22- Bitches are back

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Levanté el puño cerrado y golpeé varias veces la puerta de madera, apresurándome a dar un paso atrás y mirar hacia todos lados con la sensación de que estaban vigilándome. Y debía de ser normal que estuviera perseguida, dado que me había inmiscuido en el edificio de habitaciónes masculinas y tenía un bolso lleno de petacas de vodka y botellas de soju. 

La puerta se abrió de sopetón y yo pegué un respingo, apresurándome a meterme y cerrar la puerta con la espalda.

-¿Te encuentras bien? -inquirió Jimin, divertido.

-Muy poco caballeroso de tu parte encajarme éste bolso. Pesa como un diez veces yo -me quejé, dejándolo en el suelo y repasando la habitación con la mirada.

Bastante... varonil. La  sala estaba desordenada, revistas por todos lados, videojuegos tirados y sofás desacomodados. Sobre la mesada de la cocina descansaban tranquilamente una pila de platos y vasos sucios.

-Esto... -comenzó el muchacho, rascándose la nuca mientras veía el desastre que era su cuarto-. Tae es un chico desordenado.

-No le eches la culpa al pobre y angelical Taehyung.

Jimin entrecerró los ojos con malicia y sonrió, alargando una mano para aplastarme las mejillas y besarme de una forma ruidosa y molesta que, lejos de incomodarme, me agradó. 

-Mi abuela me besa de esa manera -confesé, y el muchacho solo se rió.

Le devolví la sonrisa y me fijé en su atuendo: no lucía el traje, como yo había pensado, sino unos pantalones rojos de pana y una remera enorme de básquetball. Su cabello iba muy despeinado y sus pequeños pies desnudos se paseaban de aquí a allá, impacientes.

-¿No te vistes? -inquirí, observando mi propio vestido de gala.

Le había pedido uno azul a Minnie, bastante lindo aunque básico.

-En eso estaba... -ladeó la cabeza-. Por cierto, estás hermosa.

Aparté la mirada, ridículamente roja, y solté un balbuceo incoherente que decía algo así como "gracias, ya cállate". El muchacho me sonrió de modo que sus ojos se hicieron dos pequeñas lunas, y jamás había tenido tanta ganas de arrojarme a sus brazos y besarlo. 

Y, por supuesto, eso hice.

Jimin trastabilló por el repentino sobrepeso que hacía sobre él, y ambos caímos sobre el sofá desordenado. Hice amago de levantarme, y el muchacho se apresuró a rodearme la cintura con los brazos y apretarme contra sí. Solté un quejido y él se apresuró a dejarme recostada sobre el sofá para luego ponerse sobre mi y lanzarme una mirada juguetona.

-¿Qué? -atisbé a preguntar, fingiendo molestia-. ¿Ya vas a dejarme salir?

-No.

-¿No?

-¿Eres consciente de que ahora mismo estamos en mi cuarto, solos?

Tragué saliva y compuse la mejor expresión de indiferencia que pude.

-¿Y...?

-Y que puedo hacerte mía ahora mismo.

Sus palabras llegaron con tanto ahínco a mi que sólo pude debatirme entre aceptar o... decir que sí.

-¿Y tú eres consciente de que en cualquier momento puede llegar Taehyung?

-No lo hará, créeme -su cabello caía sobre su rostro, una de sus cejas enarcadas. Tan feroz como un zorro de bosque-. Así que puedo hacer lo que quiera ahora mismo.

-Deberías ponerte el traje -apreté los labios en una fina línea.

De verdad quiero que des duro contra el muro, Jimin, pero no tengo tiempo de peinarme y maquillarme de nuevo hasta la fiesta; porque quedaría hecha un desastre y eso sería... muy obvio a la vista de los demás

Caramel Macchiato [Park Jimin]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora