Dos semanas han pasado. No he visto más a Connor, y creo que he estado más molesta con la vida por eso. Desde ese día no he parado de pensar en él, y lo odio, no tienen idea cuanto odio que se adueñara de mis pensamientos.
Aun así, sigo determinada en no volver a verlo, hace tiempo me había prohibido sentir estas cosas por un hombre, y él no arruinara todo lo que he logrado hasta ahora. Por suerte, o desgracias, depende como lo veamos, mi vida ha seguido igual y planeaba que así siguiera.
Me quedaba un año para graduarme como abogada, podría tachar «carrera profesional» de mi lista. Ya tenía varias propuestas de trabajo en diferentes buffet muy respetados en la ciudad para cuando me graduara, entonces podre tachar «Trabajo estable» de la lista. Lograría todo antes de los 23 años.
Estaba en época de exámenes finales, todos a mi alrededor estaban desesperado con ello, mientras yo me sentía completamente segura, tenía un método, organizando mis tiempos y con mucho café.
Salí de la universidad, un grupo de chicas estaban agrupadas rodeando a alguien, no me intereso mucho así que seguí de largo.
Luego de oír como todas se quejaban, sentí una mano en mi brazo, era un tacto suave pero firme, su temperatura era fría, tanto que logro estremecerme. Volteé para ver al culpable de esta rara sensación en mi cuerpo, en el momento en que vi esos ojos cafés claro quise golpear mi cabeza contra la puerta del auto.
—Tardaste bastante sirena. —sonrió mostrándome esa hilera de blancos y perfectos dientes.
—¿Qué haces acá? —pregunte mientras fruncía el ceño.
A nuestro al rededor todas las mujeres estaban con la vista fija en el cuerpo que tenía frente a mí, estoy segura que más de una tendrá que cambiar sus bragas después de verlo.
—Quería verte. —dijo sincero como siempre— Tuve que viajar estas dos semanas, apenas volví hoy y no dude en venir a verte.
No, no, no, no. No lo arruinaras todo Connor. Tengo que hacer algo, y creo que la única forma de alejarlo es comportándome odiosa e insoportable. Aunque él tal vez no lo entienda, lo hago en parte por su bien, no estoy hecha para querer, ni ser querida.
—¿No se te ocurrió pensar que yo no quería verte?
—¿No querías? —pregunto con una mueca en su rostro.
—No.
—Bueno... —se quedó en silencio unos segundos— Supongo que tengo que hacer algo para que cambies de opinión.
Sonrió y me tomo la mano, rápidamente me solté de su agarre de manera brusca mientras retrocedía.
—¿Que parte de «No» no entiendes? —dije molesta.
—Vamos sirena, la última vez que nos vimos la pasamos muy bien.
—No me interesa pasarla bien contigo, solo déjame en paz.
Me di la vuelta y seguí caminando dando fuertes y firmes pasos, subí a mi auto y solté todo el aire que había estado reteniendo sin ni siquiera notarlo. Desvíe todos los pensamientos de mi mente y me enfoque en conducir hasta llegar al departamento. Al entrar deje mis zapatos junto a la puerta, y mi abrigo en el perchero, estábamos en febrero y hacia bastante frío en San Francisco.
Me serví una taza de café y la acompañé con un sándwich de atún que había en la heladera. Me saque la ropa y busque un suéter para darme calor. Tome el primero que encontré y me lo puse, un par de segundos después aquella fragancia inundo mis sentidos, era de él, baje la vista al suéter y recordé.
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Mi Razón para Vivir
Genç KurguSiempre fui una chica muy correcta, enfocada en el futuro, pero nunca pensando ni disfrutando el presente. ¿Amor? No, eso era solo una distracción; ¿Amigos? No gracias, no entendia cual era el desespero que tenian todos en tener personas quienes sol...