Capitulo 20: Una pelicula

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De: Niño Molesto

"Buen día sirena. Espero que tengas día increíble, recuerda sonreír, porque esa sonrisa es lo mas lindo que tienes, y mira que tienes muchas cosas lindas, pero creo que definitivamente tu sonrisa es mi favorita de hoy."

Releía el mensaje una y otra vez como una tonta, lo peor es que no borraba la sonrisa que se dibujó en mi rostro desde que vi que tenía un mensaje de él.

Esta es la cosa, es fácil fingir indiferencia cuando no aceptas los sentimientos hacia la otra persona, pero en mi caso cuando ya estoy bastante consciente de ello, cada vez es más complicado, porque él es muy bueno en esto, sabe lo que hace, sabe justo que hacer para desarmar cada bloque que me empeño en colocar entre nosotros.

Hace unos meses decía que no lo quería en mi vida, que era solo pasajero, que terminaría decepcionándose, yéndose, pero justo ahora quiero más que nunca que se quede. No me siento capaz de siquiera imaginar cómo sería que se fuera. Me tiene mal porque llevo años evitando apegos, librándome de todo aquello que me ate, pero ahí está él, apareciendo de la nada ¿Aún queda en mí una luz de esperanza? Todo parece distinto, más puro, más claro; tengo miedo de fallarle, de en verdad terminar decepcionando a una de las personas que más a creído en mí.

El sonido de la puerta me saco de mis pensamientos, me levante de la cama y camine hacia ella. Abrí y unos brazos al instante me rodearon.

—Hola bombón ¿Cómo estás? —me miro cuando estaba a punto de entrar— Puedo entrar ¿No? O tienes a cierto dios griego entre tus sabanas.

—Bobadas. Pasa.

Entro y fue directo a la cocina. Abrió la heladera y saco huevos y un poco de tocino que quedaba.

—Dime que no has desayunado porque muero de hambre.

—No, recién me desperté —asintió.

Comenzó a cocinar mientras hablábamos. Yo me limite a verla sentada en una de las sillas de la mesada. Unos quince minutos después me paso un plato de huevos revueltos, tocino y pan tostado y una taza de café como me gustaba, a diferencia de a mí, ella lo odiaba y solo tomaba con leche.

—Llego otra de esas películas que sabes que me encantan ¿Vamos? Por favor —hizo un puchero el cual me hizo reír.

—No es mala idea, hace mucho no voy al cine.

—¡Yeih! —celebro— ¿Sabes que sería una buenísima idea también? —negué pidiéndole que siguiera hablando— ¡Que invites al señor espalda perfecta!

Pare de comer mientras la veía con los ojos entrecerrados, ella sonreía mientras manteníamos el contacto visual, creo que ni siquiera pestañábamos. Paso un minuto y mis ojos ya ardían así que no pude evitar cerrarlos.

—¡Gane! —celebro como una niña aplaudiendo emocionada— Lo invitadas entonces.

—Recuérdame en que momento acordamos eso.

—No importa. Mándale un mensaje.

Rodé los ojos y saqué mi teléfono de mi pantalón de pijama. Abrí nuestra conversación y sonreí al volver a leer el mensaje que me había mandado esta mañana.

Bueno, siempre él es quien me busca, me escribe, me llama, incluso creo que le he mandado muy poco mensaje en todo lo que tenemos de conversación. Escribí y borré varias veces porque no sabía muy bien que decirle.

—Mujer deja la indecisión. Me volveré anciana si sigues escribiendo y borrando.

—No seas exagerada, han pasado dos minutos.

Mi Razón para VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora