26- Workshiped

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-¡Vaya, vaya, vaya! ¡Que eso estuvo buenísimo! ¡¡¡Pero no se vayan!!! -decía un tipo que había ocupado el lugar de Jimin, vestido con tantos brillos y tantos volantes como una drag queen-. ¡Que aún tenemos la pista dos qué enseñarles!

Sentí que me mareaba, y apenas fui consciente de cómo Baeyeon le decía algo a sus amigas y las tres se levantaban de la mesa, alejándose de mí. 

Me quedé como en modo automático hasta que un nuevo muchacho, uno que no conocía, subió al escenario y se puso a cantar. Entonces supe que tenía que irme, porque si algo no quería hacer en ese momento era quedarme hasta que cierta persona me encontrara y entonces tener que pedirle explicaciones. Ciertamente lo haría, pero no ahora. Sería como... sobrecargarme de información. Así que en algún momento me paré y me dirigí a toda prisa hacia la salida, por donde se habían ido las tres muchachas, empujando a quien se me interpusiera sin ningún tipo de problema.

-¡Espera! -exclamé, justo cuando Baeyeon ponía la llave del coche en contacto.

Me miró, sorprendida y risueña, mientras me acercaba a ella.

-¿Qué te pasa? -inquirió.

-Me... me iba a subir al coche.

-¿Disculpa? -se rió, y sus amigas hicieron lo mismo-. Dije que te traería, no que te dejaría de vuelta. ¿Crees que tengo ganas de hacerte favores ésta noche? ¿Que me da la mala de darte otro aventón? -se rió y puso un cambio-. Que tengas una linda noche, ratita.

Y con aquellas palabras se marchó, dejándome completamente sola en la noche de Seúl.

Y yo en lo único que podía pensar era en que debía irme de allí, porque no quería ser encontrada de esa forma. Ya me importaba una mierda si Baeyeon era una zorra o no, pues no me sorprendía; pero no pensaba quedarme de brazos cruzados o hecha un ovillo en el cordón de la vereda del teatro sólo para que alguien indeseado me encontrara en aquella situación.

No, y una mierda.

Me di media vuelta y comencé a caminar.

Para colmo de colmos esa noche había refrescado, y la piel se me erizaba al contacto con la ventisca. Tal y como decía mi serie, el invierno se acercaba, y yo iba de manga corta por las calles llenas de luces y vida. Apreté los dientes con fuerza, tenía ganas de golpear a alguien en la cara.

-¡Belle! -oí a mis espaldas.

Sentí como si aquella voz, aguda y no por eso menos masculina, me traspasase la cabeza. 

No me lo pensé dos veces antes de pararme frente a un taxi (que, de hecho, estuvo a poco de atropellarme), subirme y gritarle la dirección del campus.

Lo siento, Jimin, pero ahora soy yo la que necesita tiempo de procesar las cosas.



Mientras corría por la pista, como siempre siendo la última, me fije en que el día completamente gris. Estaba horrible, frío y húmedo, y yo me sentía un poquito así también. Desde la noche anterior, no le había dicho una palabra a nadie, y tampoco me había cruzado con Jimin por el campus. Y la verdad es que sólo deseaba seguir con esa racha, aunque supiera que ignorándole sólo estaba alargando el plazo de algo que tendría que suceder de todos modos. Estirando el chicle.

Así que, en algún momento, las rodillas me fallaron y tuve que frenar y tomar asiento en las gradas. Bebí de una botella de agua ajena, importándome bastante poco, de quién fuera, y me arreglé la coleta sobre mi cabeza.

-No eres muy veloz que digamos -murmuró a mis espaldas.

Pegué un respingo y me volqué parte del agua de la botella encima, llevándome una mano al pecho.

Caramel Macchiato [Park Jimin]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora