27- ¿Lo entiendes?

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Jimin era un playboy.

Jimin parecía adorar su trabajo.

Jimin no iba a dejarlo por mí.


-¿Por qué no me lo dijiste desde un principio?

Se rió, sarcástico.

-Si te lo hubiera dicho desde un principio, ¿me habrías alejado a tiempo de tu vida?

-No, sólo... Sólo que... -lo miré como pidiéndole ayuda.

-Es sólo un trabajo, Isabelle.

¿Isabelle? No, no. Eso no estaba bien. Él nunca me llamaba por mi nombre completo.

-¿Y tengo que... aceptarlo y ya? -sacudí la cabeza, desesperada-. Así como "adiós, Jimin, suerte en tu trabajo" cada que tengas que ir, ¿y eso?

-Exactamente así -miró al frente, con el rostro completamente neutral.

-¡Es fácil para ti! -me puse en pie rápidamente, hecha una furia-. Estás pidiéndome demasiado.

-Sólo una cosa: que confíes en mí y que no me juzgues. ¿Y sabes qué? No estás haciendo ninguna de las dos.

Lo miré sin saber qué decir, sintiéndome completamente perdida. ¿Qué tenía que hacer ahora? Por un lado quería confiar en Jimin y, como decía él, no juzgarlo; pero a la vez... No podía soportar el hecho de que mujeres ricas, y encima casadas, pasaran sus asquerosas manos por su cuerpo. ¡Era demasiado hermoso, demasiado divino, como para ser tocado de esa manera! Y bueno, tal vez yo no era una Diosa del Olimpo, pero le quería... ¿No era suficiente?

No. Parece que no es suficiente para él.

-¿Sabes qué? Me lo pienso y... Luego hablamos -hice amago de irme, pero Jimin me detuvo tomándome por la cintura.

Sentí sus manos como fuego sobre la tela de mi blusa, como si de repente no fueran sus manos la que me tocaban. Como si... fuera un extraño, y no le conociera, y jamás me hubiera tocado de esa forma. Y se sentía tan... horrible.

-No quiero hablar luego -murmuró contra mi oído. Apreté los labios con fuerza, sintiendo que me entraban ganas de llorar-. No quiero que te vayas pensando que soy un imbécil. Sé que... esto te afecta. Créeme, a mí también me afecta; pero no puedo poner en juego mi carrera de ésta forma. Gano... muchísimo dinero, y no estoy dispuesto a eliminar la oferta por el momento. ¿Lo entiendes? 

Mi rostro se descompuso, pero inmediatamente me obligué a recomponerme y tomar aire silenciosamente por la nariz, porque no iba a llorar.

-Lo entiendo -me solté de su agarre y me marché del gimnasio.

Porque en realidad no, no lo entendía.




-¡Ánimo, ánimo! -Yoongi... bueno, Suga, trotaba alrededor de la cancha con la frente perlada de sudor-. ¡Sólo faltan diez minutos!

Exhalé con fuerza, sintiendo mis rodillas temblorosas. 

Estábamos a punto de ganar el partido a Daegu, ya casi lo teníamos, pero yo no podía más. Mi cabeza daba vueltas y sentía que se me revolvía el estómago a cada intento.

-Suga... -murmuré.

El muchacho, y pese a la distancia, se giró hacia mí; como si tuviera un sexto sentido maternal con los miembros de su equipo. 

Caramel Macchiato [Park Jimin]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora