Capítulo 6: No me olvides.

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En multimedia: 1,000 hands - Fifth Harmony

~*~

Palidezco, sí, lo hago.

Trato de conectar todo en mi cabeza, de ingeniármelas para descifrar qué es lo que realmente está pasando o qué es lo que de verdad Ethan trata de decirnos. Me llevo una mano al pecho y solo por la presencia de Jan es que me mantengo firme y serena, aunque por dentro me estoy desintegrando. No lo entiendo y tampoco lo comprendo ni siquiera un poco.

El dolor de perderlo me cegó por mucho tiempo, he leído su carta creo que un millón de veces, sé que ahí dijo claramente que si González vivía o moría de igual forma teníamos que alejarnos un tiempo, que no podría llamarme, que no podría buscarme pero que siempre llegara puntual a todos los puntos de encuentro porque quizás podría apresurar las cosas. Nada de eso coincide con lo que está pasando.

González murió, y Ethan aparentemente también lo hizo; entonces, si sobrevivió y se alejó para protegerme, para proteger a los chicos... a Kim... ¿Por qué hace todo esto? ¿Por qué se me apareció tantas veces haciéndome creer que estaba enloqueciendo? ¿Por qué le roba los clientes a Mateo? ¿Por qué le envía recados a Jan con armas e intimidación? ¿No se supone que era un hombre de su confianza? Si quiere que sigamos pensando que ya no existe en el  mismo mundo que nosotros, ¿qué mierdas está intentando lograr al hacernos sopesar que aún vive? 

Ethan Johnson era pulcro en su trabajo; los hombres que me seguían parecían novatos, ni siquiera a mí me hubiesen descubierto tan rápido. El mensaje que ha enviado es obvio; odia que se metan conmigo, que me traten mal y lo que más odia en el mundo es que me toquen otras manos que no sean las de él. Hay algo que no termina de calzar en toda esta historia y voy a descubrirlo.

—¿Traes auto? —le pregunto a Jan.

—Sí, claro, nos están esperando. —Señala unas cuadras atrás y veo los dos autos negros. Aún en contra de mi voluntad camino hacia los autos y me subo en uno de ellos. Jan lo hace segundos después. Norma tendrá que esperar, ahora tengo otras cosas por hacer.

—¿Pueden llevarme a Santa Mónica?

—¿Qué?

—Llévenme a Santa Mónica.

—Blair te acabo de decir que...

—¡Es una orden! Llévame a la playa, ¿quieres volver a ver a Ethan? Déjame hacer las cosas a mi manera —le exijo.

—Sí, señora —contesta de mala gana y le ordena al chofer que nos acerque a Santa Mónica. Nos alejamos del centro de la ciudad y nos desviamos por la interestatal diez hacia la playa.

Cuarenta minutos después la playa ya empieza a visualizarse y se me encoge el estómago al verla, de lejos se mira Pacific Park, la rueda de la fortuna, el muelle y puedo vernos ahí aquella noche en la que lo conocí mejor y me di cuenta que estaba perdidamente enamorada de aquel hombre tan oscuro. Parpadeo, no pienso demostrar ningún tipo de dolor frente a Jan.

—Espérenme aquí —les pido y bajo del auto, me quito los zapatos y pronto tengo la arena cubriendo mis dedos.

Camino hacia la playa lo más cerca posible, escuchar el sonido de la olas impactando me tranquiliza como siempre, el viento azota mi cabello y el aire que llega hasta mis ojos borra las lágrimas que quieren salir. Me pongo de rodillas sobre la arena caliente y toco con la punta de mis dedos la extraña textura que se me escapa ante el movimiento de mi mano.

Se me ocurre de pronto hacer algo que jamás había hecho, mis niveles de locura no habían llegado a tanto anteriormente. Saco mi teléfono de mi bolso y busco entre mis contactos aquel número que llevo meses sin marcar. Aprieto en la pantalla ese ícono verde y llamo a Ethan Johnson. Me pongo el teléfono en la oreja y espero.

Peligrosa Atracción II (Almas Perdidas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora