Capitulo 12: "Te Cuidare"

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El resto de la semana paso volando, en la universidad todo seguí igual. Extrañamente puedo decir que Mia después de todo me estaba agradando cada vez más, hace tiempo no sentía lo que era no estar sola. Finalmente, después de que insistió tanto le conté sobre la cita, recuerdo que dio un grito en plena clase de Leyes, el profesor se molestó y nos mandó a salir, nunca había recibido una amonestación hasta entonces, y puedo decir que no me importo nada.

Connor cumplió su palabra, desde ese día no fue más a la universidad, no me busco, ni nada por el estilo; claro que en el acuerdo no decía nada de mandar mensajes, por lo que cada uno de los días me despertaba con un mensaje de buenos días y una cuenta regresiva para la cita, un poco cursi pero tierno.

Justo ahora estaba saliendo del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo y otra envolviendo mi cabello. No sabía exactamente como debía ir vestida ya que él no había mencionado a donde iríamos; me decidí por algo casual, unos jeans negros ajustados, una camisa blanca con un estampado de flores azules, unas sandalias cómodas y más tarde me colocaría una chaqueta de cuero negra.

Mi teléfono sonó anunciando la llegada de un nuevo mensaje, como supuse era de Connor, me decía que estaba abajo. Me coloque la chaqueta, tome mis llaves y baje rápidamente. Al salir del edificio lo vi, estaba con unos jeans azules oscuros y una camisa negra arremangada, lindo.

—Te ves hermosa sirena —dijo acercándose y depositando un suave beso en mi mejilla.

—Gracias, tu no estas nada mal.

—¿Acaso eso fue un cumplido? No creo que me lo hayas dicho a mí. —dijo riendo.

—Estúpido, —lo golpee suavemente en el hombro— que no se te suba a la cabeza.

—No prometo nada.

Rodé los ojos, me abrió la puerta del auto y subí —recuerdo haber dicho que era estúpido eso de que te abrieran la puerta, aun así, ahora me encanta que él lo haga— él dio la vuelta e hizo lo mismo.

—¿A dónde iremos? —pregunte curiosa.

—A el mejor sitio del mundo.

Levante una ceja y lo mire expectantes.

—Tu solo espera.

Condujo mientras me contaba que había hablado con su padre y él parecía muy entusiasmado con haber aprendido aquel juego que le enseñe cuando fuimos, no lo había entendido en ese entonces, pero ahora decía que nadie le ganaría.

Cuando veo todas las luces me sorprendo porque para nada me esperaba venir a este lugar. Cuando nos detuvimos escuchamos aquella melodía peculiar y las risas de las personas. Hace años no venía a la feria, en realidad solo vine un par de veces cuando era niña.

—¿La feria?

—Si ¿No es el mejor sitio del mundo? —sonrió ampliamente.

Se veía como un niño pequeño sonriendo.

—Eso creo.

Bajamos y comenzamos a caminar por todas partes, nos subimos a casi todas las atracciones. Habían pasado como dos horas y no podía borrar la sonrisa de mi rostro, esta había sido una de las mejores noches que he pasado en años, por no decir la mejor.
—Eso fue increíble. —dijo riendo, yo asentí acomodando mi cabello— Aún nos falta la rueda de la fortuna.

—¿Te parece si dejamos esa para el final? —propuse, él asintió— Ahora podemos buscar algo de comer, muero de hambre.

—¡Vamos!

Fuimos hasta un puesto de hotdogs, pedimos y él pago. Nos sentamos en unas mesas cerca y comenzamos a comer. Cuando mordió se manchó su nariz de mostaza, reí al verlo mientras me veía confundido.

—¿Qué pasa? —pregunto— ¿De qué te ríes?

—Te manchaste todo. —se intentó limpiar, pero no lo hacía en el lugar correcto— Déjame ayudarte.

Nos acercamos y con delicadeza limpie la mostaza, luego mire sus ojos los cuales no dejaban de verme fijamente desde que me acerque. Wow esos sí que son unos ojos profundos, podría perderme en ellos. Bajo su mirada y rápidamente me separe.

—Listo.

—Gracias sirena.

Charlamos un rato más mientras comíamos y yo reía por las cosas que él decía. Luego fuimos hacia los puestos donde se podían ganar premios y el insistió en jugar uno donde arrojabas unos aros y tenían que caer en las botellas.

—No tienes que hacer esto, —dije riendo porque se veía muy concentrado— la mayoría de estos juegos están hechos para perder.

—Ese es tu problema sirena, analizas mucho la vida, en vez de vivirla.

Dijo esto y arrojo los tres seguidos, sorprendentemente logro que dos de ellos cayeran en la misma botella.

—¡Si! —gritamos ambos.

—Dos aros, puede elegir uno de los peluches medianos —dijo fastidiado el encargado.

—Elige el que quieras sirena.

—mire todos los peluches— El león.

El encargado se lo dio a Connor y él me lo dio a mí.

—Gracias —le regale una sonrisa.

—Gracias —le regale una sonrisa

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—No es nada. Ahora vamos a la rueda de la fortuna —tomo mi mano y tiro de mí.

Corrimos, por suerte no había mucha fila así que apenas esperamos unos cinco minutos. Había pospuesto dejarlo para el final porque tenía un poco de miedo a las alturas, claro está que no se lo quería decir. Mis manos sudaban, no sé si por el juego o por lo pegado que estaba mi cuerpo al suyo.

—¿Sabes? De pequeño esta era mi atracción favorita, amaba venir con papa, elegir el vagón amarillo y ver la puesta de sol, él siempre me decía que así era la vida, no importaba cuan mal fuese tu día, el siguiente solo podía ser mejor y mejor.

Comenzó a andar la rueda, automáticamente él noto como apreté con exceso de fuerza el tubo de seguridad.

—¿Te asusta? —pregunto tratando de hacer contacto visual.

—No. —de repente se detuvo bruscamente y di un salto en él asiento mientras rodeaba su brazo— Esta bien, si, me asusta un poco.

Sonrió con... ¿Ternura? No lose, solo fui consciente de su siguiente acción. Deslizo su brazo de entre los míos haciendo que lo soltara, para colocarlo alrededor de mi cuerpo como en un abrazo, me atrajo hacia él de modo que mi cabeza quedo sobre su pecho, el cual subía y bajaba lentamente, podía escuchar su corazón latir.

—Tranquila, es normal que tengas miedo, si una persona no lo tiene quiere decir que no está viviendo correctamente. La vida está llena de altos y bajos, es necesario. —con su otra mano entrelazo nuestros dedos— Y por esto no debes temer más, estoy contigo, yo te cuidare sirena.


Mi Razón para VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora