Capítulo 12

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Las fechas cercanas a Navidad siempre habían sido importantes en su familia, sobre todo con una madre que afirmaba ciegamente haber visto a Santa Claus por la ventana una vez cuando era tan sólo una niña de seis años y un padre que había sido criado como testigo de Jehová, anhelando constantemente una Navidad como la gente normal. Para Frank era fácil toparse con fotos familiares, en las paredes de su hogar, fotos en donde todos salían con un feo suéter navideño a juego y sonrisas enormes. Incluso recordaba años en donde su madre tenía más tiempo libre y participaba en concursos de casas adornadas. Era una locura, y ciertamente agradecía que ya no tuvieran una casa qué presumir porque nadie había organizado un concurso de departamentos adornados, y de ser así, esperaba que su madre no se diera cuenta de ello.

Eran las siete treinta de la mañana y el árbol de Navidad ya estaba encendido y aquél dulce aroma navideño inundaba la sala de estar. Y todavía quedaba una semana para el día de Navidad. Mientras mordía las tostadas con mantequilla observaba con odio su suéter rojo que lo miraba con burla desde la noche anterior. "Es sólo para la foto, Frankie" había dicho su madre. Pero bien sabía que una vez puesto no iba a poder quitárselo hasta año nuevo o algo así.

— ¡Me voy a la escuela! —gritó y desde el baño recibió una respuesta algo difícil de entender por parte de su madre, pero la verdad es que no tenía ganas de esperarla. Unos minutos a solas eran lo que más apreciaba en medio de la semana.

Los guantes, la bufanda y la chaqueta eran totalmente necesarios para alguien con un sistema inmune tan patético como el suyo, aunque de todos modos hubiese preferido ignorar el frío e ir a la escuela en camiseta y jeans. Pero no podía ir en camiseta y jeans porque ahora estaba en una escuela con uniforme, y tampoco podía ir tan desabrigado porque si no lo acosaba su madre antes de salir, lo harían sus amigos al llegar a la escuela.

— Hola Frank —dijo Bert cuando se encontraron en la puerta principal—, ¿llego demasiado temprano?

— A decir verdad esta es la hora de llegada habitual —respondió Frank.

— Mierda —suspiró él—, llevo años llegando tarde. Como sea, no olvides que hoy hay ensayo del club de drama.

Frank hizo una mueca, era totalmente obvio que sabía aquél dato, y no comprendió las palabras de su amigo hasta que miró a sus espaldas y se encontró a dos chicas riéndose y mirándolo a él. A él. Y cuando se volvió a mirar a Bert él también reía. Entonces el contexto llegó a la situación y en lugar de molestarse o avergonzarse, se giró a sonreírles a las chicas y luego se marchó por el pasillo principal rumbo a su casillero. No sabía qué mueca había puesto Bert, pero de seguro lucía divertido, y es que sinceramente no se había dado cuenta lo poco que le importaba lo que las chicas dijeran de él.

El día pasó con una lentitud terrible y para cuando los últimos minutos de la última clase llegaron, estos se convirtieron en horas. Era una clase de biología y no entendía una sola palabra de lo que estaban explicando, ni siquiera entendía qué era la imagen que estaba siendo proyectada. Sólo sabía que Gerard había lucido realmente bien con esa bufanda gris y que su nariz roja a causa del resfrío era la cosa más tierna que alguna vez había visto. Pensó entonces, que si Bert se burlaba de él frente a Gerard entonces sí sentiría vergüenza. Pero Bert no tenía nada en su contra, o al menos eso esperaba.

Llegó tarde al club de drama, culpa de su profesor quien se rehusó a dejarlos ir hasta que alguien le resumiera toda la clase porque, al parecer, había visto muchos ojos cerrados mientras hablaba. Todo el grupo estaba reunido sobre el escenario, incluidos Gerard, Bert y Raymond. Y los casi veinte miembros del club de drama se giraron a mirarlo cuando entró corriendo al auditorio. Lanzó su mochila a la pila de mochilas y luego fue a tomar asiento entre Bert y Gerard.

the drama club • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora