En multimedia: Kodaline - Wherever You Are
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Su voz ingresa en todo mi sistema, recorre mi interior y activa cada maldita cosa en mí, es como si estuviéramos conectados de una forma sobrenatural, como si su sola presencia me encendiera como una llamarada. Tuve este sueño miles de veces; verlo, tan cerca, sentirlo, oírlo, tocarlo, poder abrazarlo, saber que es real, que jamás se fue, que nunca me abandonó.
Mi mente empieza a trabajar a una rapidez alarmante, las únicas dos palabras que ha dicho retumban en mi mente una y otra vez, sin parar, sin detenerse y un fuego ardiente me estremece por completo cuando se acerca más a mí y sus dedos presionan solo un poco mi mejilla, me obliga a subir la mirada pero estoy llorando, las lágrimas salen una después de la otra sin espacio entre ellas y lo miro borroso.
Aún así sé con toda la certeza del mundo que es... él.
Ethan Johnson está vivo y está frente a mí.
Conmocionada como me encuentro llevo una mano hasta mis mejillas para limpiar las lágrimas, necesito calmarme, respirar o voy a caer desmayada en cualquier momento. Él, con suavidad aparta mis manos y son sus pulgares los que con toda la paciencia del mundo quitan una a una mis lágrimas sin importar que siguen saliendo sin mi permiso. Estamos sin habla alguna, ambos, parpadeo tantas veces como puedo hasta que mi vista se aclara un poco y entonces lo veo con claridad.
Sus malditos ojos grises, sus facciones simétricas, varoniles, fuertes, serias, esas que tanto me gustaron desde la primera vez que lo vi, su cabello negro está más corto, peinado perfectamente y no revuelto como solía traerlo, sus cejas pobladas, sus pestañas espesas, esos labios que tenían aquel color extraño, como si estuvieran pintados ligeramente siguen siendo los mismos. Está delgado, lo noto enseguida, mucho, se le ve cansado, ojeroso y aún así me impacta.
—E... Eth... Ethan —consigo decir—. ¡Dios mío! ¡Ethan! —lo llamo emocionada hasta rabiar. Su característica sonrisa ladeada aparece y esas marcas que se le forman en la comisura del labio al hacer tal gesto siguen apareciendo ahora más pronunciadas por la pérdida de peso.
—Por favor trata de calmarte —me pide.
¿Qué me calme? Murió en mis brazos, y ahora está aquí. ¿Quién podría calmarse?
—¡Eres tú! ¡Estás vivo! —sollozo.
Asiente muchas veces y presiona sus labios, sus ojos viajan de un extremo a otro sobre mi rostro, me mira con una intensidad que me provoca pequeños calambres en todo el cuerpo. Niega con su cabeza y acuna mis mejillas con sus manos.
—No puedo creer que te estoy tocando... al fin... maldita sea... al fin —susurra y sus ojos grises se tornan negros, oscuros, turbios, su mirada cristalina me sorprende y aún más cuando se le escapa una que otra lágrima. Su respiración se altera, su pecho sube y baja violentamente igual que el mío.
—Eres real, ¿verdad? —consigo expresar.
—Tócame —es su respuesta y mis manos temblorosas lo hacen enseguida, suben por sus brazos, acarician su cuello, le cubro el rostro, delineo sus cejas, él cierra sus ojos y suspira, maldice, y al mismo tiempo agradece. Entierro mis dedos en su pelo negro. No hay duda, no lo estoy imaginando. Es real.
Estoy muy molesta con él, me ha mentido, a todos. Nos ha engañado, he pasado por todo un proceso creyendo que jamás volvería a verlo. He arriesgado todo, he puesto mi vida a merced de asesinos, delincuentes, narcotraficantes, mafiosos para poder retarlo y que hiciera esto, aparecer. Estoy rabiosa, lastimada, enojada, herida. Ha sido testigo de cómo lo he pasado, lo mucho que me ha dolido su ausencia.
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Peligrosa Atracción II (Almas Perdidas)
Romans*Segunda parte de Peligrosa Atracción. Es necesario leer la primera parte* Después de perder al amor de su vida, Blair Stoms ha decidido continuar lejos del mundo que le ha arrebatado todo. Pero Blair ignora lo que el destino le tiene preparado y qu...