Decimotercera parte

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Llegó a casa a duras penas, aún tambaleándose. Sus rodillas cedieron múltiples veces y tuvo que incorporarse contínuamente.

Vació su estómago en el inodoro, ayudándose de sus manos para estabilizarse, y se despegó de él entre tiemblos. Se arrastró hasta su cuarto ,y se dejó caer contra la pared para poder llevarse un vaso de agua a los labios. Jadeó al atragantarse y cerró los ojos con fuerza.

¡Maldita sea! Le había asegurado a Lynn que estaba bien. Conservaba el vago recuerdo de haber ingerido algún medicamento que le habían ofrecido amablemente los colegas de éste para contrarestar los síntomas y vaciar el estómago. También recordaba la expresión preocupada de Lynn y su tacto en su espalda, de alguna forma reconfortante dentro del mar de confusión y dolor estomacal.

Se tendió sobre la cama y se quedó dormido con ropa, al menos remangada para una mayor comodidad.

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Cuando despertó, la luz se colaba con fuerza en el cuarto, taladrándole los párpados. Gimió y se dio la vuelta. No sirvió de mucho. Los gritos de su madre en la distancia le sacaron rápidamente de su aturdiemiento.

Ada siguió gritanto y al no obtener respuesta, abrió de par en par la puerta.

-¿¡Vas a pasarte todo el día ahí tendido?!

-¿Se puede saber qué quieres?- Ada se inclinó hacia atrás, sorprendida de que su hijo fuese capaz de levantarle la voz así, cosa que jamás había hecho. Parecía increíblemente molesto y su tono era agresivo.

-Son las cuatro- chilló- Acabo de llegar y todavía seguías durmiendo. ¿Crees que es normal? Tu tutor llega en media hora.

-¿De qué hablas?

-Empezabas las clases en casa, ¿recuerdas?- suspiró con impaciencia- Ayer te lo dije, pero como no me haces ni puñetero caso no te habrás enterado. Va a venir cuatro veces por semana un profesor especializado. Más te vale ser agradable con él- diciendo esto desapareció por el pasillo. Van se incorporó a todo correr.

-¡Eh! ¿Te vas?

-Tengo un cliente ahora- se hizo oír desde el otro lado- Luego he quedado con Dorine. Volveré tarde.

Van suspiró y fue a cambiarse entre tacos. Escogió un jersey de lana beige y pantalones a cuadros marrones. Incluso hizo sonar un disco de Alice In Chains mientras esperaba, para aplacar los nervios.

Su tutor, Ígor, resultó ser amable o al menos trasmitir esa impresión. Se sentaron a repasar el contenido del curso de forma generalizada, bajo la cálida luz del salón. Van no podía parar de pensar en su incipiente dolor de cabeza  a pesar de intentar prestar atención al docente, con el fin de abstraerse de una vez por todas.

-Que pases un buen Domingo, Van - se despidió Ígor.

-Espera, ¿hoy es Domingo?

-Claro-sonrió- Como autónomo a veces también trabajo hoy. Hasta luego.

Cuando  se marchó  Van corrió a la cocina y rebuscó en todos los armarios y cajones que pudo. Solo halló una caja de paracetamol vacía. Su móvil vibró y descubrió un par de llamadas perdidas de Lynn. Volvió a vibrar y descolgó.

-¿Qué--?

-¡Van! Gracias a Dios. Prometiste escribirme al llegar a casa.

-Oh. Lo siento.

-No importa. Sólo quería saber cómo estabas-mintió. Necesitaba oír su voz- ¿Ha mejorado?

-Bueno... - carrapeó, vaciando estantes de la cocina en vano. Ni una triste aspirina-Tengo un dolor de cabeza importante.

-Tómate algo. Te va a aliviar.

-En mi casa no queda nada.

-¿De verdad? Joder, y es Domingo...cierto ¿No hay ninguna tien--?

-Por esta zona no. Sólo hay una farmacia y hoy cierra.

-Imagino que no te encontrarás demasiado bien. Voy a ver...- se escuchó un ruido de fondo- Vale, tengo aspirinas. ¿Vives solo? Puedo acercártelas y de paso mi remedio casero para los malos viajes.

-Sería demasiada molestia. Y no,no vivo solo, pero como si lo hiciera.

-No digas tonterías. De verdad que no tengo ningún problema  en llevártelas, en serio. Solo mándame tu dirección.

-Bueno, si insistes... Espera. Voy

-Vale- sonrió al otro lado de la línea.














Butterfly {El Chico De Cristal}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora