inocentes que habitamos en este hogar?

Niego con mi cabeza y le muestro el dedo medio, al menos mi hermano no investiga de qué habla Mateo. A paso lento, por el ligero dolor que aún queda en mi tobillo subo las inmensas escaleras y recorro los pasillos hasta llegar a mi habitación. No está ahí, pero no tardo mucho en encontrarlo, la casa es enorme y su rabieta escandalosa, está a solo unos cuartos más adelante.