2- La piscina

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-Tres meses después-

-No se si quiero ir-repetí por milésima vez, mirándome al espejo.

Jimin, mi compañera de habitación y mejor amiga, cepillaba mi largo cabello oscuro.

-¿Por qué sigues con eso?-me regañó, lanzándome una mirada fiera por el espejo-. ¿Crees que te dejaré aquí, sola?

-Me gusta estar sola, deberías hacerlo-suspiré y me apreté las mejillas, ¿por qué era tan jodidamente pálida?-. Además, necesito proseguir con James y Darla y...

-¿Por qué no los dejas un rato en paz? Es hora de que su escritora también se diviera, ¿no?-me sonrió y dejó mi cabello para lanzarme un repaso de arriba a abajo-. Te ves bien, Is... Quién sabe, tal vez hoy encuentres a tu propio James.

Hice una mueca.

-Nadie es como él, Minnie-miré lo que llevaba puesto-. Además me veo como una prostituta barata.

-¡Llevas un vestido!

-¿¡Vestido!? ¡Es sólo una camiseta un poco larga!-hice una mueca-. No podré ni agacharme con esto...

-Pues prueba-me guiñó un ojo y yo le di un golpecito en el brazo-. ¡Oh, vamos! No te amargues, ¿bien?

-Me lo pensaré.

-¿Bieeen?-insistió, haciendo un mohín-. Prométeme que tratarás de pasarlo bien.

Suspiré con resignación y asentí con la cabeza.

-Te lo prometo-puse los brazos en jarra-. Y tu promete que no te pondrás con ningún tipo de sustancia porque...

-¡Ahhh, ya vamos de vuelta, aigoo!-se quejó-. Nada de plan madre: hoy seremos dos adultas que la pasarán bien y beberán mucho, mucho alcohol. No olvides quién es tu unnie.

Puse los ojos en blanco y sonreí. Jimin era mayor que yo por un par de meses, pero parecía mucho más pequeña, ¿o era yo la que parecía una jubilada? ¿Me habrían pegado demasiado duro los diecinueve años?

Volví a mirarme al espejo.

No, no podía dar marcha atrás. Saldría. Si. Esa noche iría a la fiesta universitaria y me lo pasaría la mar de bien, me besuquearía con algún chico y bebería mucha cerveza... Era eso lo que hacía la gente de diecinueve, ¿no?

-Espera-mi amiga se metió en la habitación, busco algo, y volvió sosteniendo dos tacones negros de vértigo-. No me pongas esa cara y póntelos.

-Sabes muy bien que no puedo usar esos-sacudí la cabeza-. La última vez por poco me esguinzo el tobillo...

-¡Oh, vamos! Es sólo un poco de práctica; créeme, te acostumbrarás luego de unos minutos-me los tendió-. Hazme caso, eres demasiado bajita.

-Oye, que amable-se los quité y me los puse, alcanzando varios centímetros más.

Incluso con aquellos diez centímetros de ayuda, no era capaz de pasar a mi altísima amiga. La muchacha llevaba unos mini shorts que dejaban al descubierto sus increíbles piernas largas, una blusa que se le pegaba a los abultados pechos y el cabello teñido de castaño claro ondulado. Se veía fantástica, sin duda el sueño de cualquier chico.

-¿Estás lista?-inquirió, tomando las llaves en un dedo y haciéndolas girar con maestría.

Sonreí. Vaya... si que estaba ansiosa.

-Claro, vamos-di un paso y el pie se me dobló. Me sostuve de la pared en seguida-. Estoy bien-aclaré. Jimin se tapó la boca para ahogar una risa-. Si te ríes me arrepentiré al instante.

Caramel Macchiato [Park Jimin]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora