8- El chico de Busan

21.4K 1.9K 595
                                    

Las dos semanas antes de la "excursión", como le llamaba mi mejor amiga y compañera de piso, habían sido las más estresantes de toda mi vida. Yoongi había estado especialmente malhumorado esos días, gritándonos cuán imbéciles éramos y amenazándonos con arruinar nuestras vidas si seguíamos tan despistados. Y, en parte, lo entendía: todos estábamos tensos y por ende se nos dificultaba un poco la defensa al aro. 

Minnie también había estado bastante estresada: tenía orejas bajo los ojos y comía muchísimo; se pasaba toda la tarde en el estudio de baile y cuando no estaba allí se dedicaba a practicar frente al espejo de su habitación. Nada de fiestas, nada de chicos y nada de maquillaje. Y, sin embargo, nunca la había visto más hermosa.

En cuanto a Jimin, no había mucho que contar: no se había aparecido por el gimnasio, aunque lo daba al hecho de que había estado tan ocupado como mi amiga. Sin embargo, no podía negar que tenía una enorme abstinencia de su sonrisa.

... Y tal vez por eso me puse tan contenta, y la vez me sorprendí tanto, cuando le vi aparecer a mi lado de camino al colectivo.

-¡Belle! -exclamó, corriendo hacia mi.

Tenía un bolso del tipo salchicha colgado al hombro, supuse que con todas sus pertenencias; su cabello yacía oculto bajo una gorra de lana azul, y sobre su pequeña nariz un par de gafas de sol. 

Buau, Park Jimin estaba, una vez más, despampanante.

-Hola -le saludé con una sonrisa que intentaba reprimir un poco, pues debía verme demasiado atontada con su presencia-. No deberías juntarte conmigo, ¿sabes? Pueden hablar más.

Se rió, y su risa cantarina me dió una descarga de energía por todo el cuerpo.

-Somos como la revancha, ¿no? -dijo, y yo asentí-. Pues me gusta que llevemos una relación prohibida.

Ohhh, como Romeo y Julieta.

Apreté los labios, sintiéndome estúpida por lo que acababa de pensar, y asentí con toda la seriedad que pude.

Jimin estiró un brazo y me quitó mi propio bolso a rebosar de ropa del hombro, colgándosela él mismo.

-¡Oye! ¿¡Qué haces!? -traté de quitársela, pero él me esquivó con una sonrisita y comenzó a caminar hacia el colectivo. No podía verle los ojos tras las gafas oscuras, pero podía imaginar como estos se harían muy pequeños-. ¡Dámela!

-Sólo déjame ser un caballero y llevarla por ti.

-¡Ya tienes la tuya propia! ¡Y la mía pesa muchísimo! 

Cuando llegué a su lado, traté de hacérmela; pero Jimin volvió a esquivarme.

-Con mayor razón deja que la lleve por ti.

Me crucé de brazos, fastidiada.

-¿Ahora actúas como un chico de novela porque sabes que me gusta escribir?

-No -se giró y comenzó a caminar de espaldas-. Pero me alegra que pienses que soy como esos chicos.

Mierda, pero si estaba buenísimo como ellos.

Hice una mueca y le dejé, ¿para qué seguir discutiendo? La verdad es que me había cansado de acarrear mi bolso por el campus y Jimin tenía unos hombros suficientemente anchos y musculosos como para llevar sus pertenencias y las mías... Aunque tal vez fuera un poco egoísta pensarlo así.

El sol caía, atardeciendo sobre la manzana que formaba la universidad y dejando un color cálido e hipnotizante sobre el césped verde y sobre la gorra del muchacho, que por su propia salud había comenzado a caminar hacia el frente. A lo lejos se divisaban dos enormes colectivos de viaje, rodeados de profesores y alumnos entusiasmados. Como eran unas cinco horas de viaje, llegaríamos a eso de la una de la madrugada y de noche; cosa que a nadie le fastidiaba demasiado pues la carretera estaría casi vacía y el viaje sería mucho más agradable y seguro. 

Caramel Macchiato [Park Jimin]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora