Van no tardó en regresar a la escuela. Faltaba tanto que sus notas empeoraban sin remedio ,y su madre consideraba que ya era hora de que saliera un poco de casa y dejara de compadecerse de sí mismo.
-Ve y aprende algo útil.
-No pueden enseñarme nada que necesite saber.
-Siempre igual. Vas a ir y no hay discusión.
Todas las conversaciones entre ellos acababan igual últimamente. "Y no hay discusión" como muletilla, guillotina que pendía en el aire, esperando a sesgar la conversación. Ada Klassen hace meses que se había hartado de "las circunstancias", un descarado eufemismo para todos los baches de la vida de su hijo. No le hizo ninguna gracia descubrir la cicatriz cosida a mano de Van, razón que justificó que le obligara a irse a vivir con ella a la ciudad. Y tras ese descubrimiento, muchos otros más: toda una cadena. Quería tenerle controlado, decidió, aunque su trabajo apenas le dejara tiempo para asomar por casa, contradicciones que implicaba la convivencia con ella.Su relación nunca fue muy buena, simplemente existían sin respirar demasiado fuerte, fingiendo que todo marchaba bien a pesar de que no fuera un secreto. Vivían en la misma casa y daba la sensación de que los separara kilómetros.
Ese día Van acudió al instituto. Recibió todo tipo de miradas: sorprendidas, intimidatorias, morbosas..., producto deque su regreso fuera una ruptura con la monotonía de las clases. Se dijo a sí mismo que no necesitaba la lástima de sus compañeros. Podían ahorrarsela.
Se sentó como si nada en su lugar y fingió no tener oídos. A su alrededor todo pasaba a cámara lenta. Acababan de anunciarles que debido a problemas personales, su profesor tardaría media hora en llegar. Sin embargo, el centro de atención seguía siendo Van. A nadie le importaba una mera tardancia. La gente quería diversión, el morbo de que el rarito hubiera vuelto a surgir de donde fuera que se recluía por meses.
-Miradle. Dicen que está así por su madre. Ni siquiera se atreve a levantar la vista, vete a saber lo que le harán....-comentó un chico, con mal disimulada malicia. Esto alertó al grupito que se aglomeraba a su alrededor.
-¡Qué asco! El director nos encasqueta a cada friki.....- agregó alguien. Todos coincidieron con un asentimiento desganado.
-Si, y dice eso de "llevense bien, ahora son compañeros". ¿De verdad crees que yo podría llevarme bien con ese tipo?
-Se droga, seguro. Mira sus ojos- afirmó un tercero, entre risitas más propias de un escolar que de un joven con barba.
-Puede ser que no duerma- murmuró otro, acercándose a la verdad.
-Los camellos trabajan de noche, ya sabes.-No tiene porqué.
-Nadie te ha pedido tu opinión.
-¿Eres idiota? Solo era un comentario.
-Pero tengo razón, ¿no?. Ese toma algo. ¿Quién sigue siendo tan canijo a nuestra edad?
-¿Por qué no vas y se lo preguntas?
-¿Preguntarle el qué?
-Qué es lo que toma.
-¿No os estáis pasando? -intervino un quinto, procedente de otro grupo al fondo. Se iclinó por encima de los hombros del círculo que se había formado.
-No. Yo lo quiero saber.¿Sabes?, me preocupa el chaval. Quiero asegurarme de con quién negocia- soltó el primero que había hablado, haciéndose el ofendido. Era fácil disfrazar la crueldad con fingida preocupación. Ensayaba a diario.
-Entonces vamos -su colega le sonrió con complicidad. Sus ojos buscaron a su objetivo, divertidos.
Se movieron todos a la vez, como bailarines de un musical, perfectamente coordinados. El chaval del otro grupo también iba, sintiéndose culpable en su fuero interno y auto convenciéndose de que no hacía nada malo en ir a ver. ¡Menudo circo!
