Capitulo 30: "Increíble Comienzo"

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-No te muevas.

-Hago lo que puedo, sirena. Esto es súper incómodo.

Ruedo los ojos y le doy otro vistazo antes de volver mi mirada al lienzo que cada vez cobra más forma. Quería probar una técnica nueva y Connor no dudo en ofrecerse para ser mi modelo, aunque creo que cuando lo hizo no pensó que tendría que mantener la misma pose durante varias horas. Solo llevábamos tres horas de haber comenzado y admitía que estaba disfrutando pintarlo, por sus constantes quejas y por el hecho de que estaba acostado en mi sillón sin camisa; Connor era un hombre muy guapo, sus rasgos iban entre delicados y rudos, sus labios finos, los hoyuelos, las cejas gruesas, todo de él me dejaba una perfecta vista para apreciar y plasmar sobre mi lienzo.

Hace unos días Mia me acompaño a inscribirme en un curso de arte, porque, aunque tengo talento y poseo varios conocimientos, para trabajar en esto debo saber mucho más, siempre es bueno aprender más. Además, es muy entretenido, ayer tuve la primera clase y todos interveníamos dando nuestras ideas o técnicas, tomando en cuenta que era una clase avanzada, intercambiábamos estilos, era muy dinámico. Solo tenía clase tres veces a la semana, pero tan solo con la de ayer ya había quedado súper inspirada y queriendo probar todo lo que habíamos aprendido.

-Me está dando comezón en la espalda -dijo mientras su rostro hacia muecas que me resultaban graciosas.

-suspiro- Bien, supongo que podemos tomar un descanso.

Apenas dije eso de un salto se puso de pie y comenzó a intentar rascar su espalda, hizo una mueca frustrado y luego me vio con un mal intento de puchero. Se acercó.

-No llego ¿me ayudas?

No pude evitar sonreír ¿Quién no quisiera tener sus manos en esa deliciosa espalda? Okey, creo que estoy pasando mucho tiempo con Mia. Se da la vuelta y con delicadeza deslizo mis uñas medianamente largas por su tonificada espalda.

-Oh sí. Es justo ahí. Se siente tan bien.

-Eso sonó interesante, niño molesto -digo riendo.

Se dio la vuelta con una sonrisa pícara entre sus labios.

-Eres una pequeña pervertida.

Doy un suave golpe en su hombro y él finge un gran dolor que, aunque hubiese golpeado de verdad no le hubiese provocado. Me doy la vuelta, pero me sostiene pegando mi espalda a su firme pecho. Entierra su rostro en mi cuello y deja justo ahí un lento beso.

-Ya veo de donde vino esa exigencia tuya de que el modelo estuviese sin camisa -dice en mi oído.

-Me ofendes. Es solo trabajo, no tiene nada que ver con gustos personales -digo mientras muerdo mi labio inferior.

-Aja y se supone que ¿tendría que creerte? -asentí- Bien.

Acerco su rostro para darme un beso, pero mi moví hacia atrás evitándolo y saliendo de su agarre mientras reía, frunció en ceño y lo intento de nuevo sujetando mi rostro, pero antes de que lo lograra tome el pincel que tenía a un lado y lo pase por su mejilla dejándola con una notable mancha de color verde.

-abrió los ojos y luego los entrecerró viéndome- Eres una sirena traviesa. Ya vas a ver.

Paso dos de sus dedos por la pintura azul y me sostuvo con su brazo izquierdo. Trataba de soltarme, pero la risa me quitaba las fuerzas. Paso su mano por todo mi rostro manchándome de pintura. Así comenzó nuestra pequeña guerra. Hicimos un desastre en mi sala, había chispas de pintura hasta en el techo, me gustaba como se veía, le daba mucha más vida al departamento, por otro lado, nosotros estábamos como un arcoíris, lleno de colores por todo el rostro y la ropa -en su caso todo su pecho y abdomen desnudo- y sin poder dejar de reír. Me encantaba estar de esa manera, relajada, con una sonrisa en el rostro, y amaba verlo a él de la misma forma.

Mi Razón para VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora