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Después de todo lo sucedido ese día, para mi el más largo, decidí irme a dormir. Mañana sería diferente y podría solucionar las cosas con Jeon, debí haberme puesto en su lugar desde antes y así evitarme toda esta situación, por que a final de cuentas es un chico increíble y merece lo mejor, y aunque yo no lo era precisamente me esforzaría para serlo, por él.
Por que realmente quería una oportunidad y si la cague hoy lo solucionare mañana. Lo haría ahora mismo si tuviera su número de celular, si es que tiene uno, o iría a su casa pero obviamente no se dónde es.

Subí a mi habitación y sin más me dedique a intentar dormir.
Aunque tan sólo eran las 8 de la noche me sentía agotada. 

**

Escuche ruidos en la planta baja, eran las 3 de la madrugada así que asustada baje con un palo en la mano, no serviría de mucho pero podría defenderme de alguna forma. Recordé también lo que le dije a Jimin sobre ir a su casa más tarde, y en caso de que fuera él probablemente hoy sería violada.
Las luces seguían apagadas pero los ruidos se hacían cada vez más fuertes. Había alguien ahí abajo y quien fuera estaba chocando contra todos los muebles de la sala. Armándome de valor y cerrando mis ojos con fuerza prendí el interruptor de la luz para encenderla y;

-¡Tae!-Salté a los brazos de mi hermano que parecía asustado y confundido pero enseguida me rodeo correspondiendo a mi abrazo de koala y rió un momento.

-¡Enana!-Despeinó aún más mi cabello y se separo un poco de mi. Aunque su expresión cambió poco después.-¡Planeabas golpearme! ¡Y yo que vine a verte por que creí que me necesitabas y me haces falta!

Y ahí estaba mi estúpido y dramático hermano de vuelta.

-Cierra la boca-Le di un para nada delicado golpe en la nuca y dramatizando más se tiro al piso quejándose y lamentando haber venido. Rodee los ojos y fui a la cocina por un poco de jugo, para cuando regrese me llamó la atención una enorme caja que estaba sobre la mesa. Y Tae, bueno el estaba tendido en el piso riendo como loco mirando el techo.

-¿Qué es?-Me referí a la caja. De inmediato se levanto y sonrió, si algo me gustaba de Tae era aquella sonrisa cuadrada, no había visto ninguna como esa y me causaba gracia, aparte de que su risa era realmente contagiosa.

-Ven-Se sentó en el sofá y palmeó el asiento a su lado, obedecí y deje mi vaso en el piso. Tenía curiosidad. Aquella caja parecía más un regalo enorme. Estaba cubierta con un papel azulado y un moño plateado.

-Es para ti, no puedo quedarme más que un par de semanas y esto te hará compañía mientras no estoy, así no te sentirás tan sola. Claro que no será lo mismo que tenerme a mi por que ¡Vamos! Soy fabuloso-Golpee de nuevo su nuca y me acerque rápidamente a la caja.
Al abrirla una pequeña bestia salió disparada de ahí atacándome.
Bien no seré como Tae.
Un pequeño cachorro de raza Husky siberiano saltó a mis brazos sorprendiéndome y al mismo tiempo haciéndome reír.

Si analizamos la situación no es nada común que te regalen un perro a las tres am cuando creías que había un intruso en tu casa. Pero teniendo un hermano como Tae nada es extraño, y nada debe sorprenderte.

-¿Te gusta?-Pregunto sonriendo Tae acariciando a la pequeña bestia.

-¡Me encanta!-Exclame arrebantándoselo. El negó con la cabeza haciendo un puchero. Exacto, a sus 22 años seguía comportándose como un niño.
Conversamos unas horas más, hasta que nos percatamos de la hora, 7:30 am. ¡Hora de ir a la escuela! Maldición.

Enseñame a dar placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora