En multimedia: Ricky Martin - Tiburones
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No estoy segura de lo que hago, pero siendo honesta, ¿cuándo lo he estado? Ya no puedo seguir meditando si esta es la vida que debería vivir o no, si me siento bien o si me ciego, si mi amor por Ethan es lo que me hace llevar a cabo locura tras locura. Este es mi presente, no puedo cambiarlo, o quizás si pudiera, de momento no se me ocurre nada más que ayudar a los chicos fingiendo como Gabriel lo ha hecho conmigo.
Miro de soslayo una última vez hacia atrás rogándole al cielo entero que por una única ocasión Ethan entienda que esto es lo mejor, qué él puede saber mucho más de su mundo que yo, y de armas, y del "negocio", estrategias, tratos y todas esas cosas que conciernen al narcotráfico. Pero aquí algo no termina de encajar y tengo que averiguarlo.
Me digo mentalmente que de esto no solo depende la vida de los demás, sino también mi vida, la de mi familia o lo que queda de ella. Este hombre de ojos verdes que me mira más allá de sorprendido por lo que acaba de presenciar tiene muchísima más experiencia que yo, y es obvio, porque yo no soy un agente secreto ni nada que se le parezca. Cualquier gesto de nerviosismo, cualquier descuido de mi parte me hará ser descubierta.
Respiro profundo y mis ojos se llenan de lágrimas, no porque quiera llorar, sino porque me las provoco. Él cree que soy una niña dominada por un rufián, bien, pues que lo siga pensando. No me detengo ante su penetrante mirada, sigo hasta los baños, de todas formas ya sé de sobra que este trabajo no lo conseguí por suerte o porque me lo mereciese, ni siquiera es un trabajo real, y los meseros no son reales, nadie lo es, da igual si me salto las reglas o no.
Me quedo esperando en la puerta y empiezo a contar, si en veinte segundos no está aquí, saldré. No me equivoco, en menos de diez tocan la puerta principal. Y es él.
—¿Blair? —me llama.
—Dame un segundo. —Me pellizco las mejillas para que se tornen rosadas y me miro en el espejo, me obligo a llorar y en cuanto las lágrimas ya están en mis mejillas, salgo del baño de mujeres y lo encuentro recostado en la pared de enfrente, con los brazos cruzados y tiene un rostro preocupado. Uno que parece demasiado real, sé que no es el caso.
—Disculpa que me entrometa, has sido muy clara por la mañana. Yo soy buen entendedor, es solo que me ha sido inevitable no mirar y escuchar tu discusión.
Me muerdo los labios con frenetismo y sin esperar más me lanzo a su pecho, como la niña desprotegida que Norma le ha hecho creer que soy, como la chica que no sabe lo que hace, él, no tarda nada en envolverme con sus brazos. Finjo sollozar, él me estruja más y tengo tantas ganas de gritarle en la cara que es un mentiroso, que lo sabemos todo y que es hombre muerto.
—Tranquila, vamos, hablemos en un lugar más privado —sugiere, asiento sobre su pecho. Me guía hasta la oficina en la que había pasado escondido gran tiempo. Me lleva tomada de la mano y miro hacia la calle, Ethan ya no está, ni su auto. Mi teléfono no ha vibrado, es un gran avance entre nosotros que no me haya seguido, tampoco me esté llamando ni texteando.
Gabriel mira hacia uno de sus trabajadores antes de entrar y asiente con su cabeza. Me tenso, ahora que lo sé todo lo primero que pienso es que ya se ha dado cuenta de que están esperando por mí y que todas estas personas saldrán a arrestarlos. Mi instinto es correr pero no puedo ponerme en bandeja de plata. Dejo que cierre la puerta y que me ayude a sentarme.
Él se sienta a mi lado, en otra silla, no en el otro extremo del escritorio, que esté tan cerca me pone muy nerviosa y disimulo lo mejor que puedo.
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Peligrosa Atracción II (Almas Perdidas)
Roman d'amour*Segunda parte de Peligrosa Atracción. Es necesario leer la primera parte* Después de perder al amor de su vida, Blair Stoms ha decidido continuar lejos del mundo que le ha arrebatado todo. Pero Blair ignora lo que el destino le tiene preparado y qu...