Capítulo 18 SOLO VENGO A ADVERTIRLES

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Hace dos semanas, que mis padres se fueron de viaje, y aún no volvieron. Hablamos por teléfono un par de veces, pero no me dan muchas explicaciones, ya que consideran que los temas de negocios bancarios, no me incumben. 

Hoy, quedé de salir con los chicos, para matar un poco el aburrimiento, porque casi que no salgo últimamente, y necesito tomar aire, el encierro es un fastidio. Por lo que ahora mismo, estoy terminando de delinear mis ojos, para ir al living, en dónde Nico me espera. Para esta noche, opté por un conjunto discreto, una camisa mangas largas color bordó, decorada por unos delicados corazones blancos, con un pantalón de jean negro, y unas botas cortitas, de cuero, del mismo color de la camisa.

Una ves lista, agarré mi infaltable campera de cuero, mi celular y salí.

-Nico, ya estoy lista, ¿vamos?- dije pasando por su lado

-Genial, anda subiendo al auto que ya voy-

-¿Tengo qué esperar?-

-Así es, tengo que buscar unas cosas, son dos minutos linda-

-Ufa, está bien-

Entré al vehículo, cerré la puerta, y mientras esperaba a Forx, puse un poco de música en la radio... si van a preguntar, que pasó con Nicolás, si somos novios, si hay algo en concreto... mi respuesta es no. Realmente, no hay nada serio chicos, es increíble, yo detesto las relaciones así, pero bueno, supongo que hay que esperar, además hay que recordar que lo bueno, cuesta mucho esfuerzo. Y, tengamos en cuenta, que Nicolás no es un chico que vaya rápido, como lo llama el al oficializar, en los romances...



Llegamos al boliche, y cómo era de esperarse, Sole se avalanzó sobre mí. Hace tres días que no nos vemos, pero según ella, hace dos siglos.

-¡Nena, estás divina!- gritó sobre la música 

-Gracias amiga, vos igual- respondí alegre

-¿Y los chicos?- consulté

-Andaban por ahí- contestó mirando en todas las direcciones existentes

-Nico fue a buscarlos, en algún momento los encontrará-

-Si, seguro. Pero ahora, olvidémonos por un minuto de todos los problemas, chicos y demás, ¡y vamos a divertirnos!-

Al decir esto, Soledad me tomó del brazo, y me arrastró literalmente a la pista de baile. Comenzamos a movernos, como lo hacemos desde siempre, creo yo. Cada vez que salimos, Sole y yo, somos el centro de atracción, no sé si es por que bailamos parecido a las focas, o qué, pero bueno, algo es algo.

Después de estar durante horas en la pista, fuimos a la barra, a buscar algo para devolverle toda la energía gastada a nuestro cuerpo.                                                                                                                 Una ves que teníamos ambas, nuestras bebidas en mano, nos sentamos en una de las mesas, y nos dispusimos a charlar tranquilamente, mientras Lady Gaga sonaba de fondo.

-¿Te acordás del trabajo de matemática?- consultó divertida Sole

-¡Si!, el qué hicimos juntas, y cuando la profesora se dió cuenta, como castigo nos hizo limpiar su despacho por dos días, y encontramos... bueno ya sabes...- recordé entre risas

-¡Qué asqueroso fue eso!-

-Y bueno amiga, todos tenemos derecho, a sentirnos libres- comenté

-Si, ¡eso es...- 

Se cortó su frase por completo, cuándo su vaso cayó al suelo, desparramando jugo por doquier, por haber mirado a una esquina, seguramente se distrajo demasiado

-¿Es qué?- pregunté después de acomodar el desastre, para volver a la charla

Soledad no respondió, miraba a un lugar en específico,  quedó petrificada, su rostro bronceado palideció

-Sole...-

-Jaz... es él- susurró

-¿Quién es qué?- pregunté sin lograr seguirla

-Jazmín, nos tenemos que ir- sentenció parándose rápidamente

-Sole, ¿qué pasa?, no te entiendo-

Mi amiga, me tomó la cabeza, y la giró, queriéndome mostrar algo, alguien... ¡Por dios!. En una de las esquinas desoladas del lugar, se encontraba sonriente, Richard Morrison. Nos observaba detenidamente, con una pizca de diversión.

-Nos vamos- dije

-¿Y los chicos?- recordó mi amiga

-Les avisaremos, y nos vamos-

Después de buscar, buscar y buscar sin éxito a nuestros amigos, decidimos irnos sin avisarles, y después contarles el porqué de nuestra desaparición repentina. Salimos de lugar, y nos dispusimos a buscar un taxi, ya que ninguna de las dos maneja. 

-¿Las llevo a alguna parte señoritas?- dijo una gruesa voz 

¡Santa virgen de Guadalupe!

-No- respondí seca

-Es muy tarde, y no quiero que dos chicas tan bonitas, sean acosadas- aseguró Richard

-No requerimos tu ayuda, gracias- dijo mi amiga

-¿No desean acompañarme?-

¡POR FAVOR TAXI APURATE!

No respondimos. Pero esa fue nuestra peor decisión, ya que hizo que Morrison se alterara

-Áganme companía- susurró acercándose peligrosamente

No había escapatoria, en la calle no había nadie, era de noche, y nos era imposible escapar, ¡nos tenía acorraladas contra un paredón!

-No- dijo Soledad

-Si no acceden por las buenas, tendrá que ser por las malas-

-¿Qué es lo que querés?- pregunté abatida

-Solo vengo a advertirles, porque si siguen metiendo en donde no las llaman, tendrán la misma suerte que su amiguito-

-¿Qué amiguito?- pregunté confundida

-La persona, que las ayudó a escapar-

¡Oh no!

-¿Qué le pasó?- susurró Soledad

-Obtuvo su merecido castigo-

Y sin más, al decir esa última frase, se fué. Desapareciendo en la inmensa oscuridad de la noche.

¿Por qué te cruzaste en mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora