Los humanos tendemos a plantearnos nuestra vida solo de dos maneras que básicamente significan lo mismo "Yo quiero" o "Yo deseo". No hay mucha diferencia entre esas palabras, pero si existe la determinación que las distingue a la una de la otra.
"Yo quiero ese bolso", "Yo quiero ese accesorio", "Yo quiero ser tu amiga". Ese "Yo quiero" es muy simple y se desvanece con él tiempo, es un querer efímero, una vez obtenido el objetivo está cumplido y puedes desacerté con facilidad de aquello que alguna vez quisiste.
Pero... cuando una persona utiliza el "Yo deseo" se podría decir que es una afirmación a largo plazo.
"Yo deseo ser feliz" "Yo deseo estar con esa persona que amo" "Yo deseo ayudar a esa persona".
Es un sentimiento durare que podría llegar a cambiar debido a las circunstancias pero nunca por simple aburrimiento, cuando los humanos desean lo hacen con el corazón y apuestan todas sus esperanzas en ello, de lo contrario no habría monedas en las fuentes de deseos. Porque, a pesar de que sabemos que es inútil, en alguna parte dentro de nosotros un minúsculo atisbo de esperanza existe.
"Yo deseo que Adrien sea feliz"
Y para eso tengo que alejarme.
—Lo siento Adrien, tengo cosas que hacer. —Dije algo incomoda en respuesta a su pregunta de "¿Quieres ir a tomar un helado con nosotros?"
Supongo que ese nosotros incluía a una gran parte de la clase.
— ¿Cosas que hacer? —Ladeo la cabeza— ¿No puedes dejarlas para más tarde?
—De verdad lo siento.
—Es una lástima. —Bajo su cabeza apenado—Espero que puedas venir para la próxima.
—Sí, la próxima...
Aunque te estaba mintiendo.
—Gato tonto. —Dije al verlo entrar en mi habitación— ¿Quién dijo que podías entrar?
Qué extraño, hoy llega más temprano de lo habitual por eso aun no salí a esperarlo.
—Pero aquí dentro se está más cómodo. —Sonrió de esa manera picara que utiliza para salirse con la suya.
—Cuando me desperté no estabas, te lo agradezco, seria problemático si mi madre por alguna razón subiera y te viera en mi cama. —Me levante de la cama dejando de lado el cuaderno de diseños y camine hasta él.
—No te preocupes, siempre me iré temprano. —De forma relajada paso por mi lado y se recostó sobre la cama con las manos detrás de su cabeza mientras cruzaba las piernas.
—Ese siempre, me da mala espina. No esperas volver a quedarte ¿Cierto?
Esta soñando si de verdad lo cree.
—Bueno, puede que una que otra vez lo necesite, tú no le negarías acilo a un gato con su dueña ausente ¿Verdad? —Se sentó y tomando el cuaderno que estaba a sus pies comenzó a pasar las páginas.
—No te di permiso de revisar. —Se lo rebate de sus manos.
— ¡Hey! Estaba viendo eso. —Hizo un puchero y le di vuelta la cara, camine hasta mi escritorio y deje el cuaderno sobre este— ¿Por qué no quieres que lo vea? Eres muy buena.
—Estoy consciente de eso. —Me gire sonriendo—Pero me gusta que lo digas, halágame más.—Trate de imitar su sonrisa picara lo mejor que pude.
En consecuencia la suya se ensancho.
—Te estás volviendo más extrovertida.
—Son tus malas influencias.