Van levantó la vista cuando detectó una sombra sobre su pupitre . Eran altos. Sus cabezas se reclinaban hacía atrás con arrogancia, y apretaban los puños, aún sin mucha fuerza, como si él les hubiese provocado. Si Van cerraba los ojos, podía leer a través de ellos todo el egoísmo y odio del que estaban hechos. "El vacío atrae al vacío", se dijo.
Se extremeció, demasiado tarde. Ante sus ojos la escena se reproducía en negativo, los cuerpos eran blancos y se movían muy deprisa. El tiempo se detenía, ambicioso, para estirarse y pesar como una losa sobre el único que no estaba disfrutando.
-Tú -le acusó un chico, cuyo nombre nunca se había molestado en aprender.
-¿Te fuerzan en casa, muchacho?- preguntó otro- Vamos, puedes decírmelo. Nunca hablas con nadie. Háblame.
-Te está ignorando- afirmó una chica. Se limpió las manos, detonando la bomba. A ella no le pasaría nada.
-¿Eso crees?-el joven se volvió hacia Van- ¡Eh, tú! ¿Es cierto?
Van no supo qué hacer. Allí nadie era tan amable como Lynn. No fue capaz de sostener la mirada del matón y no tuvo más remedio que bajarla al suelo. "No", murmuró. Le dolía la cara de pensar en lo que vendría.
-¿Decías algo? Dímelo a la cara-pronto tuvo al muchacho a milímetros de la suya.
-¡Eh, habla!- exigió otro, impaciente .También se acercó- Será verdad lo que dicen...¿Tu madre te cortó la lengua? ¡Vamos, habla!
-Déjalo, no hay nada que hacer. Te convendría hablar. Eres idiota si no lo haces, así que yo que tú diría algo- le comunicó la chica.
-¿Vas a hablar?- escupió el primero, más rojo que antes.
-No parece que lo vaya a hacer. ¡Eh,es contigo ,paliducho!¡Respóndeme!-agarró a Van del cuello de la camisa-¡Ya!
Van no dijo nada. No podía. Le temblaban los labios.
-Lo que yo decía, tiene problemas- murmuró alguien. El que sujetaba a Van enloqueció.
-¡Te he dicho que me respondas ! -tenía la atención de toda la clase. Nadie sea atrevió a mover un músculo, como si lo que estaba pasando fuera un sueño, ficción, y no fuera a tener consecuencias reales -¡Se acabó, eres hombre muerto!
Empujó a Van contra el suelo de una patada, soltándolo bruscamente. Una mesa se abrió camino en su espalda antes de entrar en contacto con las baldosas enceradas. Masculló una queja de dolor. El otro se agachó a su lado, bloqueándole las piernas bajo su peso y le dirigió una mirada histérica. Estaba totalmente fuera de sí, la cara más roja, la sien surcada de gruesas venas y los ojos inyectados en sangre. Era el terror, las pesadillas si tuvieran forma.
-¡¿Quieres problemas de verdad,chico nuevo!?¿Te piensas que eres superior para hablarme?
Una vez más, nadie dijo nada. Todo el mundo pensó que Van era un estúpido.
Se oyeron pasos en el exterior. El acosador levantó a Van del suelo de un solo movimiento y lo empujó hasta su silla. Consiguieron colocar las mesas, ante un mudo público, justo antes de que el profesor entrara.
-¿Qué está pasando aquí?
El chico sonrió, mostrando una sonrisa torcida y amarilla.
-Él te lo dirá- señaló a Van. Sabía que tampoco ahora hablaría.
Y así transcurrió otro día escolar.
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Butterfly {El Chico De Cristal}
Teen Fiction¿Cuántas páginas harán falta para saber que, pese a la inegable y relativa fragilidad humana, ni siquiera en el más profundo recodo de nuestra esencia estamos hechos de cristal? No eres irreparable. Reconstrúyete. Reinvéntate. Renace las veces que...