10- Coffee break

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-¡Oye! ¡Despierta! -Jimin chasqueó los dedos frente a mí, sacándome de mi ensoñación.

Mi amiga, frente a mí, se veía espabilada y maquillada como siempre. Yo, sin embargo, no tenía tan buena pinta: llevaba un rodete improvisado, unos jeans informales y una blusa bastante gastada. 

-Estoy despierta -murmuré, llevando una mano a mi rostro para refregarme un ojo.

-Bebe tu café -la chica me acercó más la taza, como si no fuera capaz de agarrarla desde dónde estaba, y yo obedecí como una niña buena-. Ahora sí, cuéntame qué pasó.

-¿Qué pasó? No pasó nada, ¿por qué? -hablé todo rápido y desesperadamente, mirando repetidas veces a la mesa en la que el pelirrojo y su grupo de amigos parecían bromear sobre, no sé, las mermeladas-. ¿Tengo cara de que paso algo?

-Tienes cara de que Park Jimin te violó o algo así; en serio, ¿estás bien? Porque si trató de hacer algo te juro que...

-Estoy bien -la interrumpí-. Nada pasó.

No era buena mintiendo, pero ésta vez lo había dicho más para convencerme a mí que nada, así que mi amiga no lo notó.

-Te creo. ¿Durmieron bien?

Oh, claro que sí.

-Ahá -me encogí de hombros, fingiendo indiferencias-. Ya sabes, con los ojos cerrados.

Minnie puso los ojos en blanco, sonrió y le dió un sorbo a su té de hierbas.

-¿Por qué no le pones un poco de leche a eso? -inquirí, viendo que la mitad de su mesa sólo iba recargada por su té y la mía estaba llena de budines, tostadas y postres-. De verdad, no creo que sobrevivas al entrenamiento de ésta tarde con sólo agua en el estómago.

-Traje barritas de cereal -la miré mal-. ¿Qué? En serio; como mil.

-¡Tienes comida gratis y te traes barritas de cereal!

-No me juzgues, yo bebo agua y engordo. En serio.

Ahora fui yo quien puso los ojos en blanco.

Y, aunque mi amiga me creyera, yo no terminaba de cerrar teorías en mi cabeza: a ver, sabía que si ese bendito teléfono no nos hubiera interrumpido habríamos acabado besándonos... O sea, ¿le gustaba? O al menos le atraía, ¿no? Tenía que ser eso, porque de ninguna otra manera podría explicarme la... cosa enorme bajo sus pantalones. Y no me malinterpreten, no es que fuese una mirona o algo así es sólo que se notaba muchísimo. ¡Era una erección! ¡Claramente! A ver, a ver: había excitado sexualmente a Park Jimin. ¡Al pelirrojo sexy de los labios carnosos y el trasero de Kim Kardashian pero natural! 

Pero... ¿y si era sólo el momento? O sea, Jimin había dicho que tenía hambre allí; eso no significaba que fuera a tener hambre el resto de las cuatro noches... Porque verdaderamente si se le antojaba jugar con mis sentimientos cada noche terminaría hecha una piltrafa, un manojo de nervios y una adolescente sexualmente frustrada. ¿¡Cómo podría tener a un chico tan candente tan cerca y tan lejos a la vez!? Imposible. Cometería alguna estupidez, estaba segura; porque así era yo: jodidamente estúpida. Así como... 24/7.


-¡Aaaah! ¡No puedo! -exclamé, dejándome caer al suelo y levantando un poco la pelvis pues el dolor abdominal se sentía como el infierno.

-¡No hemos llegado a las cien! -gritó, muy cerca de mi oído, Yoongi.

Lo miré con furia, y él me devolvió el mismo sentimiento en sus ojos castaño oscuros.

-¿¡Cómo pretendes que haga cien abdominales seguidos!?

-¡Como hace el resto del equipo!

Me giré para ver como, a mi lado, el resto de los muchachos llegaban a los cien abdominales seguidos con la lengua afuera. 

Caramel Macchiato [Park Jimin]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora