Cerré mis ojos en cuanto trate de abrirlos, esa penetrante luz blanca me cegó al instante. Parpadee un par de veces pero de todos modos no conseguí abrir mis ojos más que unos milímetros que solo me dejaron ver las siluetas de algunos objetos, como una silla o la parte inferior de una cama.
Luego de unos largos minutos pude abrir mis ojos, ¿Una habitación de hospital? Mi cabeza se giro a un lado y luego al otro ¿Por qué estoy aquí? Cuando levante mi mano derecha pude sentir algo que colgaba de mi brazo... la intravenosa. Qué horror siempre me desagradaron las agujas.
Trate de sentarme pero mi cuerpo no me lo permitió, me dolía absolutamente todo, y cuando digo todo, es todo. Ni siquiera sabía que tenía tantos lugares que podían dolerme y ahora que me fijaba bien en mis brazos había unos cuantos hematomas, ¿Qué hacer? Solo podía esperar, no iba a gritar como una loca para que alguien viniera, solo podía ser paciente y esperar, si alguien se presentara podría explicarme porque estaba aquí.
Ya que no recordaba.
No tengo idea de cuánto tiempo paso hasta que la puerta se abrió ¿Una hora? ¿Dos? ¿Tres? Siendo sincera fue una eternidad.
— ¿Mamá? —Pregunte esperando su respuesta.
Era natural, no imaginaba nadie además de ella y mi papá que estuvieran en ese lugar esperando ansiosos mi despertar.
— ¿Marinette? —La voz de una joven fue lo que escuche.
Tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para poder girar un poco mi cabeza, y, ¿Quién es esa chica? Nunca antes la había visto, cuando su vista se cruzo con la mía pude ver un destello en su mirada.
Al instante siguiente corrió hasta mí y pude ver como en su vista trataba de evaluar entre arrojarse sobre mí o simplemente saltar en el lugar, agradecí que eligiera la segunda opción.
— ¡Esta despierta! —Grito a todo pulmón.
Creo que estaba mirándola con la boca abierta y algo horrorizada ¿Qué hacia esta chica en mi habitación? ¿Y por qué luce tan feliz?
—Marinette —cerré los ojos con alivio al escuchar la voz de mi madre, ella al menos podría explicarme algo—Despertaste—como mi cabeza aun seguía en dirección a la puerta desvié mi vista y pude verla con los ojos empañados mientras con una mano cubría su boca.
—Mamá...
De verdad estaba feliz de verla, pero al parecer algo realmente grave había pasado para que se pusiera así con tan solo verme ¿Qué era eso? ¿Cuánto tiempo llevaba en el hospital?
—Mamá ¿Qué está pasando? —Esa pregunta se escapo de mi boca, porque era lo más natural a decir en un momento como ese y además porque no puede evitarlo.
Y, tal y como lo pensé la situación era grave, una semana, ya hacia una semana que estaba inconsciente. Un accidente de auto fue lo que me dijeron, tenían miedo de que callera en un coma irreversible... y también, he perdido mis recuerdos de mi último año.
Esa chica frente a mí, Alya es su nombre, al parecer somos mejores amigas o algo parecido.
Mientras hablamos con el doctor ninguna de las dos se cayó ni por un segundo, la cabeza comenzó a dolorme.
—Esto es demasiado...—puse mis manos sobre mi cara y la frote con fuerza.
—Tranquila Marinette, hablaremos con el doctor, esto se resolverá te lo aseguro.
Mi mamá pudo haberme jurado que los cerdos volarían si eso me hiciera sentir mejor por lo que esas palabras no ayudaron en nada.
—Mamá... y Alya, por favor quiero estar sola—dije apartando mis manos del rostro y inclinando un poco la cabeza.