Capítulo 17

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— Míralo, duerme como un bebé —dijo Gerard. Todavía estaba jadeante por haber tomado la tarea de cargar a su amigo los tres pisos hacia las habitaciones reservadas. Frank sonrió, efectivamente lucía como un niño.

— Y es un bebé —murmuró Frank—, quedó inconsciente con una sola lata de cerveza. Es una locura.

— No suele beber —respondió Gerard—, yo tampoco. Todo me da vueltas, ¿sabes? Creo que voy a acostarme.

Frank lo vio hacer el ademán de quitarse el calzado y se escandalizó por completo. Si ellos compartían habitación quería decir que él iba a tener que dormir solo, y no tenía ganas de dormir solo en un hotel tan antiguo. De seguro había fantasmas o algo así. Y no iba a pasar por eso solo. No tenía una gran resistencia al terror tampoco. Pero eso no tenía que saberlo nadie.

— ¿Vas a dormir con Ray? —Preguntó Frank.

Gerard se encogió de hombros.

— No es la gran cosa, siempre compartimos cama —dijo Gerard—, ¿por qué?

— Pues... —Frank frunció los labios— No lo sé, no tengo sueño todavía. Es tempranísimo y vas a aburrirte aquí, Ray no va a despertar hasta mañana. ¿Por qué no duermes conmigo?

Gerard alzó una ceja y lo miró de manera totalmente sugerente. Frank se sonrojó como un maldito tomate.

— No me refería a... yo hablaba... Oh Gerard, por Dios —suspiró.

— Yo sé, yo sé. Sólo bromeaba —rió Gerard—. Y claro, vamos.

Frank quiso saltar de la emoción, pero en lugar de eso se limitó a darle la espalda a su amigo y regresar a la habitación en donde había dejado su mochila. Era amplia, y la cama también lo era. Las persianas estaban cerradas pero a través de ellas podía ver parte de la iluminación del gigantesco letrero del teatro en frente, y entonces la pésima obra de teatro venía a su cabeza. Era gracioso, y extraño y... totalmente emocionante.

— Cuando me mudé nunca imaginé que algo así iba a pasarme, ¿sabes? —Dijo cuando escuchó los pasos de Gerard adentrarse en la habitación, y luego cerrar la puerta— Quiero decir... en mi antigua escuela nunca le hubiese hablado a personas en un club de teatro, y es como... totalmente diferente a mí, pero tú me hablaste y me invitaste a tu mundo y ahora estoy en Broadway y acabo de ver una obra extrañísima y estoy en un hotel antiquísimo, contigo y... es una locura.

— Recuerdo que cuando nos conocimos dijiste que era una pérdida de tiempo —dijo Gerard, esta vez sí se quitó el calzado y se subió a la cama. Frank le imitó y ambos quedaron sentados en algo similar a la posición de loto, frente a frente. El rostro de Gerard seguía ruborizado aunque posiblemente era sólo por la ingesta de alcohol.

— Nunca me disculpé por eso —rió Frank.

— No hace falta —Gerard sacudió una mano, y luego totalmente emocionado agregó— ¿Podemos pedir servicio a la habitación? ¡Siempre he querido hacerlo!

— ¡De seguro que sí! —Exclamó Frank, y se apresuró a la mesita de noche en donde el teléfono estaba. Marcó el número de tres dígitos anotado a un costado del teléfono y cuando una voz femenina contestó, giró a mirar a Gerard— ¿Qué pido?

— Una botella de vodka.

— ¿Vodka?

— Vodka —asintió Gerard.

the drama club • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora