Capítulo 30 CONSUELO

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Lloraba como nunca, hacía meses que no se asomaba una sola lágrima. Había decidido que el llorar era para las débiles y yo no lo soy. Pero con lo que pasó hoy realmente me desmoroné.

Entre mis pesados y tristes pensamientos, escucho que alguien entra...


-¡Amiga levantate que hoy salimos- dijo una voz femenina

-Ámbar... no tengo ganas...- susurré

Ella me tomó de un brazo y me levantó de un sopetón

-Te vas a cambiar, lavar esa cara y te vas a maquillar, porque dentro de dos minutos salimos- dijo mirándome fijamente 

-Pero...-

-Pero nada. Ya te eh dicho un millón de veces, no importa que problema tengas, no hay nada que un poco de alcohol y porro no arreglen-

-En serio no quiero salir...-

-No me interesa lo que quieras, hoy vienen unos chicos nuevos al grupo, está buenísimos... no quiero que te pierdas la oportunidad de llevártelos a la cama- respondió

Tiene razón... no puedo estar toda mi vida lamentándome... así que una vez que estuve lista salimos rumbo al boliche. Hoy me olvidaría de todo, como dijo Ámbar, no hay nada que un poco de alcohol y porro no solucionen. 

Mientras nos dirigíamos a nuestro destino, observaba detenidamente a unos de los chicos que se encontraba en la camioneta. Estaba realmente buenísimo...



-Hola preciosa- dijo una voz rasposa detrás de mi

Me di vuelta y pude observar que el que me había llamado era el mismo joven del automóvil. Morocho, ojos avellana, alto, buen cuerpo... tiene que ser mío

-¡Hola!- dije sonriente mientras me acercaba a él bailando sensualmente 

¡Oh si! esta sería mi noche de suerte

-¿Bailas?- dijo señalando la pista

-Obvio- contesté segura de  mis palabras

Sin más me tomó de la cintura y fuimos directo al centro del lugar. Comenzamos a bailar tranquilos una canción lenta que sonaba de fondo... pero a las dos horas aproximadamente, esa tranquilidad se había esfumado.

El alcohol recorría como fuego mis venas había tomado tanto que no sabía ni en donde estaba, mi cuerpo era uno solo con el de aquel muchacho. La habitación era desconocida para mí, pero no me importaba. El joven sin nombre, besaba cada rincón de mi cuerpo y me hacía suya una y otra vez. Era rudo, pero me gustaba.

De un momento a otro se separó de mi, se vistió y se fué... me sentía vacía aún, el polvo que había tenido con el chico no me había servido de nada. Así, que me cambié y salí en busca de unas copas. En la discoteca la gente sobraba, estába repleto. 

Una vez que tuve unos tres tragos en mi mano, salí en busca de Ámbar. Aunque que en vano, ya que la vi con dos chicos y no quise interrumpir. Saqué un cigarro para acompañar, de alguna manera a los tragos...

Nuevamente mi cabeza latía y no sabía en donde me encontraba... hasta que puede ver dos ojazos azules que se acercaban apresuradamente hacia mí... Simón.

-¡Jazmín!- dijo mientras se sentaba a mi lado

-Si...món- respondí apenas

-¡Dios santo!, ¡Le dije a Ámbar que no te dejara sola!- contestó mientras me tomaba entre sus brazos

-¿A... dón...d...e vam...os?-

-A tu casa, no podés seguir acá-

Hizo que dejara los vasos sobre la pequeña mesa que se encontraba allí. Tiró el cigarrillo, y me tomó nuevamente entre sus firmes brazos. Salimos del lugar, y antes de que pudiera reprochar me encontraba en su auto.



¿Por qué te cruzaste en mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora