5- La número doce

19K 2K 882
                                    

Mi idea de baloncesto claramente no era esa, pero no me quejé demasiado cuando la pelota (que se asemejaba a un pedazo de cemento) me dio en l loa cabeza.

-Ah -toqué la parte posterior de mi cabeza y arrugué la nariz.

-¡Hora de despertar, doce! -exclamó Yoongi, visiblemente cansado detrás de mí.

El objetivo del entrenamiento era permanecer de pie en cualquier lugar del gimnasio y pasar la pelota a la persona que viéramos primero. Claro que los pases eran más largos de lo que habría creído, y la rapidez de aquellos muchachos era tal que me dolía el cuello de tanto girarme con tal de seguir la pelota.

Bufé, provocando que mi cabello volara sobre mi cabeza, y me ajusté la coleta. Levanté los brazos justo cuando la pelota llegó a mí, pero en un desliz esta terminó cayendo torpemente a mis pies.

-Se me resbalo... -murmuré.

Yoongi se dejó a caer hacia adelante, como si quisiera elongar las piernas.

-¡Descancen! -exclamó desde la extraña postura de resignación y, cuando se levantó, sus ojos peligrosamente pegados a mi cara-. Ven aquí.

Me temblaron las rodillas. Aquel rubio de ojos gatunos iba a regañarme feo, lo veía venir.

-Eh... ¿si? -inquirí cuando estuve frente a él, abrazándome a mi misma.

Yoongi puso los brazos en jarra y levantó la barbilla para mirarme con altanería.

-No voy a negar el que la mayoría aquí son un asco, pero tú... -entrecerró los ojos y negó lentamente con la cabeza-. Apestas.

Tragué duro y retrocedí un paso. Qué rudo.

-Yo...

Yoongi sonrió.

-¿Crees que trato de echarte la bronca? Sólo quiero que sepas que por ser una chica no tendrás ningún tipo de trato especial: aquí todos somos un equipo y tu nombre es "doce", que te quede claro.

-Hago mi mejor intento, lo juro.

-Lo sé -se encogió de hombros y apartó la mirada-. Y fue mi idea armar este nuevo grupo de entes inexpertos; así que seré yo quien los entrene y puedes creerme que no pararé hasta que puedas embocarle... al aro... alguna vez.

Hice una mueca. Habíamos tratado de encestar en fila, y no le había dado ni cerca a la red.

-Eso es todo, dos series de cincuenta abdominales.

Abrí la boca tanto como pude y el muchacho enarcó una ceja.

-¿Cin... cuenta? ¿Sólo yo? -miré a mi alrededor; los pocos que se encontraban cerca me miraban con lástima.

-Estás escuálida, doce. Necesitas trabajarlo -me dio un leve empujoncito en la barriga con un dedo.

Me obligué a no ponerme nerviosa. El muchacho me trataba exactamente como a cualquier otro chico, no es que tuviera que sentir que aquello habría sido totalmente innecesario... Aunque lo había sido, completamente.

-Tengo una pregunta -levanté una mano como si se tratara de mi clase de literatura. Al ver que el muchacho me miraba con por demás desinterés, proseguí-. ¿Por qué te llaman Suga? Es decir... eso dice tu camiseta.

-Shooting guard. ¡Jincha! ¿No has prestado atención a la explicación que di al comienzo?

Me ruboricé.

-Yo...

-Tres series de cincuenta, iré por mi cronómetro.

Mierda.

Caramel Macchiato [Park Jimin]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora