La alarma sonó, apoyando mis brazos sobre la cama me levante y mire por la ventana, el día estaba tan brillante y... mire la hora, paso siguiente me caí de la cama.
— ¡Llego tarde, llego tarde! —Balbucee mientras daba brincos por la habitación tratando de colocarme el pantalón y limpiaba la baba de boca por dormir con la boca abierta.
Una vez vestida tuve un poco de tiempo para concentrarme en mí alrededor, cosa que lamente ya que todo el lugar estaba hecho un desastre.
Por el momento no importaba, tome la pequeña cartera, y corrí abajo.
—Marinette ¿No planeas desayunar? —Pregunto mi madre al verme pasar.
— ¡No mamá lo siento! Comeré algo en el camino—aunque era mentira.
— ¡Claro pero antes de salir péinate! —Grito.
Retrocedí uno pasos para mirarme en el primer espejo que encontré y me vi completamente despeinada, es más no tenia una de mis ligas por lo que una coleta estaba mal hecha y la otra directamente no existía.
— ¡Ashh! —Subí a mi habitación y luego de peinarme volví a bajar corriendo.
Los siguientes días fueron muy similares, busque los aretes por todas partes pero al final no los encontré, incluso en cada rato libre que tuve en la escuela intente encontrarlos, les pregunte a los chicos pero no sabían nada y cada vez que podía iba a los lugares que visitamos Alya, Adrien y yo, aun así no pude ayarlos.
De esta manera pasaron tres semanas.
— ¿Quieres hacer algo hoy? —Pregunto Alya cuando cerré el casillero.
No la mire, mis vista viajo a Adrien que estaba a unos metros hablando con Nino.
— ¡Marinette!
— ¡Ah, sí! ¡Digo no! lo siento Alya pero prometí a mis padres ayudarlos en la panadería, tienen que salir un rato por eso...—mis ojos volvieron a Adrien—Es perfecto. —Suspire sin terminar de responderle.
Alya se giro y me miro con reprobación.
— ¿De verdad vas a rendirte solamente? —Pregunto algo decepcionada.
—Ya te dije—mire al suelo y luego a ella—No es que quiera rendirme, simplemente no tiene caso pelear y perder ¿No crees?
Alya negó con la cabeza porque sabía que no ganaría nada discutiendo.
—Entonces nos vemos mañana ¿Mañana? —Pregunto ya que era sábado.
—Te avisare si puedo.
—Bien.
Al llegar a casa mamá y papá salieron y yo me quede atendiendo la panadería mientras repasaba, llego la hora de cerrar y ellos aun no llegaban por lo que lo hice, fui hasta mi habitación, iba a sentarme un rato en el computador para navegar pero entonces vi que sobre la mesa había un listón ¿Rosa? No, era rojo solo que muy gastado... un segundo.
Prácticamente me di unos cuantos tropezones para salir a la terraza y cuando lo hice pude verificar que era el listón que deje hace unas semanas atado.
Mire el cielo, una perfecta noche.
—Tengo que...
— ¿Tienes que...?—Dejo la pregunta en suspenso para que la terminara.
Esa voz, esa familiar voz.
¡Maldita sea, maldita sea!
Seguramente fue mamá quien quito el listón, lo más probable es que subiera a mi habitación limpiar y de paso revisara el balcón, al ver el gastado listón lo quito.