4- Estudio de baile

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-¿Y si no me aceptan?-inquirió Minnie, mordiéndose una uña mientras con la otra mano me arrastraba por los pasillos llenos de casilleros.

-¿Por qué no iban a aceptarte?-repliqué, rodando los ojos.

-¿Y si no soy lo suficientemente buena?

-Lo eres.

-¿¡Cómo lo sabes!?

-Te he visto bailar y sí que sabes mover esas piernas largas que tienes.

-¡Esto es diferente! No es como si fuera a bailar la música basura que pasan en las discotecas o algo así.

Viramos en una esquina y subimos los escalones hasta el otro piso. Un par de chicos vestidos con camisetas y shorts sudorosos pasaron, mirando mucho a mi amiga, y nosotras seguimos por el lado contrario. 

Señalé detrás de mi con un pulgar.

-Tal vez me una al equipo de baloncesto-murmuré.

-¿Tu? ¿Baloncesto? ¿¡Desde cuándo te has vuelto una chica deportiva!?-se rió.

Hice una mueca.

-Tal vez debería hacer algo con mi vida aparte de sentarme a escribir.

Minnie me miró con ojos muy abiertos, deteniéndose junto frente a la puerta del estudio de baile.

-¡Pero tu eres eso! ¿Por qué de la nada...?-la puerta se abrió, enmudeciendo a mi amiga.

-¡Hola!-exclamó una mujer de mediana edad, delgada y musculosa-. ¿Lee Jimin, cierto? 

-Si, soy yo-mi amiga se sonrojó.

-Excelente, pasa-me miró-. ¿Y tu eres...?

-Oh, yo sólo vengo a acompañarla-sacudí una mano.

-Puedes quedarte si quieres, tenemos un grupo de fans en las gradas-la mujer se rió y Minnie me sonrió mucho.

Y realmente, ¿cómo negarme a la sonrisa de mi mejor amiga?

Asentí y me metí, cerrando la puerta detrás de mi. El estudio era enorme y tres de las altas paredes yacían totalmente espejadas. El parqué de madera clara brillaba a nuestro pies, y en las gradas... bueno, claramente cinco personas no era un club de fans. Los bailarines practicaban por grupos, algunos estiraban, otros hacían una especie de freestyle robótico, por allí había unas chicas levantando la pierna en ángulos jamás vistos. Me apresuré a escoger un asiento en un rincón apartado de las gradas y descansé la barbilla sobre la baranda fría. 

Podía ver a Minnie charlando acaloradamente con la mujer tonificada y su grupo de compañeras, que le sonreían tanto como cualquiera le sonreiría a mi amiga. La muchacha levantó la mirada y me buscó, me sonrió y luego dio un largo repaso al estudio completo. En un momento su sonrisa se ensanchó y le dijo algo a su grupo antes de acercarse corriendo.

Me enderecé cuando la vi trotando hacia mi con una sonrisa gigantesca.

-Oye-dijo, apoyándose en la baranda-. ¿Recuerdas a Jimin?

Ojalá pudiese olvidarlo.

-Eh... ¿si?

-¿No era pelirrojo?-siguió, y sus ojos brillantes.

-Pues... si no ha cambiado su color de cabello de ayer a hoy, supongo que sí. ¿Por qué lo preguntas?

-Porque hay un chico de ensueño por allí que suena justo como tu príncipe de brillante armadura.

Entreabrí los labios de golpe. ¿Jimin no había dicho algo sobre que le gustaba bailar?

Miré hacia la multitud y, Dios, sí que era él. Es decir, ¿cómo confundirlo? El muchacho estiraba las piernas con una agilidad que dejaba con la boca abierta. Llevaba unos shorts cortos, muy cortos, y negros que permitían a mis inocentes ojos fijarse en sus muslos marcados. Sus labios gruesos apretados en una línea de concentración. El motivo por el que no le había visto antes era porque llevaba la capucha de la sudadera negra puesta y sólo su flequillo sobre su frente, húmedo de sudor, revelaba el color de su cabello.

Caramel Macchiato [Park Jimin]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora